Como aquellos hombres anda el doctor Jorge Antonio Calvera Rosés, Máster en Ciencias Arqueológicas, Hijo Distinguido de Ciego de Ávila, Orden Carlos J. Finlay, Premio Nacional de Ciencias Sociales de la Academia de Ciencias de Cuba, en el 2005; y merecedor, recientemente, de la Réplica del Machete del Coronel Simón Reyes, la más alta distinción que confiere la Asamblea del Poder Popular en la provincia.
Calvera decidió plantar para siempre aquí la tienda de campaña de su vida, luego de haberla armado en Baracoa, donde nació; Santiago de Cuba, Ciudad de La Habana y en algunos otros lugares, obligado por el trabajo y por "faldas provocadoras".
Camina acompañado de su bastón, y todos los días le llegan alucinaciones de huellas aborígenes. "Alucinaciones, no", refuta. Y advierte: "Son evidencias claras y sostengo que existieron en Cuba cacicazgos Taínos, en las áreas de concentración aborigen en la Sierra de Cubitas y Caonao, en la provincia de Camagüey; y en la zona de Cunagua y Los Buchillones, en el norte de Ciego de Ávila.
"Durante siete lustros recolectamos evidencias en Cubitas, Caonao y, más acá en el tiempo, en Los Buchillones. En este último sitio hemos encontrado más de 1 500 piezas de madera, entre objetos y restos de edificaciones, la mayor muestra hallada en Cuba y en todo el Caribe insular.
"Investigamos, analizamos las piezas y vimos que entre todas había similitudes. Las cerámicas tenían un modelado muy parecido, seña de que las hicieron personas que convivieron en el tiempo y eran de una misma variante cultural."
"Sí hubo cacicazgos en Cuba", fue la frase que destapó la caja de Pandora, cuando se la soltó a boca de jarro a Estrella Rey (hoy fallecida), una de las voces más autorizadas en el país desde los puntos de vista de estudios históricos y paleoetnográficos.
"Ella me pidió que le explicara, y le hablé de las pruebas encontradas en las áreas estudiadas, de la organización que posibilitaba el equilibrio entre las aldeas que compartieron el mismo espacio, en un mismo tiempo.
"Es mi opinión, expresé con total seguridad. Me miró a los ojos y dijo: ‘Tienes razón, Calvera’.