Amigas mías: Mujeres y madres, tocaremos ahora
un tema que muchas veces, tratamos de evadir, algunas
veces por no lastimar sentimientos de hijos que
desconocen las circunstancias. Cuando una pareja se casa, o simplemente se une para
llevar una vida juntos, se piensa en los arreglos normales
que más tarde necesitan para la convivencia.
¿Pero que pasa cuando hay hijos de una relación anterior?
Ellos, los padres se acomodan, pero los niños se ven “así solos
así mismos de repente”, invadidos por alguien que hasta hace
poco, era un desconocido para ellos, la mesa ya no es sólo de
ellos, ahora la tienen que compartir con alguien que antes
no estaba. En la mayoría de los casos, no se toma en
cuenta su opinión, sólo se les deja saber que mamá o papá
se van a casar, o que ya se casaron y que el esposo o la
esposa vendrá a vivir con sus ellos. O en algunos de los
casos, se vendrán cada dos semanas a convivir. a
compartir lo que antes fue sólo de ellos.
Se escucha muy a menudo decir a la madrastra: “Los quiero
como si fueran mios”. Pero a un niño, le cuesta entender
que ella ponga las reglas, ¡y de paso, todas nuevas! algo
a lo que no están acostumbrados. Entra en escena el
padrastro o la madrastra a impartir las nuevas disciplinas,
y es allí donde empiezan los problemas. Es allí, en donde
la madrastra se convierte en “la bruja mala del cuento”
y el padrastro es el “ogro”. Los “míos”, se refugian con
la madre, los “tuyos” con el padre, ¿y los nuestros? Crecen
con una confusión tratando de descifrar qué es lo que está pasando.
Consciente o inconscientemente, se sienten las distinciones.
Una ex compañera de clases me comentaba: “Cuando mis hijos van a comer, le pido a mis dos
hijastros que se esperen, que coman después,
porque molestan a los míos en la mesa”
Grande fue mi sorpresa cuando atendiendo una invitación,
me di cuenta con cuánta amabilidad les sirvió a todos
juntos. Días más tarde me decía: “Si no lo hago así,
mi esposo se siente y no quiero dañar mi matrimonio por
culpa de ellos” ¿Por culpa de ellos? ¿Acaso no somos los
adultos los que formamos a nuestros hijos? ¿No somos
acaso, los responsables de impartir el buen ejemplo?
Están por otro lado las madrastras que en el afán de retener
a su hombre, tratan mejor a “los tuyos” que a los “míos”
y hasta a los “nuestros”, no piensan por un momento de
qué forma pueden, o cómo pueden dañar a un niño en
plena formación, no piensan en las huellas de resentimiento
que esas conductas dejarán en sus tiernos corazones.
Miremos la otra cara de la moneda, ¿Qué pasa cuando
esos niños, sin tener culpa alguna, son envenenados
por un padre o una madre despechados, en
contra de la madrastra o padrastro?
Se les escucha decir: “Tú no eres mi madre”, “Tú no me
mandas”, “No tienes por qué decirme ni ordenarme
nada… no tengo por qué escucharte ni obedecerte”
A esto se le puede agregar también, que entre los
“tuyos, los míos y los nuestros” no existe hermandad,
no existe amabilidad, no existe respeto, porque cada
uno mira en ella a una intrusa, o a él
como al intruso de la película.
Valdría la pena pensar mucho cuál será el futuro de
esos niños, ¿Seremos capaces de tener una buena
relación con nuestros hijastros?
Valdría la pena pensar en cuánto les afecta a los niños
una separación de los padres, no podemos aspirar a que
nos tomen como una madre/padre, pero si podemos hacer
lo posible por llevar una relación amable y cortés,
para que “Los míos, los tuyos y los nuestros” puedan vivir
en un ambiente de amor, respeto,
tolerancia y comprensión.
¿Qué opinan ustedes amigas?
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