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Perdonado y, sin embargo, Responsable para ESCUCHAR ...haga clic aquí...
Supongamos que un terrateniente manda a uno de sus obreros sembrar su campo. Este último, en lugar de sembrar trigo, esparce una mala semilla. El dueño se entera del error y el operario se disculpa; entonces el dueño lo perdona y no lo despide.
Este generoso perdón, ¿cambiará en algo la naturaleza de la cosecha? Cuando llegue la estación, en lugar de espigas doradas, el siervo verá el campo lleno de malas hierbas. ¿Dudará del perdón de su amo? De ningún modo. La gracia perdona, pero “todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7).
Por la gracia de Dios somos salvos y hechos sus hijos. Esta gracia es incondicional. Una vez que hayamos creído en el Señor Jesús no podemos perder la salvación. Cualesquiera sean nuestras faltas, por más grandes que sean nuestras transgresiones, somos hijos de Dios para siempre.
Pero mi vida cristiana en la tierra está compuesta de elecciones, de compromisos de los cuales soy responsable, y Dios lo toma en cuenta. Él ve lo que está bien y lo que está mal. Permite que suframos las consecuencias agradables o fastidiosas de nuestros hechos y decisiones. Mas conforme a la sabiduría de un Padre que nos ama, “si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias”.
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