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La Mujer Virtuosa
¿Podremos nosotras, como hijas de Dios, llegar a ser reconocidas como mujeres virtuosas? Todas hemos sido confrontadas con la descripción de la mujer virtuosa en Prov. 31:10-31. La mujer virtuosa es trabajadora y no ociosa; se esfuerza físicamente; es emprendedora en los negocios; aporta a su hogar por medio de sus ventas y trabajo físico; anda en paz y confiada; sabe tomar decisiones; es una muy buena administradora, supervisora y planificadora; es sagaz, bondadosa, conciente de los demás, honorable, femenina, tiene el respeto y amor de su esposo e hijos, entre muchas otras cualidades.
En nuestro análisis personal, muchas de nosotras podemos encontrar una o dos virtudes en las que secretamente nos podemos decir, "Sí, yo tengo tal virtud" pero en el resto de las virtudes mencionadas, encontramos que hemos fallado. Al leer las cualidades de esa mujer virtuosa, muchas nos desanimamos. ¿Cuándo llegaremos a ser como ella?
La clave de ese pasaje esta en el versículo 30b: "La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada". En realidad, al leer la descripción de la mujer virtuosa nos desanimamos porque nos hemos malenfocado. No somos nosotras como individuos el enfoque; no somos nosotras el centro de la discusión. El enfoque, y centro del pasaje es Dios, y la relación que debemos tener con Él.
Nuestra pregunta, entonces, debería ser esta: "¿Cómo puedo permitir que estas virtudes, que en realidad son virtudes de Cristo, sean reflejadas en mí?" Esas virtudes de Cristo solo se reflejarán en nosotras cuando tengamos una relación con nuestro Señor. En realidad, por nuestras propias fuerzas no llegaremos a tener virtudes. Solo nuestro Señor nos las puede dar. Comenzemos entonces a orar a nuestro Señor y pidamosle que nos limpie, que nos cambie y transforme para reflejar a nuestro Señor Jesús. La oración nos producirá la relación necesaria para llegar a tener temor a Dios, a respetarlo y amarlo a tal nivel que desearemos enfocarnos en su Hijo Jesús y reflejar sus virtudes en nosotras. ¡Gloria a Dios por Cristo Jesús, nuestro perfecto modelo de virtud!
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