Andrés Aberasturi
Que González Pons (PP) haya felicitado y agradecido el viaje de la vicepresidenta de la Vega a Haití, es tal vez lo único sensato de todo lo que está ocurriendo tras la tragedia. Y me refiero, claro, a los políticos, no a esa legión de militares, bomberos médicos etc. que lo han dejado todo para ayudar a los que ahora más lo necesitan.
Pero qué desastre en cuanto se sube un peldaño más: La ONU va por una parte, EEUU envía a sus marines por otra y provoca el mosqueo del presidente francés que, a su vez, se mueve al margen de la Unión Europea tal vez porque la UE no se aclara: España como presidenta de turno y la responsable de Asuntos Exteriores de la Unión, no parece que se entiendan y no quiero ni pensar que es por culpa de un deseo de protagonismo. Cientos de ONGs y hasta entidades privadas abren cientos de cuentas corrientes y en el aeropuerto de la capital haitiana se concentran todo tipo de ayudas sin orden ni concierto -tal vez sin destino- mientras los ataúdes triplican su precio por la ley de la oferta y la demanda.
No es fácil entender como en un mundo tan estructurado se pueda llegar a este desorden en una situación en la que el tiempo, la urgencia, resulta absolutamente trascendental. Y tal vez sea esa misma superestructura la que complica más las cosas. La única lección que tendríamos que sacar de todo esto es que resulta mucho más urgente reinventar la globalidad que el sistema financiero. Ya sé que lo primero es imposible sin lo segundo, pero parece claro que ni aun siendo solidarios, que ni en los momentos de los hombres no sentimos más humanos y más comprometidos, somos capaces de superar esos ciertos límites que tienen un tufillo a egoísmo y ansia de notoriedad.
Hace ya mucho tiempo que dejé de ser "anti-yanqui" porque sí; eso está bien a los 20 años o si crees que Chavez está cuerdo. Al final, y en estas situaciones de emergencia, sólo creo en los profesionales voluntarios y en ese oscuro pelotón de soldados que, como escribió no sé quien, son siempre los que a última hora salvan la civilización y la dignidad. Creo en los marines USA y en los bomberos españoles muchos más que en quienes les mandan. Ya sé que se me va a recordar y echar en cara tantos desmanes como los ocurridos en Irak; pero me pregunto que hubiera sido de Europa si EEUU no hubiera entrado en la última guerra. Haití es hoy un infierno sin ley donde se matan los que aun no han muerto. Restablecer un cierto orden resulta urgente y necesario para salvar más vidas; luego hablaremos del resto. Si los marines cumplen esa función, benditos sean, que tiempo habrá de preguntarnos todos cómo dejamos que las cosas llegaran hasta donde llegaron antes del terremoto. Esa es la gran pregunta a la que deben responder las autoridades del mundo, esa es la reforma que muchos exigimos de la llamada globalización.