Los cables cifrados de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos que le dieron la vuelta al mundo con el concurso de Wikileaks no dejaban dudas del papel que le concede el Departamento de Estado y su representación en La Habana a ciertos usuarios del ciberespacio, que se han beneficiado de la intención y los miles de dólares y euros de los fabricantes de líderes, empeñados en apostar por caras nuevas.