clica para oirlo en la voz de Manuel Dicenta
Romance del infante vengador
¡Helo, helo por do viene el infante vengador, caballero a la jineta en un caballo corredor, su manto revuelto al braço, demudada la color, y en la su mano derecha un venablo cortador! Con la punta del venablo sacarían un arador, siete veces fue templado con la sangre de un dragón y otras tantas afilado porque cortasse mejor; el hierro fue hecho en Francia y el asta en Aragón; perfilándoselo yba en las alas de su halcón. Yba buscar a don Cuadros, a don Quadros, a don Cuadros el traydor: allí le fuera a hallar junto el emperador. La vara tiene en la mano, que era justicia mayor. Siete veces le pensaba si lo tiraría o no, y al cabo de las ocho el venablo le arrojó. Por dar al dicho don Quadros, dado ha al emperador, passado le ha manto y sayo, que era de un tornasol; por el suelo ladrillado más de un palmo lo metió. Allí le habló el rey, bien oyréys lo que le habló: —¿Por qué me tiraste, infante? ¿Por qué me tiras, traydor? —Perdóneme tu alteza, que no tiraba a ti, no; tiraba al traydor de Quadros, esse falso engañador, que siete hermanos tenía no ha dexado sino a mí, no; por esso delante de ti, buen rey, lo desafío yo. Todos fían a don Cuadros, y al infante no fían, no, si no fuera una doncella, hija es del emperador, que los tomó por la mano y en el campo los metió. A los primeros encuentros, Quadros en tierra cayó. Apeárase el infante, la cabeça le cortó, y tomárala en su lança y al buen rey la presentó. De que aquesto vido el rey, con su hija le casó.
ROMANCERO ESPAÑOL
|