Cada 24 de marzo La Plaza de Mayo, en Buenos Aires (como en muchos otros puntos de la geografía de Argentina), es tomada por miles y miles de personas que van a rendirle tributo y honor a los más de 30 mil hijos de esta tierra desaparecidos por la última dictadura cívico-militar instaurada ese día de 1976 (sí, fue cívica tanto como militar porque corporaciones, empresarios, autoridades religiosas y personajes faranduleros contribuyeron y apoyaron a esa Junta Militar que impuso el terrorismo de Estado).
El momento más emocionante de esta imponente y ya tradicional marcha es cuando pasan escoltados por la multitud las abuelas, las madres, los hijos, los familiares, ¡el pueblo entero!, portando todos una larga tela -que mide varias cuadras- con la foto de cada uno de los desaparecidos.
Editando las fotos de esta larga tela de la memoria, salta en facebook la letra de una canción hermosa dedicada a la lucha de esos más de 30 mil compañeros. Es un tema de mi querido Vicente Feliú, la cual tomo de su muro para acompañar estas imágenes y, más que nunca, recordar que: ¡Ni olvido, ni perdón!
Donde quedó el Buenos Aires aquel
que cantaron Lepera y Gardel
aunque no llore por ti Argentina
no puedo olvidar treinta mil
que cantaron, amaron, soñaron,
mirando el instante del último adiós.
Cómo podrás inventarte una paz
que se asiente así sin recordar.
Dónde hallarás la memoria perdida
entre el susto y un pobre empezar
a encontrarte reírte, sufrirte,
mirando lo tremendo del último adiós.
Querida el cielo no puede ayudar
a borrar el mal de la verdad
y aunque mi tierra está lejos
la tuya me duele en un tono marcial
y me da por pensar que no puedo llorar.
Porque llorar solo lleva a calmar
la nostalgia de los que no están
y con el tiempo el recuerdo hace muerto
y entonces vas a preguntar
donde están los culpables letales
mirando el fantasma del último adiós.
Quiere mi canto sumarse a tu canto
en un cuento que está por llegar
donde aquel llanto se teja
su manto de fierro y haga recordar
los que amaron, cantaron, soñaron,
mirando la vergüenza del último adiós.
¡Ay! Argentina me salva la fe
con que cantas tu tierra y tu voz.
No puedo menos que alzarme a mi vez
con tu canto mi amor
la esperanza y la resistencia
con que vivo en ti.
Y si otro tiempo sediento de odio
te vuelve a ocupar el amor,
nunca te olvides que hay en el Caribe
un verde esperanza a encontrar
los que amaron, cantaron, soñaron,
mirando la belleza del último adiós.
Nota de Vicente en su muro de Facebook tras postear la letra de esta canción:
Buenos Aires, casa de Paula Ferré, 10 de diciembre de 1999. Cuando la canté en casa de Quito Figueroa, Javier Corte me dijo: ¿el Negro Heredia te marcó, eh? Y tanta razón tenía, que se la dediqué a Víctor.