Padre: me pongo en tus manos. Te ofrezco gozosamente mi vida y mi situación actual: el sufrimiento, la angustia, la incertidumbre, incluso la muerte si me llegase. Ayúdame a comprender, Padre, que todo lo que sufro es semilla de una vida mejor. Padre, lo acepto y te lo ofrezco uniéndome a los sufrimientos de Jesucristo, tu Hijo, uniéndome a los sufrimientos de todos los hombres y mujeres que sufren enfermedad, hambre, pobreza, opresión, abandono. Padre, me pongo en tus manos, para que mi dolor y mi vida entera sea toda ella una obra de amor y dé fruto para el bien de todos los hombres. Me pongo en tus manos con infinita confianza, porque tú eres mi Padre. Y ante Ti, con el deseo de que llegue a tu Reino, con el deseo de que tu amor llegue a todos, me presento con las palabras que nos enseñó Jesucristo: Padre Nuestro ..........
|