No existen fórmulas mágicas.
Cada persona debe encontrar su particular camino para conocer y gestionar sus
emociones y sus sentimientos para conseguir vivir mejor. Charles Chaplin
escribió que la vida es tan corta que solo nos alcanza para ser amateurs.
Esta afirmación también se
puede aplicar al llamado arte de vivir. Cuando ya vamos aprendiendo, la función
se termina. No hay recetas mágicas, y cada persona sabe en qué consiste su
particular modo de alcanzar ese arte. Los grandes filósofos se han ocupado de
ello. Y, por supuesto, los psicólogos. En este artículo nos centraremos en la
gestión de las emociones y los pensamientos.
Porque, como escribí en el
libro El oficio de vivir bien (Aguilar), con miedo, enfado o envidia (o con
dolor de muelas) difícilmente podemos tener la percepción subjetiva de estar
viviendo bien. Lo mismo sucede si estamos en una playa paradisiaca tomando el
sol y enfurruñados con la pareja, o pensando en el trabajo que nos espera en
septiembre.
EL ARTE DE VIVIR PASA
NECESARIAMENTE POR OBSERVAR , Y CUIDAR , LO QUE PENSAMOS Y SENTIMOS
” FELICIDAD INTERIOR BRUTA
Los países, y sobre todo en
tiempos de crisis, miden lo bien o lo mal que vivimos por la situación
económica. Pero como afirma el filósofo Jordi Pigem, el producto interior bruto
solo mide transacciones económicas, y sabe muy poco del auténtico bienestar de
las personas. 'Desde hace décadas existen indicadores menos reduccionistas, que
miden el bienestar no solo a través del flujo de dinero. Pero hay muy pocos. Por
ejemplo, en Bhutan identifican tres venenos en nuestras vidas: la codicia, la
hostilidad y la ignorancia (en el sentido de confusión mental). Estos tres
venenos han crecido en el mundo materialista, hasta encontrarlos hoy
institucionalizados en nuestros sistemas económico, político, y mediático”,
afirma en su libro La buena crisis (editorial Kairós). Según Pigem, un progreso
en la generosidad, la solidaridad y la sabiduría contribuirían a pasar de una
sociedad basada en el crecimiento económico a otra basada en el crecimiento
vital.
¿Por dónde empezar? Por la
persona. Por la educación y por la gestión emocional. Según el psiquiatra
Claudio Naranjo, 'la educación actual solo se ocupa de la mente racional,
práctica, instrumental, como si fuéramos solo eso. Se crean seres egoístas y
prácticos que no tienen una dimensión del goce de la vida. No parece legítimo
educar para la felicidad. Si se calculara el precio de la infelicidad que se
crea, se vería lo antieconómica que es nuestra educación”.
Algunas cifras de esta
infelicidad: en 2020, según la Organización Mundial de la Salud, la depresión
será la segunda enfermedad más extendida, superada solo por enfermedades
cardiovasculares. El suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes.
El estrés, la ansiedad y la depresión son la segunda causa de baja laboral en
España.
BIENESTAR EMOCIONAL
El arte de vivir empieza por
una correcta gestión de las emociones. En Occidente nos hemos fijado en el
desarrollo intelectual de las personas, pero no en el desarrollo emocional.
Nunca es tarde para cambiar nuestros patrones emocionales. ¿Cómo? Según la
filósofa Elsa Punset, con el viejo conócete a ti mismo de los griegos. 'Aunque
ellos no nos decían cómo. Se trata de conocer y gestionar nuestros mecanismos
emocionales. Es decir, lo contrario a la represión emocional que hemos ejercido
hasta ahora”.
Afirma el doctor Mario Alonso
Puig que una emoción es un fenómeno físico en el que se producen una serie de
cambios fisiológicos que afectan a nuestras hormonas, a nuestros músculos y a
nuestras vísceras. Estos cambios tienen una duración limitada a minutos, o, como
mucho, a algunas horas. 'Digamos que una vez que el elemento interno (un
pensamiento angustioso) o externo (un insulto) han pasado, la reacción emocional
que se ha desencadenado poco a poco va remitiendo hasta que volvemos al estado
en el que nos encontrábamos antes de que el pensamiento o el insulto se
produjeran”. El problema es que si esa emoción se reprime, se puede convertir en
un estado de ánimo, que puede durar meses o años.
'De alguna manera”, afirma el
doctor Mario Alonso Puig en su libroReinventarse (Plataforma), 'nos quedamos
como congelados en un tipo de emoción, hasta el punto de que llegamos a
identificarnos con ella, casi como si formara parte de la realidad que somos”. Y
hay estados de ánimo que aportan ventajas, y otros que son muy disfuncionales y
nos generan un enorme sufrimiento.
Un ejemplo: la ira. La ira es
como un cubo lleno de agua sucia. Cuando nos enfadamos, o bien lanzamos el
oscuro contenido de ese cubo a la cara de quien nos ha provocado la ira, o bien
callamos, de modo que nos lo lanzamos encima. Lo ideal sería lanzar el agua
sucia a un terreno neutro; practicando deporte, por ejemplo. Y después, cuando
estemos ya tranquilos, expresar al otro cómo nos hemos sentido, con asertividad.
Por eso no es recomendable escribir e-mails cuando estamos enfadados. Así se
estropean muchas relaciones interpersonales.
GESTION DE LOS PENSAMIENTOS
Nadie nos ha enseñado a
gestionar nuestros pensamientos. Tenemos cada día entre 40.000 y 60.000
pensamientos y a la mayoría les hacemos caso. El arte de vivir también es
incompatible con los pensamientos obsesivos sobre el pasado o futuro. Afirma
Miriam Subirana, profesora de meditación, que el pasado, en gran medida, nos
impide ser libres. 'Vivir del recuerdo es no gozar plenamente del presente.
Vivir del recuerdo nos debilita. Es como ser un enchufe que se conecta a una
toma de corriente por la que no pasa la corriente. Vamos perdiendo nuestra
energía. Queremos revivir una experiencia que ya pasó, y finalmente nos sentimos
decepcionados y con un gran desgaste emocional y mental”.
Todos los sabios orientales
coinciden en que el arte de vivir se basa, en buena medida, en nuestra conexión
con el momento presente. La mente tiende a ir hacia el pasado y el futuro. Y
muchos de los pensamientos sobre el futuro son proyecciones negativas, como el
miedo, que normalmente no sirve para nada (aunque a veces es amigo de la
prudencia).
El miedo tiene una base
biológica; es una emoción que nos ha ayudado a evolucionar, porque nos alerta de
los peligros. Pero en nuestra sociedad es excesivo: se trata de reconducirlo.
Cuanto más pensamos en el miedo, más fuerza le damos.
EMPIEZA EN LA MENTE
'El sufrimiento creado por uno
mismo es fundamentalmente una fabricación de la mente”, afirma uno de los más
celebrados maestros de meditación tibetanos de la nueva generación, Yongey
Mingyur Rimpoché. En su libro La dicha de la sabiduría (Rigden Institut Gestalt)
cuenta cómo un alumno empezó a analizar su propia ansiedad, y comenzó a ver que
el problema no estaba en el trabajo, sino en lo que él pensaba de su trabajo.
'Poco a poco”, dice el alumno, 'empecé a darme cuenta de que la esperanza y el
miedo no eran más que ideas que flotaban en mi mente. En realidad, no tenían
nada que ver con mi trabajo”. Ese cambio de perspectiva transforma nuestra
realidad. 'Cuando estoy angustiado, puedo observar esos impulsos y ver que tengo
una elección. Y si elijo observarlos, aprendo más sobre mí mismo y sobre el
poder que tengo para decidir cómo reaccionar a los acontecimientos de mi vida”.
Podemos elegir siempre cómo
reaccionar ante pensamientos y emociones. Pero hace falta entrenamiento. (Ojalá
meditación y gestión emocional se enseñen en las escuelas). El psiquiatra Víctor
E. Frankl, que fue una de las víctimas de Auschwitz, afirmaba que a la persona
se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas:
'La elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias”. A
menudo no podemos elegir los hechos, pero sí el cómo enfrentarnos a estos
hechos.
Según el budismo, la mayor
parte del sufrimiento es creado por uno mismo. Afirma Yongey Mingyur Rimpoché
que este sufrimiento es fundamentalmente una fabricación de la mente, pero que
no es menos intenso que el sufrimiento natural: 'En realidad puede ser bastante
más doloroso”. Este sufrimiento se puede expresar en forma de historias que nos
contamos a nosotros mismos, a menudo incrustadas en lo más profundo de nuestro
inconsciente, según las cuales no somos suficientemente buenos, ricos o
atractivos, o nos falta algún tipo de estabilidad.
La meditación nos permite
observar los pensamientos y las sensaciones asociadas a este sufrimiento. Al
hacerlo, se desvanecen. El mundo que nos rodea, nuestro cuerpo, nuestros
pensamientos y sentimientos están en constante cambio. En términos budistas este
cambio se conoce comoimpermanencia. Aceptar que todo es impermanente y no
aferrarnos a las cosas ni a las personas es uno de los pilares del arte de
vivir, según el budismo. Ni un solo maestro oriental defendería que el arte de
vivir consiste en adquirir posesiones –en tener–, sino en ser. Casi nada de lo
que nos ha proporcionado felicidad lo hemos logrado con dinero.
LIBROS Y CLAVES
• Reinventarse, de Mario
Alonso Puig. Editorial Plataforma.
• La dicha de la sabiduría, de
Yongey Mingyur Rimpoché.
• Editorial Rigden Institut
Gestalt.
• El oficio de vivir bien, de
Gaspar Hernández. Ed. Aguilar.
Link: http://elpais.com/diario/2010/08/15/eps/1281853612_850215.html