Al igual que otras enfermedades, como las de índole cardiaca, la depresión se puede presentar en diferentes modalidades. Se clasifican en función de sus síntomas, su intensidad, persistencia y causa de la aparición. Las características de cada paciente tienden a ser tan distintas que las personas deprimidas tienen entre ellas muy poco en común. Las clasificaciones han cambiado a lo largo del tiempo, según se ha ido estudiando el problema. En la actualidad se estima que los tres tipos de depresión más comunes son el trastorno depresivo mayor, la distimia y el trastorno bipolar. Trastorno depresivo mayor El trastorno depresivo mayor está considerado por la Organización Mundial de la Salud como el trastorno mental más común. Se calcula que unos 340 millones de personas en todo el mundo lo sufren, con especial incidencia en las mujeres. Se manifiesta por numerosos síntomas que afectan a la vida corriente y ordinaria del individuo, que experimenta dificultades para trabajar, estudiar y relacionarse con los demás. Entre los más típicos destacan la anhedonia o disminución de la capacidad para mostrar interés y disfrutar de las actividades placenteras. Por regla general, el que la sufre se muestra irritable, triste, insomne, y experimenta una disminución de su capacidad intelectual y psicomotriz. Es normal que se sienta inútil y que tenga pensamientos recurrentes en torno al suicidio. Distimia El trastorno distímico o distimia se caracteriza por la falta de estima en el paciente. Se trata de una de las tipologías más comunes y afecta al 5% de la población mundial. Aunque se cree que tiene un origen hereditario, su aparición suele estar asociada a causas sociales, como una familia desestructurada, desarraigo, etc. El que la padece sufre un riesgo considerable de caer en el alcohol y las drogas. Se distingue sobre todo por inapetencia, sentimiento de incapacidad, pesimismo, cansancio injustificado y trastornos de la memoria y de la capacidad de concentración. La distimia es la más crónica pero la menos severa forma de depresión. Por definición, los pacientes sufren hasta 2 años los síntomas (falta de apetito, desesperación, problemas de concentración). Esta modalidad produce aislamiento social y que la persona manifieste absoluto desinterés por la actividad sexual y por cualquier tipo de relación con los demás. Trastorno bipolar El trastorno bipolar se solía conocer como enfermedad maníaco-depresiva. Se caracteriza por exagerados cambios cíclicos en el estado de ánimo del paciente, que experimenta dos fases absolutamente opuestas: euforia y depresión. Normalmente el cambio es gradual, aunque ocasionalmente puede ser brusco. Durante la fase eufórica, es normal que el afectado se sienta lleno de energía, e inicie todo tipo de empresas, a veces descabelladas, manteniéndose despierto la mayoría del tiempo. En la fase depresiva se sentirá agotado, inapetente y melancólico. Este grave problema se trata con medicamentos elaborados con litio. Por definición, la bipolaridad incluye un episodio de manía, pero no necesariamente conlleva depresión. Otros tipos de depresión También se dividen los trastornos del ánimo en función de las causas, que determinan los síntomas sufridos por el paciente. Así, se habla de depresión postparto, sufrida por numerosas mujeres que acaban de dar a luz. Resulta común y corriente que muchas de ellas sufran cierta tristeza a los pocos días de haber nacido el bebé, cuando la madre siente ansiedad, se vuelve irritable, y hasta tiene problemas para dormir. Normalmente, no tiene mayores consecuencias, excepto cuando esos síntomas se prolongan en el tiempo más allá de dos semanas. El trastorno disfórico premenstrual afecta a un porcentaje importante de las mujeres, al menos a un 8%. Las perjudicadas por este desorden sufren sobre todo tensión e irritabilidad. Los síntomas suelen aparecer una semana antes del ciclo menstrual, y desaparecen cuando éste acaba. Las mujeres que sientan irritabilidad o tristeza deben comunicárselo a un médico que esté especializado en este tipo de desórdenes, y en asesorar mujeres en casos más graves de depresiones tras el parto. Otro ejemplo es el llamado estrés post traumático o depresión reactiva, que surge cuando el individuo se ve expuesto a acontecimientos trágicos y desastrosos. Casi siempre se caracteriza porque el paciente sufre ansiedad persistente, fobias e hipervigilancia. Resulta evidente que a todo el mundo le afecta lo que le ocurre, el problema surge cuando se reacciona de forma exagerada, y se sigue estando mal, a pesar del paso del tiempo. Por último, es importante citar el trastorno afectivo estacional, que aparece en otoño e invierno, pero desaparece en primavera y verano. Provoca apetito desordenado, fatiga, etc. Aunque a todo el mundo le afectan los cambios estacionales, eso no significa que sufra esta enfermedad.
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