San
Pablo recordaba a los cristianos de Éfeso
que Jesús había dicho: «La felicidad
está más en dar
que en recibir». El mismo sentía gran alegría en llevar
el
mensaje de salvación por pueblos y ciudades a toda
clase de personas. Y es la
vivencia que tú puedes
experimentar, si por amor te donas a los demás
en gestos
de servicio humilde.
Un anciano muy pobre se dedicaba a sembrar árboles de mango. Alguien le dijo:
'¿Cómo es que a su edad se dedica a plantar mangos? ¡Tenga por seguro que no
vivirá lo suficiente para consumir sus frutos!' El anciano respondió
apaciblemente: 'Toda mi vida he comido mangos de árboles sembrados por otros.
¡Que los míos rindan frutos para quienes me sobrevivan!
Habitamos un universo espléndido en el que todo y todos tienen algo que
ofrecer. Los árboles dan, los ríos dan, la tierra da, el sol y la luna y las
estrellas dan. ¿De dónde, pues, esa ansiedad por tomar, recibir, juntar,
acumular, sin dar nada a cambio? Todos podemos dar algo, por pobres que seamos.
Podemos ofrecer pensamientos agradables, dulces palabras, sonrisas radiantes,
conmovedoras canciones.
¡Qué hermosa lección! 'Todos podemos dar algo por pobre que seamos'. Esto
será para otros motivo de alegría y felicidad, pero sobre todo para ti será una
fuente de satisfacción y dicha profunda, porque nada plenifica tanto al hombre
como sus gestos de amor gratuito. Es mi deseo que experimentes hoy la felicidad
de dar.