Vida de Perros
El viento gélido de la noche azota cruelmente su piel desnuda. El frio y la humedad de las calles de aquella ciudad costera le han llegado hasta los huesos y ahora tirita ante la inminente realidad del momento. Después de años de calor, amor y un estómago siempre lleno, se encuentra solo, helado y con hambre de varios días. Y lo peor de todo, sin tener la más remota idea de la causa de sus desgracias. Sólo sabe que de la noche a la mañana su círculo vital se ha visto roto por aquellos mismos seres que antaño le profesaron tanta devoción. ¿Por qué?
Con un lento caminar llegar a uno de esos puntos de reunión que últimamente tanto ha visto. Siempre le ha resultado curioso ver como esos seres se masifican a la mínima ocasión. Entre sonrisas y burlas pasa entre la muchedumbre. Algunos le señalan y el muestra su afecto con un ligero vaivén, pero enseguida se olvidan de él. Y nadie tiene nada que pueda calmar el rugir de sus tripas. Pasa por un portón hacia un local abarrotado del que escapa un fuerte olor a sudor y a esas cosas que hacen hervir el interior de los seres erguidos. Siempre ha admirado como pueden mantenerse en esa posición durante tanto tiempo. Él nunca ha podido ponerse así durante más de unos segundos.
En el recinto, los muy desquiciados se mueven sin sentido y tiemblan mientras un estruendo hace ecos por toda la sala y un millar de destellos y luces llenan el ambiente con un aura de confusión. De pronto, uno de ellos avanza hacia él dando tumbos. En su mirada vidriosa se refleja un ebrio destello de ira y decide salir por patas de ahí.
Comienza a llover. Ha llegado a la senda de la muerte, allí donde ha visto caer a su mejor amigo y donde siempre yacen varios cuerpos totalmente destrozados. Observa como los habitantes de la senda pasan veloces con esos ojos cegadores que tanto le atemorizan. Pero el futuro ya no existe, porque el círculo de la vida se ha roto para siempre, y uno de los extremos se ha perdido en el pasado. Sólo queda la senda.
Un paso, y otro, y de pronto un pitido agudo que se aproxima y el brutal e inevitable golpe.
Y el círculo hecho línea se desvanece.
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