Día del Catequista
La iglesia celebra hoy 21 de agosto, el día del catequista, en conmemoración del papa Pío X quien tuvo actuación preponderante a favor de la catequesis e hizo posible entre otras cosas que los niños se acerquen a los sacramentos a edad temprana.
La catequesis ha sido siempre considerada por la Iglesia como una de sus tareas primordiales, ya que Cristo resucitado, antes de volver al Padre, dio a los Apóstoles esta última consigna: hacer discípulos a todas las gentes, enseñándoles a observar todo lo que Él había mandado.(Mt 28, 19s). Él les confiaba de este modo la misión y el poder de anunciar a los hombres lo que ellos mismos habían oído, visto con sus ojos, contemplado y palpado con sus manos, acerca del Verbo de vida.(1 Jn 1, 1). Al mismo tiempo les confiaba la misión y el poder de explicar con autoridad lo que Él les había enseñado, sus palabras y sus actos, sus signos y sus mandamientos. Y les daba el Espíritu para cumplir esta misión.
El catequista se reconoce en búsqueda, en camino; no se cree ni dueño de la verdad ni el "maestro" que llega para esclarecer a los demás sino un instrumento que el mismo Jesús, presente en la comunidad, envía, sostiene y da fuerza para superar las oscuridades y dificultades. Es parte de la gran marcha de creyentes que han recorrido y aún recorren la historia. Marcha que fue iniciada por el pueblo de Israel y ha continuado en la Iglesia y, a través de ella, ha llegado hasta nosotros.
Recordemos juntos aquellas palabras que dirigiera en ocasión del Jubileo de los Catequistas Juan Pablo II. “En Juan Bautista encontráis hoy los rasgos fundamentales de vuestro servicio eclesial. Al confrontaros con él, os sentís animados a realizar una verificación de la misión que la Iglesia os confía. ¿Quién es Juan Bautista? Es, ante todo, un creyente comprometido personalmente en un exigente camino espiritual, fundado en la escucha atenta y constante de la palabra de salvación. Además, testimonia un estilo de vida desprendido y pobre; demuestra gran valentía al proclamar a todos la voluntad de Dios, hasta sus últimas consecuencias. No cede a la tentación fácil de desempeñar un papel destacado, sino que, con humildad, se abaja a sí mismo para enaltecer a Jesús”.
Cerramos el tema con la Oración del Catequista:
Señor, Dios mío, que nos hiciste Catequistas, discípulos y misioneros tuyos, te pedimos que nos ayudes a ser instrumentos de paz y de servicio, a tener siempre un trato amable y cortés. Que acepte las limitaciones ajenas y reconozca las virtudes de los demás. Enséñanos Señor, a sostener y alentar, a generar desde nosotros y en los demás una comunidad más justa, más digna y fraterna. Que María, Nuestra Madre, que es camino de gracia y de humildad, nos guíe en la vivencia de los valores, que nos permiten sentirnos más hermanos, hijos de un mismo Padre. Amén.
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