Hay que tener la cara bien dura para hacer lo que ha hecho Jean Claude Duvalier: llegar casi sorpresiva e intempestivamente a Puerto Príncipe, acompañado de su actual mujer, inclinarse a besar la tierra haitiana al descender del avión de Air France, evocar la figura de un héroe de la independencia, instalarse en un hotel de lujo y decir a la prensa: “He venido a ayudar”.