EL
PODER DE UNA SONRISA
Había
una vez un hombre junto al camino que se sentía totalmente
abatido.
Un
caminante lo vio y le sonrió.
Para
aquel hombre que había perdido toda esperanza y se sentía abandonado, aquella
sonrisa le causó un tremendo efecto.
El
pensamiento mismo de que había alguien que le mostraba afecto al mirarle con
aquella sonrisa, le dio nuevos ánimos.
En aquel
momento, recordó a un amigo que no había visto desde hacía tiempo, y le escribió
una carta para anunciarle que lo visitaria pronto.
El amigo estaba tan feliz al recibir
aquella carta que le dio diez rupias a una mujer pobre que vivía cerca.
La mujer
compró un número de lotería con aquel dinero. Y mira por dónde, ¡ganó el primer
premio!
Cuando
volvía a casa con el dinero del premio, vio a un pordiosero enfermo que yacía en
medio de la calle.
Entonces pensó: "Gracias a Dios he recibido este golpe de
suerte.
Voy a
utilizar algo de ese dinero en ayudar a este pobre hombre." Llevó al hombre al
hospital y pagó su tratamiento.
Cuando el pordiosero salió del
hospital, vio a un cachorro abandonado que tenía frío y hambre, y apenas podía
caminar. El cachorro lloraba lastimosamente y el pordiosero se sintió
conmovido.
Levantó
al cachorro, lo envolvió en una pieza de tela y encendió un pequeño fuego junto
al camino para que se calentara.
Compartió su comida con el pequeño perro, que tras
estos cuidados enseguida recuperó su fuerza.
El cachorro siguió al
pordiosero.
Aquella
noche, el hombre paró enfrente de una vivienda preguntó si podría pasar allí la
noche.
La
familia permitió que el pordiosero y el pequeño perro durmieran en el porche.
Durante la noche, el pordiosero y las personas que vivían en la casa se
despertaron por los incesantes ladridos del cachorro.
Descubrieron que la casa estaba en llamas, casi a
punto a afectar a la habitación del bebé.
En el
último instante, pudieron rescatar al niño y, todos unidos, pudieron apagar el
fuego.
Vemos como una buena acción
conduce a otra.
Al dar
refugio al mendigo y a su perro se salvó la familia.
El niño
creció y llegó a la santidad. Innumerables personas encontraron alegría y paz a
través de su cercanía con aquel santo.
Si analizamos esta historia,
veremos que todas estas obras buenas se originaron en la sonrisa de una persona.
Aquella persona no gasto ni una mísera moneda, todo lo que hizo fue sonreír a un
hombre que se encontró en la calle.
Y
aquella sonrisa afectó a la vida de mucha gente..
Aquella
única sonrisa iluminó la vida de los demás.
Incluso las cosas más pequeñas
que hagamos por los otros, pueden aportar una gran transformació n
social.
Puede
que no seamos conscientes de ello en ese momento, pero cada buena obra otorga
sus frutos.
Por
tanto, deberíamos asegurarnos de que hacemos cada acción de un modo que
beneficie a los demás.
Incluso
una sonrisa tiene un inmenso valor. Y una sonrisa no nos cuesta nada.
Nadie es una isla solitaria. Todo vivimos
unidos como los eslabones de una cadena.
Seamos conscientes de ello o no, incidimos en los demás con
nuestras acciones.
Los cambios que se produzcan en un individuo, se reflejarán en
otras personas.
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DE LA
RED !!!
DIOS
NOS BENDIGA !!!
Y
COMPARTAMOS EN ESTA SEMANA
MUCHAS
SONRISAS!!!
TABLA
Malaika