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El centro de mi vida escuchelo aquí
¿Cuál es el centro de mi vida? ¿Gravita todo alrededor de mí mismo, de mis intereses, de mis problemas, de mi salud, de mis deseos de ser considerado o de tener poder? Esto sería una existencia egocéntrica; una existencia en la que sólo me preocuparía por mí.
La Biblia dice precisamente que los seres humanos sin Dios viven en la vanidad de sus pensamientos, tienen la inteligencia oscurecida y son ajenos a la vida de Dios (Efesios 4:18).
Cuando el “yo” es el centro, ¿cuál es el lugar de Dios? Él es como un extranjero en quien uno no piensa, o como un patrón con quien sólo se tienen relaciones laborales: si cumplo con mi deber, Dios me debe el cielo como salario, según el principio «de mano a mano». Varias veces Jesús reprochó esa actitud orgullosa, invitando a su auditorio a arrepentirse.
Arrepentirse sobreentiende una transformación de los pensamientos respecto al “yo”; un cambio de comportamiento en el que la tendencia del “yo” para gobernar la vida es reemplazada por una nueva disposición de sumisión a Dios. Es un sentimiento de humildad ante un Dios soberano que pide obediencia y confianza; es ser consciente de la ofensa que por mis pecados he hecho al Dios santo.
En resumen, es aceptar que para salvar mi alma no puedo hacer nada por mí mismo, y comprender que el sacrificio de Jesucristo es suficiente para salvarme.
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