“El estrés del cuidador”
(Parte 1)
El cuidador de un enfermo de Alzheimer dedica a esa persona una cantidad considerable de tiempo y energía. Esa dedicación constante genera momentos de tensión y le impide detectar sus propias necesidades o, simplemente, atenderlas correctamente.
A menudo el cuidador no sabe cómo no dónde pedir ayuda, a pesar de que un exceso de tensión le perjudica tanto a él mismo como a la persona la que cuida, por su excesiva dependencia.. Los síntomas del estrés deben atenderse porque, a la larga, ocasionan problemas serios de salud.
¿Cuáles son los síntomas del estrés del cuidador?
·Enfadarse con el enfermo y con los demás, o con los tratamientos que no se demuestran eficaces
·Apartarse de la vida social y de las actividades placenteras
·Sentir ansiedad ante el futuro y el día a día y negar la enfermedad
·Padecer depresión por las cargas físicas y emocionales que soporta, y que afectan a su capacidad y habilidad para luchar
·Fatiga, que impide completar las tareas necesarias
·Falta de sueño, ocasionada por el exceso de preocupaciones
·Irritabilidad y cambios de humor por el desgaste que padece, que propician reacciones negativas
·Falta de concentración para realizar las tareas habituales
·Problemas de salud tanto físicos como mentales
· Tristeza por la situación que está viviendo
·Soledad, sobre todo si el enfermo es el cónyuge
· Vergüenza por algunos comportamientos del enfermo, que hay que superar hablando con otras personas con el mismo problema
· Impotencia porque, a pesar de los esfuerzos, la enfermedad es progresiva
Cuidados del cuidador
El Alzheimer es una enfermedad crónica que produce un deterioro progresivo de todas las funciones de la persona afectada. Llegado el momento la familia puede asumir el cuidado del paciente, pasando de atenderlo al principio, en algunas actividades, a hacerlo en todas las funciones vitales, cuando el proceso degenerativo de la enfermedad se acentúa.
La permanencia del enfermo en su entorno familiar impide una evolución rápida de la enfermedad.
Hay que dejar claro que el bienestar del enfermo depende directamente del bienestar de usted.
Es fácil que, para cuidar mejor del enfermo, usted deje de lado las propias necesidades, como descansar, estar con los amigos, divertirse, pasar ratos solo. Es esencial que encuentre la forma de cuidar de sí mismo sin agotar sus propios recursos emocionales y físicos. Posiblemente sea de los que piensan que nadie cuida al enfermo mejor que usted. Procure no abonar esta actitud de ser imprescindible y tolere la ayuda de otros.
Es absolutamente necesario que pueda interrumpir algún rato su continua dedicación al enfermo. Si no cuenta con amigos o familia que le ayuden deberá buscar otras formas de satisfacer las necesidades mencionadas.
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