A la pandemia, la crisis económica y las convulsiones sociales de este 2020 le acompañarán, durante su último trimestre, varios procesos electorales que son verdaderas encrucijadas en algunos de los países del continente.
Bolivia celebrará sus comicios presidenciales el 18 de octubre, luego de las conflictivas elecciones de 2019, en las que el presidente en ejercicio Evo Morales fue declarado triunfador, aunque después fue desalojado del poder y enviado al exilio. Casi un año después, se pone término al interinato que nació durante ese evento, alentado por policías y militares.
Luego, el 25 de octubre, le toca a Chile realizar el plebiscito para decidir si se deroga la actual Constitución, diseñada por el pinochetismo, y también los medios para hacer la nueva: si será por una Constituyente general o en conjunción con el Parlamento.
Después será el turno de EE.UU. El 3 de noviembre habrá una pelea presidencial que algunos vaticinan que podría prolongarse varios días antes de tener el resultado definitivo, en medio del auge de manifestaciones antirracistas y supremacistas. Finalmente, Venezuela realizará el 6 de diciembre sus parlamentarias, en medio de un llamado a la abstención de los sectores radicales que han boicoteado los últimos procesos electorales.
Final de año convulso
Todos estas naciones sufrirán procesos electorales marcados de manera tajante por choques ideo-políticos, cuajados por corrientes históricas.
Fuertes tensiones acompañan todos estos momentos que se vislumbran como verdaderas crisis societales, que han llegado a los altos niveles de violencia social o política desde el estallido chileno y el golpe y exilio de Evo Morales en el último trimestre de 2019.
Este 2020 ya se produjo en EE.UU. un levantamiento antirracista de larga duración, que ha tenido varios meses en vilo a la nación norteamericana y aún la mantiene así.
Este 3 de noviembre, en un escenario que se espera muy cerrado, con probabilidades de alargarse y con cantos de fraude a flor de boca, un Donald Trump pendenciero buscará aplanar a Joe Biden si no es por la vía del voto popular, por medio de los colegios electorales. Y si no, por el atajo de la Corte Suprema, en caso que los comicios se alarguen y se dificulte el nombramiento de un ganador definitivo. Todo esto en medio de disturbios raciales y supremacistas blancos armados y movilizados. Un verdadero polvorín.
Este 3 de noviembre, en un escenario que se espera muy cerrado, con probabilidades de alargarse y con cantos de fraude a flor de boca, un Donald Trump pendenciero buscará aplanar a Joe Biden si no es por la vía del voto popular, por medio de los colegios electorales. Y si no, por el atajo de la Corte Suprema.
Bolivia no está muy lejos de una situación similar. Ya se vivió a finales de 2019 que sectores de derecha, que hoy están en la competencia electoral, desconocieron los resultados con apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA) y se lanzaron a la calle despojando del poder, con cierta facilidad, a quien había sido vencedor según el Tribunal Electoral.
Si bien las actuales encuestas tienen de primero a Luis Arce (un miembro del partido de Evo Morales), el candidato presidencial necesitaría ganar en la primera vuelta para asegurar el triunfo y eso es algo que aún esta en duda debido a los resultados cerrados que se esperan. Además, los requerimientos legales para triunfar sin ir a balotaje complican la jugada.
En Bolivia, el vencedor en primera vuelta debe obtener más del 50 % de los votos o sacar 10 puntos de ventaja al segundo, ambos requisitos que, en el caso de Evo Morales, no logró de manera contundente. La segunda vuelta puede unificar muchos sectores en contra de la corriente progresista. El desconocimiento del resultado podría incendiar las calles, especialmente si gana el Movimiento al Socialismo (MAS), aunque también si hay una descarada intervención de los sectores de derecha en el resultado.
En Chile se vive el punto culminante de un radical proceso político, llamado el 'estallido chileno'. Por medio de un plebiscito, los ciudadanos podrán poner fin a la Constitución que diseñó Pinochet, una Carta Magna con la que sucesivos gobiernos han tenido que convivir y aceptar, de manera sumisa, a pesar de su naturaleza antidemocrática. No obstante, también habrá que esperar el resultado que obtengan los poderosos sectores de derecha -que acumulan varios triunfos electorales en su haber-, y que han convocado a votar por el 'No apruebo' y así impedir el cambio constitucional.
Ya en el último mes del año, Venezuela vivirá unas legislativas que permitirán renovar la Asamblea Nacional, dominada actualmente por los partidos opositores, cuyos líderes más radicales han hecho un llamado a la abstención. La petición de no participar en las urnas los dejará fuera de la contienda por el Parlamento, aunque desde esos mismos sectores han convocado a sabotear el proceso comicial o incluso a intentar una 'Consulta' paralela.
En Venezuela también han sucedido eventos electorales conflictivos los últimos años, como la elección constituyente de 2017, en la que sectores opositores bloquearon centros electorales para impedir la celebración de las elecciones. En este país también se han vivido momentos de violencia política en épocas recientes, como el golpe del 30 de abril de 2019 y las 'guarimbas' de 2017.
Sigue ...