La hora viene, y ahora es,
cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad;
porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Dios es Espíritu; y los que le adoran,
en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Juan 4:23-24.

 


Las Reuniones Cristianas
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       Mediante el Nuevo Testamento sabemos que los creyentes del principio del cristianismo se congregaban por diferentes motivos: para la predicación de la Palabra o edificación (1 Corintios 14), para partir el pan y para la oración (Hechos 2:42). Aún hoy podemos tener estas clases de encuentros. Entre la predicación, por un lado, y las reuniones para la Cena y para la oración, por otro, existe una marcada diferencia que a veces no entendemos.

       En la reunión para la edificación o predicación, el Señor quiere hablar a nuestros corazones por medio de sus instrumentos, los hermanos que él mismo ha dotado y capacitado para enseñar su Palabra y alimentar espiritualmente a los oyentes.

       Pero cuando nos reunimos para la adoración y para el partimiento del pan (la Cena), podemos hablar a Dios y al Señor Jesús. Para esto no hace falta un don. En esas reuniones no se necesitan dones especiales. El Espíritu de Dios utiliza a los hermanos, jóvenes o ancianos, para expresar la adoración de la congregación. A uno inspira un cántico, a otro una acción de gracias y a un tercero un pasaje de la Escritura adecuado para el tema del culto del día.

       Ocurre lo mismo en la reunión de oración. Cada hermano debe dejarse emplear para expresar la oración que el Señor le pone en el corazón.