El corazón de una mujer debe estar tan oculto en Jesús, que un hombre debe buscarlo a Él primero para encontrarla a ella.
Cuando digo que soy católica, no estoy gritando lo limpio que estoy viviendo. Estoy susurrando que estaba perdida, pero he sido encontrada y perdonada.
Cuando digo que soy católica, no hablo sobre esto con orgullo.
Estoy confesando que tropiezo y que necesito a Jesús y a la Virgen María para que sean mi guía.
Cuando digo soy católica, no estoy tratando de ser fuerte. Estoy declarando que soy débil y que necesito su fuerza para sostenerme.
Cuando digo soy católica, no estoy alardeando de mis éxitos. Estoy admitiendo que fallo y que necesito a Jesús para que limpie mi vida desordenada
Cuando digo soy católica, no estoy afirmando que soy perfecta. Mis faltas son muy visibles, pero Dios cree que valgo la pena.
Cuando digo soy católica, de mi parte aún siento el aguijón del dolor. Aún tengo tristezas y algunas veces dudas pero se calman cuando llamo su nombre: JESUCRISTO
Cuando digo soy católica, no soy una santurrona. Sólo soy una simple pecadora que recibe la GRACIA de DIOS, de alguna manera.