
“Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra” (Mt 5, 4)
En este mundo parece que los que triunfan son los violentos. Pero este triunfo es aparente y Dios no permite que sobrepasen la medida, pues cuando alguien pasa la medida, el Señor lo abate y lo derriba de su trono. En cambio los mansos ganarán el Cielo y poseerán la tierra en herencia, en la nueva creación, cuando haya nuevos cielos y nueva tierra. Jesús también es manso y humilde de corazón, y nos pide que aprendamos de Él estas dos virtudes. Si las practicáramos los hombres, ya no habría tanta maldad, odios y guerras en el mundo. Pero el ser buenos se toma como una debilidad y el mundo se burla de los buenos y mansos. Pero no tengamos esto en cuenta, sino pensemos en agradar a Dios y ser como Él quiere que seamos: buenos, pacíficos, mansos y humildes.
Jesús, en Vos confío.


|