Virgen María, Madre de Dios, dame un corazón de niño, puro y transparente como el agua de una fuente.
Dame un corazón sencillo que no se goce en la amargura de la tristezas.
Un corazón grande para darse y tierno a la compasión.
Un corazón fiel y generoso que no olvide ningún beneficio ni guarde ningún rencor.
Dame un corazón manso y humilde, que ame sin exigir ser amado, que goce desapareciendo en otro corazón y dispuesto a hacer la voluntad divina.
Dame un corazón grande y valiente que no se cierre por ninguna ingratitud ni se canse por ninguna indiferencia.
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