La creencia en lo
inevitable
El pasado, el presente
y el futuro dependen de lo incierto.
Esta
proyección en la incertidumbre recibe tantos nombres
como
plegarias. Lo llamamos destino, suerte, azar o casualidad
Solemos adorar al destino. Le depositamos nuestros deseos,
sueños, intenciones, palabras y hechos que todavía no ocurrieron. Si pasa algo
bueno o malo, decimos sin dudas 'es el destino'. Si todavía no ha pasado nada,
miramos al cielo y pensamos, 'ojala algún día suceda'.
El pasado, el presente y el
futuro dependen de lo incierto. Esta proyección en la incertidumbre recibe
tantos nombres como plegarias. Lo llamamos destino, suerte, azar o casualidad.
Motes para nombrar aquello que pensamos que no depende de nosotros.
Y así, mientras más creemos en
los caprichos del azar menos creemos en nosotros mismos y en nuestra capacidad
para convertir un objetivo en realidad. Nada tiene de perjudicial, la acción de
otorgar sentido a nuestros sueños a partir de la creencia en un destino que nos
acompaña, pero si nos quedamos al costado del camino, la suerte sólo es un
anhelo.
Desde el comienzo de la
humanidad, la sociedad a creado y recreado rituales y creencias que acompañan la
noción de destino. La cultura está conformada por diversas formas de obrar,
hacer y sentir que han generado distintas maneras de pensamiento mágico, que han
sostenido la idea del azar como parte constituyente de nuestras palabras y
acciones.
Religiones, creencias o
simplemente, supersticiones han legitimado la noción del destino como un factor
determinante de nuestras proyecciones. Sostenemos lo 'inevitable' como un hecho
que sucede por sí mismo, como si no hubiera opción, ni nosotros ni los otros son
responsables de lo que sucedió, sucede o sucederá.
'Fue el destino', 'tenía que
pasar' o 'estaba escrito', ¿quién no ha pronunciado estas afirmaciones alguna
vez? Y sí, cuándo un fracaso o un éxito ocurre a veces queremos creer en lo
inevitable, sin darnos cuenta que nuestra intervención o la de otras personas
han contribuido al hecho.
El azar es inmanejable e
inconmensurable. Es imposible proyectar en lo desconocido. La fuerza de la
incertidumbre es un camino que es muy difícil de sostener. Es muy complicado
depender de lo desconocido, podríamos pasar años esperando que algo ocurra.
En cambio, nosotros sabemos
quienes somos. Tenemos una identidad, una palabra, una acción, una voluntad y
una biografía que podemos construir a nuestro favor, si decidimos trabajar por
ella.
Sería omnipotente pensar que todo
depende de nosotros, tenemos que trabajar en equipo apoyándonos unos con los
otros para hacer el camino de los sueños un sendero más fructífero y exitoso.
Pero, cuánto más productivo será nuestro proyecto si en lugar de depositar
nuestro pensamiento en el azar focalizáramos en el sacrificio y el trabajo por
lograr las metas.
Escribir el destino, es tarea de
los seres que se ponen la vida al hombro, que en lugar de mirar al cielo, miran
al frente y hacen el camino del esfuerzo. Siempre, habrá inevitables y
tropiezos, decepciones y caídas; pero también sin dudas experimentaremos
aciertos y éxitos propios y de quienes nos acompañan.
Creer es maravilloso, pero
sabernos capaces de confiar que nosotros mismos somos los artífices de lo que
soñamos, nos hace ese tipo de personas que hacen de su utopía una experiencia
real.
Por Eugenia Plano | www.vidapositiva.com
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,