Eduard Punset: Todo el mundo parece estar de acuerdo en que las ciudades modernas en las que vivimos son inseguras, poco eficientes, y a veces son feas: lugares donde es imposible vivir. Todo el mundo está de acuerdo en esto y, sin embargo, no hay un consenso sobre lo que deberíamos tener en su lugar, sobre cómo deberían ser las nuevas ciudades del futuro. ¿Cuál es tu opinión?
Jacque Fresco: Yo veo a las ciudades del futuro no como un problema de arquitectura, sino como un problema social y económico. Si queremos diseñar ciudades que funcionen, éstas deben contemplar las condiciones de cada área geográfica. La ciudad tiene que estar diseñada y basada en materiales que sean de fácil acceso en ese área. Las ciudades también tienen que estar diseñadas para funcionar bien para todas las personas. Tiene que haber lugares para reunirse, y el transporte debe estar incorporado directamente al sistema de la ciudad: en lugar de miles de automóviles moviéndose hacia la ciudad, debería haber un sistema de “cinturón móvil de transporte” que yo llamo “transveyors” y que consiste en una unidad de transporte que desplaza a todos los pasajeros que se dirigen al sistema de la ciudad y que viajan automáticamente por un sistema de ascensores de servicio que los llevan a la puerta de la vivienda o del trabajo.
Eduard Punset: Jack, cuando hablas de las nuevas ciudades, es obvio que es muy difícil cambiar la manera de funcionar de las personas. Lo que tú tienes en mente es cambiar los emplazamientos, básicamente, y utilizar nuevos materiales, y usar la tecnología y la ciencia de una manera inteligente. Lo que dices es que se cambien de lugar las ciudades: ¿quiere esto decir que tú crees que es mejor empezar a construir una ciudad desde el principio que intentar restaurar y adaptar las viejas ciudades a las nuevas necesidades?
Jacque Fresco: Sí, creo que la mayoría de las viejas ciudades tienen que derribarse, y extraer de ellas todos los recursos posibles. Y es mucho más fácil rediseñar una ciudad como un sistema operativo, como un todo, que intentar rehabilitar las viejas ciudades y actualizarlas: esto no sería viable económicamente.
Eduard Punset: ¿Y cuáles son los nuevos materiales que tienes en mente? Se habla del titanio, de fibras de carbono, de poliestireno ¿Vamos a dejar de lado el ladrillo y el cemento?
Jacque Fresco: El nuevo material del que estarán hechos los edificios del futuro será probablemente el hormigón conformado. Es decir, una forma en la superficie interior y otra forma en la superficie exterior. También estarán compuestos de materiales con memoria de forma: materiales que puedan recordar la forma en que fueron originalmente concebidos. Por ejemplo, si hiciéramos una cúpula de material con memoria, y luego la aplanáramos, y pusiéramos en un área cientos de éstas cúpulas planas –como discos fonográficos–, si luego les aplicamos una corriente eléctrica adoptarán la forma de cúpula: estos son materiales con memoria de forma. Hoy en día el metal tiene estas características, pero también se encontrará en otros muchos materiales que descubriremos en el futuro próximo. La memoria de forma quiere decir que si tienes que diseñar un edificio, éste se fabrica bajo ciertas condiciones, dándole una forma, y una vez que el edificio ya tiene una forma se puede aplanar – a una cierta temperatura –, trasladarlo al lugar elegido y aplicarle una corriente eléctrica: entonces adquirirá la forma que se le dio originalmente. Esto significa que no necesitaremos a personas que levanten edificios, sino que los edificios mismos tendrán una memoria interna no muy diferente de la que tiene la semilla de una planta. Cuando pones una semilla en la tierra, ésta, actuando en conjunción con el entorno, actualiza toda la memoria de la forma de un árbol o de una planta. O sea que la semilla contiene las características genéticas que formarán el árbol, la flor o cualquier otro objeto. Estos serán los métodos del futuro de la arquitectura. La arquitectura del futuro tendrá componentes con memoria que formarán el mismo edificio: las paredes, las texturas, los colores, construido todo ya en el interior.
Eduard Punset: Y este tipo de ciudad genómica, que tiene sus propias instrucciones para replicarse, ¿tendrá una forma parecida a lo que he visto en tu trabajo, de ciudades circulares? Tus ciudades circulares están formadas por ocho o nueve círculos ¿Puedes explicarnos qué hay en cada uno de estos círculos?
Jacque Fresco: Todos los nuevos materiales del futuro, quizá el hormigón, estarán reforzados con fibra de carbono. En el centro del interior de la fibra de carbono habrá hilos de iones, y estos se podrán manipular por medio de campos magnéticos que asumirán la dirección más adecuada para reforzar y hacer más fuerte una estructura. En otras palabras, podrán ser controlados por medio de campos magnéticos. Los campos magnéticos pueden hacer rotar las partículas antes de que el hormigón fragüe en la dirección más apropiada, y así reforzar la estructura.
Eduard Punset: Una vez que se haya construido esta especie de modelo de ciudad circular ¿qué habrá en cada uno de los círculos? Empecemos por el círculo exterior.
Jacque Fresco: Cada ciudad se diseñará como una ciudad universitaria que ayude a mantener al día a todos los ciudadanos en todo lo que es nuevo, y cómo se relaciona la ciudad con otros sistemas vivos. La ciudad también debe contener centros de arte, de música, escuelas, dentistas, tiendas,... de manera que las personas no tengan que ir en coche en una dirección para ir al dentista y en otra para ir a las tiendas y en otra dirección para el trabajo. En resumen: la ciudad debe ser un sistema autosuficiente similar al cuerpo humano. El cuerpo humano contiene millones y millones de células que trabajan juntas para conservar el organismo humano. La ciudad del futuro debe ser completamente autosuficiente, debe poder regenerarse y debe generar suficiente energía para que funcione. La ciudad debe estar controlada por ordenadores -porque los ordenadores de hoy pueden controlar hasta 500 trillones de bits de información por segundo; no hay ningún ser humano que pueda hacer eso-. En las ciudades del futuro, con inteligencia interna, las ciudades podrán pensar, prepararse a sí mismas, mantenerse y ponerse al día así mismas basándose en la razón, los descubrimientos y la tecnología y metodología.
Eduard Punset: Tú dices que en una economía en la que escasean los recursos, se necesita dinero para distribuirlos; pero también dices que la situación ya ha cambiado. Gracias a la tecnología y a la ciencia, tendremos una abundancia de recursos. Por tanto, probablemente no habrá necesidad del dinero. De acuerdo: la situación será diferente. Pero, ¿quién se encargará de producir patatas y otras verduras y frutas? No vendrán de los laboratorios. ¿En qué parte de tus ciudades las produciremos?
Jacque Fresco: Bueno, en las ciudades mismas, el perímetro exterior de la ciudad puede estar dedicado a la agricultura. Puede haber una agricultura hidropónica, que no necesita suelo. Al final –y esto no está muy lejos– seremos capaces de cultivar el tejido mismo de las manzanas en lugar del árbol entero. Y lo cultivaremos en largos tubos de ensayo y seremos capaces de alimentar el tejido; y más adelante podremos cultivar tejido de hígado, tejido cerebral, de alguna manera tal y como hoy cultivamos la penicilina en una placa de Petri. La agricultura del futuro no estará en la tierra, en grandes granjas, sino que consistirá principalmente en el control y modificación de células vivas. Esta es la dirección general del futuro de la agronomía o tecnología agrícola.
Eduard Punset: De manera que la agricultura del futuro es la agricultura urbana: estará plenamente incorporada a los procesos de la vida en una gran ciudad ¿Es así, no?
Jacque Fresco: Sí, así es. El sistema de la ciudad tiene que dar satisfacción a todas las necesidades urbanas. Esto no puede producirse de golpe, sino gradualmente; pero la dirección a seguir es aproximadamente esta. Nadie puede prever cómo será el futuro realmente. Yo me limito a extrapolar las posibilidades de la tecnología del futuro, en particular la nanotecnología, es decir: la formación de moléculas disponiendo a los átomos según los modelos que se necesiten y fabricar los metales, o cualquier material que se necesite, sin recurrir a la minería. El futuro de la ciencia y la tecnología está mucho más allá de la comprensión que nos brinda el tipo actual de tecnología. Es por esta razón que tenemos que apoyar la investigación científica y no los planteamientos políticos de los problemas que no funcionan y sólo acarrean problemas adicionales para el futuro. Para dar una idea de dónde estamos: hoy día hay señales de tráfico en las autopistas que anuncian que la calzada está mojada y resbaladiza; nosotros eliminaremos estas señales y añadiremos abrasivos a la calzada para que no resulte resbaladiza cuando está mojada. Otro ejemplo: a veces se ahogan niños en las piscinas; pondremos redes en el fondo de las piscinas, y si alguien se cae en la piscina la red se levantará desde el fondo de manera que habremos eliminado el problema. Muchos problemas que tenemos hoy en día se deben, en realidad, a negligencias técnicas. Hoy en día tenemos la tecnología; si podemos enviar naves espaciales hasta Marte y podemos enviar desde allí información a la tierra, sin tripulación, sin duda podemos conducir por la ciudad un pequeño coche de manera automática. Tenemos que tener unidades de proximidad en los coches para evitar que choquen entre ellos; en otras palabras: los accidentes son negligencia técnica. El futuro de la ciencia y la tecnología puede resolver fácilmente estos problemas.
Eduard Punset: Dinos algo más acerca de los emplazamientos ¿dónde vamos a situar estas ciudades del futuro? ¿Bajo tierra, en los bosques, en el mar, en el espacio, en un barco?
Jacque Fresco: Construir las ciudades del futuro en el espacio no sería muy útil porque habría que llevar agua, materiales, etc. La colonización del espacio es realmente ciencia-ficción y no serviría para nada. Sin embargo, las estaciones espaciales sí que pueden tener una gran utilidad. Estas estaciones pueden monitorizar la Tierra y, desde 25.000 millas de distancia, pueden fotografiar las enfermedades de las plantas, las migraciones de los peces, las corrientes oceánicas, las temperaturas en todos los lugares del mundo. De manera que ya no habría que preocuparse más de las opiniones humanas: podemos obtener los hechos reales si utilizamos las estaciones espaciales para monitorizar la Tierra. En las ciudades del futuro, si no conseguimos controlar el crecimiento de la población, vamos a tener rascacielos de media milla de altura para que pueda haber parques alrededor; tendríamos que desplazarnos mar adentro, construir ciudades en el mar, más allá de la línea de costa, porque áreas como Hong Kong, San Francisco o Nueva York ya están tan superpobladas que resulta poco práctico vivir allí. Y si pensamos en la posibilidad de construir ciudades subterráneas en lugares que resulten hostiles para la vida, podemos construir unas grandes ciudades subterráneas donde vivan miles de personas y construir jardines tropicales bajo tierra. Para así tener fruta y bayas y naranjas bajo tierra. Esto ya se está haciendo en Islandia: utilizan el calor natural de la tierra, la energía geotérmica, y cultivan plátanos y frutas tropicales que facilitan a los niños en las escuelas. Esto es a lo que me refiero cuando hablo de utilizar la ciencia y la tecnología para las necesidades humanas, no para desarrollar armas ni en llevar armas láser al espacio. Esto lo están desarrollando un cierto tipo de especialistas, no científicos. Lo que necesitamos en el futuro son generalistas, gente que pueda comprender diversas disciplinas y puedan aplicarlas para el bienestar de todas las personas que viven en el mundo, sin que importe la raza, el color o la religión. Esto es lo que tenemos que hacer; si no lo conseguimos, continuaremos destruyendo el entorno y haciendo de la Tierra un lugar en el que resulte imposible vivir. Algunos científicos hablan de reestructurar otros planetas, lo llaman “terraformación”: sería mejor adaptar estos procesos a la Tierra, y “terraformar” la Tierra y acercarla de nuevo a sus condiciones naturales de origen tanto como sea posible. Esto no puede llevarse a cabo cuando el único propósito subyacente es el beneficio económico.
Eduard Punset: Todo el mundo parece estar de acuerdo en que las ciudades modernas en las que vivimos son inseguras, poco eficientes, y a veces son feas: lugares donde es imposible vivir. Todo el mundo está de acuerdo en esto y, sin embargo, no hay un consenso sobre lo que deberíamos tener en su lugar, sobre cómo deberían ser las nuevas ciudades del futuro. ¿Cuál es tu opinión?
Jacque Fresco: Yo veo a las ciudades del futuro no como un problema de arquitectura, sino como un problema social y económico. Si queremos diseñar ciudades que funcionen, éstas deben contemplar las condiciones de cada área geográfica. La ciudad tiene que estar diseñada y basada en materiales que sean de fácil acceso en ese área. Las ciudades también tienen que estar diseñadas para funcionar bien para todas las personas. Tiene que haber lugares para reunirse, y el transporte debe estar incorporado directamente al sistema de la ciudad: en lugar de miles de automóviles moviéndose hacia la ciudad, debería haber un sistema de “cinturón móvil de transporte” que yo llamo “transveyors” y que consiste en una unidad de transporte que desplaza a todos los pasajeros que se dirigen al sistema de la ciudad y que viajan automáticamente por un sistema de ascensores de servicio que los llevan a la puerta de la vivienda o del trabajo.
Eduard Punset: Jack, cuando hablas de las nuevas ciudades, es obvio que es muy difícil cambiar la manera de funcionar de las personas. Lo que tú tienes en mente es cambiar los emplazamientos, básicamente, y utilizar nuevos materiales, y usar la tecnología y la ciencia de una manera inteligente. Lo que dices es que se cambien de lugar las ciudades: ¿quiere esto decir que tú crees que es mejor empezar a construir una ciudad desde el principio que intentar restaurar y adaptar las viejas ciudades a las nuevas necesidades?
Jacque Fresco: Sí, creo que la mayoría de las viejas ciudades tienen que derribarse, y extraer de ellas todos los recursos posibles. Y es mucho más fácil rediseñar una ciudad como un sistema operativo, como un todo, que intentar rehabilitar las viejas ciudades y actualizarlas: esto no sería viable económicamente.
Eduard Punset: ¿Y cuáles son los nuevos materiales que tienes en mente? Se habla del titanio, de fibras de carbono, de poliestireno ¿Vamos a dejar de lado el ladrillo y el cemento?
Jacque Fresco: El nuevo material del que estarán hechos los edificios del futuro será probablemente el hormigón conformado. Es decir, una forma en la superficie interior y otra forma en la superficie exterior. También estarán compuestos de materiales con memoria de forma: materiales que puedan recordar la forma en que fueron originalmente concebidos. Por ejemplo, si hiciéramos una cúpula de material con memoria, y luego la aplanáramos, y pusiéramos en un área cientos de éstas cúpulas planas –como discos fonográficos–, si luego les aplicamos una corriente eléctrica adoptarán la forma de cúpula: estos son materiales con memoria de forma. Hoy en día el metal tiene estas características, pero también se encontrará en otros muchos materiales que descubriremos en el futuro próximo. La memoria de forma quiere decir que si tienes que diseñar un edificio, éste se fabrica bajo ciertas condiciones, dándole una forma, y una vez que el edificio ya tiene una forma se puede aplanar – a una cierta temperatura –, trasladarlo al lugar elegido y aplicarle una corriente eléctrica: entonces adquirirá la forma que se le dio originalmente. Esto significa que no necesitaremos a personas que levanten edificios, sino que los edificios mismos tendrán una memoria interna no muy diferente de la que tiene la semilla de una planta. Cuando pones una semilla en la tierra, ésta, actuando en conjunción con el entorno, actualiza toda la memoria de la forma de un árbol o de una planta. O sea que la semilla contiene las características genéticas que formarán el árbol, la flor o cualquier otro objeto. Estos serán los métodos del futuro de la arquitectura. La arquitectura del futuro tendrá componentes con memoria que formarán el mismo edificio: las paredes, las texturas, los colores, construido todo ya en el interior.
Eduard Punset: Y este tipo de ciudad genómica, que tiene sus propias instrucciones para replicarse, ¿tendrá una forma parecida a lo que he visto en tu trabajo, de ciudades circulares? Tus ciudades circulares están formadas por ocho o nueve círculos ¿Puedes explicarnos qué hay en cada uno de estos círculos?
Jacque Fresco: Todos los nuevos materiales del futuro, quizá el hormigón, estarán reforzados con fibra de carbono. En el centro del interior de la fibra de carbono habrá hilos de iones, y estos se podrán manipular por medio de campos magnéticos que asumirán la dirección más adecuada para reforzar y hacer más fuerte una estructura. En otras palabras, podrán ser controlados por medio de campos magnéticos. Los campos magnéticos pueden hacer rotar las partículas antes de que el hormigón fragüe en la dirección más apropiada, y así reforzar la estructura.
Eduard Punset: Una vez que se haya construido esta especie de modelo de ciudad circular ¿qué habrá en cada uno de los círculos? Empecemos por el círculo exterior.
Jacque Fresco: Cada ciudad se diseñará como una ciudad universitaria que ayude a mantener al día a todos los ciudadanos en todo lo que es nuevo, y cómo se relaciona la ciudad con otros sistemas vivos. La ciudad también debe contener centros de arte, de música, escuelas, dentistas, tiendas,... de manera que las personas no tengan que ir en coche en una dirección para ir al dentista y en otra para ir a las tiendas y en otra dirección para el trabajo. En resumen: la ciudad debe ser un sistema autosuficiente similar al cuerpo humano. El cuerpo humano contiene millones y millones de células que trabajan juntas para conservar el organismo humano. La ciudad del futuro debe ser completamente autosuficiente, debe poder regenerarse y debe generar suficiente energía para que funcione. La ciudad debe estar controlada por ordenadores -porque los ordenadores de hoy pueden controlar hasta 500 trillones de bits de información por segundo; no hay ningún ser humano que pueda hacer eso-. En las ciudades del futuro, con inteligencia interna, las ciudades podrán pensar, prepararse a sí mismas, mantenerse y ponerse al día así mismas basándose en la razón, los descubrimientos y la tecnología y metodología.
Eduard Punset: Tú dices que en una economía en la que escasean los recursos, se necesita dinero para distribuirlos; pero también dices que la situación ya ha cambiado. Gracias a la tecnología y a la ciencia, tendremos una abundancia de recursos. Por tanto, probablemente no habrá necesidad del dinero. De acuerdo: la situación será diferente. Pero, ¿quién se encargará de producir patatas y otras verduras y frutas? No vendrán de los laboratorios. ¿En qué parte de tus ciudades las produciremos?
Jacque Fresco: Bueno, en las ciudades mismas, el perímetro exterior de la ciudad puede estar dedicado a la agricultura. Puede haber una agricultura hidropónica, que no necesita suelo. Al final –y esto no está muy lejos– seremos capaces de cultivar el tejido mismo de las manzanas en lugar del árbol entero. Y lo cultivaremos en largos tubos de ensayo y seremos capaces de alimentar el tejido; y más adelante podremos cultivar tejido de hígado, tejido cerebral, de alguna manera tal y como hoy cultivamos la penicilina en una placa de Petri. La agricultura del futuro no estará en la tierra, en grandes granjas, sino que consistirá principalmente en el control y modificación de células vivas. Esta es la dirección general del futuro de la agronomía o tecnología agrícola.
Eduard Punset: De manera que la agricultura del futuro es la agricultura urbana: estará plenamente incorporada a los procesos de la vida en una gran ciudad ¿Es así, no?
Jacque Fresco: Sí, así es. El sistema de la ciudad tiene que dar satisfacción a todas las necesidades urbanas. Esto no puede producirse de golpe, sino gradualmente; pero la dirección a seguir es aproximadamente esta. Nadie puede prever cómo será el futuro realmente. Yo me limito a extrapolar las posibilidades de la tecnología del futuro, en particular la nanotecnología, es decir: la formación de moléculas disponiendo a los átomos según los modelos que se necesiten y fabricar los metales, o cualquier material que se necesite, sin recurrir a la minería. El futuro de la ciencia y la tecnología está mucho más allá de la comprensión que nos brinda el tipo actual de tecnología. Es por esta razón que tenemos que apoyar la investigación científica y no los planteamientos políticos de los problemas que no funcionan y sólo acarrean problemas adicionales para el futuro. Para dar una idea de dónde estamos: hoy día hay señales de tráfico en las autopistas que anuncian que la calzada está mojada y resbaladiza; nosotros eliminaremos estas señales y añadiremos abrasivos a la calzada para que no resulte resbaladiza cuando está mojada. Otro ejemplo: a veces se ahogan niños en las piscinas; pondremos redes en el fondo de las piscinas, y si alguien se cae en la piscina la red se levantará desde el fondo de manera que habremos eliminado el problema. Muchos problemas que tenemos hoy en día se deben, en realidad, a negligencias técnicas. Hoy en día tenemos la tecnología; si podemos enviar naves espaciales hasta Marte y podemos enviar desde allí información a la tierra, sin tripulación, sin duda podemos conducir por la ciudad un pequeño coche de manera automática. Tenemos que tener unidades de proximidad en los coches para evitar que choquen entre ellos; en otras palabras: los accidentes son negligencia técnica. El futuro de la ciencia y la tecnología puede resolver fácilmente estos problemas.
Eduard Punset: Dinos algo más acerca de los emplazamientos ¿dónde vamos a situar estas ciudades del futuro? ¿Bajo tierra, en los bosques, en el mar, en el espacio, en un barco?
Jacque Fresco: Construir las ciudades del futuro en el espacio no sería muy útil porque habría que llevar agua, materiales, etc. La colonización del espacio es realmente ciencia-ficción y no serviría para nada. Sin embargo, las estaciones espaciales sí que pueden tener una gran utilidad. Estas estaciones pueden monitorizar la Tierra y, desde 25.000 millas de distancia, pueden fotografiar las enfermedades de las plantas, las migraciones de los peces, las corrientes oceánicas, las temperaturas en todos los lugares del mundo. De manera que ya no habría que preocuparse más de las opiniones humanas: podemos obtener los hechos reales si utilizamos las estaciones espaciales para monitorizar la Tierra. En las ciudades del futuro, si no conseguimos controlar el crecimiento de la población, vamos a tener rascacielos de media milla de altura para que pueda haber parques alrededor; tendríamos que desplazarnos mar adentro, construir ciudades en el mar, más allá de la línea de costa, porque áreas como Hong Kong, San Francisco o Nueva York ya están tan superpobladas que resulta poco práctico vivir allí. Y si pensamos en la posibilidad de construir ciudades subterráneas en lugares que resulten hostiles para la vida, podemos construir unas grandes ciudades subterráneas donde vivan miles de personas y construir jardines tropicales bajo tierra. Para así tener fruta y bayas y naranjas bajo tierra. Esto ya se está haciendo en Islandia: utilizan el calor natural de la tierra, la energía geotérmica, y cultivan plátanos y frutas tropicales que facilitan a los niños en las escuelas. Esto es a lo que me refiero cuando hablo de utilizar la ciencia y la tecnología para las necesidades humanas, no para desarrollar armas ni en llevar armas láser al espacio. Esto lo están desarrollando un cierto tipo de especialistas, no científicos. Lo que necesitamos en el futuro son generalistas, gente que pueda comprender diversas disciplinas y puedan aplicarlas para el bienestar de todas las personas que viven en el mundo, sin que importe la raza, el color o la religión. Esto es lo que tenemos que hacer; si no lo conseguimos, continuaremos destruyendo el entorno y haciendo de la Tierra un lugar en el que resulte imposible vivir. Algunos científicos hablan de reestructurar otros planetas, lo llaman “terraformación”: sería mejor adaptar estos procesos a la Tierra, y “terraformar” la Tierra y acercarla de nuevo a sus condiciones naturales de origen tanto como sea posible. Esto no puede llevarse a cabo cuando el único propósito subyacente es el beneficio económico.
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