Sorpresa en el Chorro de Maíta
Alexis Rojas Aguilera
HOLGUÍN.— Frente a la opinión más extendida en los últimos diez años entre los arqueólogos aproximados al tema, sobre el carácter tardío y de corta duración del cementerio aborigen de mayor dimensión y diversidad en cuanto a prácticas funerarias en la región caribeña, el Chorro de Maíta, con más de un centenar de osamentas demuestra que la realidad es bien distinta.
Esa novedad la comunicó el antropólogo César Rodríguez, del departamento Centro-Oriental de Arqueología del CITMA, tras el análisis realizado a tres muestras escogidas, en el laboratorio Veta Analytic Inc., de Estados Unidos, revelador de que la antigüedad del sitio se extiende por lo menos 500 años antes de la llegada de Colón.
Los estudios, aplicados a restos mortales o materiales de diferentes áreas del cementerio y localizados en distintas profundidades para permitir un adecuado comportamiento por su disposición espacial, certificaron tres momentos: siglos XI, XIII y XVI de nuestra era.
Uno de ellos se aplicó al esqueleto número 25, encontrado a 88 centímetros de profundidad, en posición fetal o fuertemente flexionado, que es una forma de enterrar muy difundida entre los pueblos antiguos; creían que el hombre debía ser devuelto a la tierra de similar forma a como vino al mundo, para reiniciar un nuevo ciclo de vida o ritos telúricos.
Ese enterramiento arrojó el año de 1080 más-menos 70, es decir, siglo XI y por tanto aparece entre los fechados más tempranos que registra el poblamiento aborigen de la región de Banes, donde se ubica el Chorro de Maíta.
El otro esqueleto estudiado fue el número 39, encontrado a 79 centímetros de profundidad y en el extremo contrario. Apareció extendido con los brazos sobre el pecho, aparentemente la norma cristiana de enterramiento. Ese cadáver alteró otros anteriores y siempre se consideró tardío en el contexto de Maíta. El fechado confirmó una antigüedad de 360 años más-menos 80 AP y sitúa su defunción en el año 1590.
La tercera muestra escogida fue de carbón vegetal de un posible fogón, en ángulo con las dos anteriores y valida una fecha alrededor del año 1220, siglo XIII.
Por tanto, el cementerio de Chorro de Maíta, un verdadero tesoro de la arqueología cubana y caribeña, tiene larga duración, y el hecho de que los pobladores de ese sitio del cerro de Yaguajay escogieran un punto para sepultar a sus muertos, evidencia que poseían nivel de desarrollo periurbano.
César Rodríguez precisó que los estudios a los que se había podido acceder hasta ahora, por su cronología relativa, arrojaron homogeneidad y temporalidad tardía, lo cual provocó una inadecuada apreciación inicial.
Reveló que también profundizan, sin aún arribar a conclusiones, en la casi total ausencia de fracturas de huesos en los cadáveres localizados en el Chorro de Maíta.