
 "Ardimos en la playa"
El sol caía lento sobre el mar dormido, y tú, como un sueño de fuego, venías a mí, la brisa jugaba con tu cabello suelto, y en tus ojos brillaba el secreto del deseo sin fin. La arena ardía, pero más ardía yo cuando tus dedos dibujaban promesas sobre mi piel, la sal nos envolvía, sí, como un ritual sagrado, y tu boca… tu boca era un huracán de miel. No hablábamos, no hacía falta. Tus suspiros eran lenguaje, y mis manos, peregrinas, buscaban en tu cuerpo el paraíso de coraje. Cada ola que rompía era un latido, cada estrella encendía nuestro pecado bendito. Y cuando la noche cayó sobre nosotros, el mar fue testigo de nuestro rito infinito. Allí, bajo la luna cómplice, te amé con la urgencia de quien no tiene mañana, te amé con la locura del que ha esperado siglos, te amé sin reservas, sin tiempo, sin calma. Tu piel se volvió mi playa, tu pecho, mi mar, y entre besos y jadeos, aprendí lo que es volar sin alas, lo que es morir de amor y resucitar. Nos fundimos como fuego y espuma, como cielo y arena en un mismo suspiro, y al final, exhaustos, abrazados en la orilla, supimos que lo nuestro no era un capricho… era destino.
Autor: CESAR PINTO MUÑOZ


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