La primera noche
ellos se acercan y cogen una flor
de nuestro jardín,
y no decimos nada. La segunda noche ya no se esconden pisan las flores, matan nuestro perro y no decimos nada. Hasta que un día el más frágil de ellos entra sólo en nuestra casa, nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo nos arranca la voz de la garganta. Y porque no dijimos nada ya no podemos decir nada
Vladimir Maiakovski.
| | | | | | | |