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General: Por qué Lagomarsino es el culpable perfecto para todos
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 20/04/2015 04:59
11/03/2015 | Investigacion
11/03/2015 | Investigacion

Por qué Lagomarsino es el culpable perfecto para todos

EL PACTO ARROYO SALGADO-CFK

Misteriosa e impredecible. Así califican quienes la conocen a Sandra Arroyo Salgado, la lacónica exesposa de Alberto Nisman, aquel fiscal que apareció muerto de manera aún no del todo esclarecida el tribulado domingo 18 de enero, horas antes de exponer contra Cristina Kirchner en el Congreso Nacional.

La mujer es un enigma en sí mismo: cuando parece que va a tomar un rumbo, cambia abruptamente hacia el opuesto.

A poco de abonar la mesura más extrema, estalla en hipótesis que contraponen la línea oficial. Lo hace sin dobleces ni eufemismos: “A Nisman lo mataron”, jura públicamente. 

La sociedad la observa con más admiración que juicio. Especula que, si habla de asesinato, lo hace con conocimiento de causa. ¿Por qué lo haría sino? ¿Cuál sería la conveniencia de asegurar algo tan drástico y explosivo?

Para entender qué pasa por la cabeza de Arroyo Salgado, no hay que prestar atención a sus dichos, sino más bien a sus silencios. Por caso, ¿por qué jamás menciona al gobierno nacional en sus cavilaciones? ¿A qué se debe su mutismo respecto de la figura de Cristina Kirchner y/o el verborrágico Aníbal Fernández? ¿Avala con su silencio las barbaridades que refrendaron uno y otro públicamente?

Sorprende que la exesposa de Nisman se haya animado a “poner en caja” a la oposición y el periodismo cuando declaró en el Parlamento, pero nada mencione respecto de los desaciertos del gobierno. ¿Cómo se explica semejante conducta?

Si esa actitud pudiera asombrar a alguno, ¿cómo calificar entonces las lineales coincidencias entre la estrategia de Arroyo Salgado y el oficialismo de turno?  

Uno y otro han elegido al enemigo perfecto para culpar por la muerte Nisman: el informático Diego Lagomarsino. 

Para el kirchnerismo, es el inevitable culpable desde el día número uno. Para la impenetrable jueza, es quien más cuadra para acomodar la escena del crimen que ella misma quiere ver en torno a la muerte de su exmarido.

“Al doctor Nisman lo mataron por dinero”, dijo Arroyo Salgado ante una sorprendida Viviana Fein, fiscal de la causa. ¿Debía dinero su exesposo o le debían a él?

En realidad, desde el entorno del juzgado que investiga este voluminoso expediente, dieron a entender que la mención refiere a un killer o sicario, alguien que asesina por plata. Ello explicaría la frase.

En ese contexto, Arroyo Salgado apuntó contra Lagomarsino, no solo por ser el dueño del arma que acabó con la vida de Nisman, sino además por sospecharlo de ser el que ingresó de manera remota a su computadora el domingo 18 de enero, horas después de —supuestamente— haber muerto.

A ese respecto, amerita una digresión por un dato que se conoció en las últimas horas: la jueza de la causa, Fabiana Palmaghini, asegura que no fue ese día cuando la computadora de Nisman ingresó a Internet, sino el lunes 19 a las 7.36. 

Para sostener esa afirmación, la magistrada reveló que ello fue consignado en el acta labrada por los peritos en la División Apoyo Tecnológico. ¿Un error humano, tal vez de tipeo?

Para echar más confusión a la confusión, el perito de parte de Arroyo Salgado, Gustavo Presman, también habría refrendado esa misma fecha. Por ahora, un misterio.

Por lo pronto, Maximiliano Rusconi, abogado de Diego Lagomarsino, aseguró que este miércoles al mediodía se presentará en la fiscalía de Fein con su propio especialista informático a efectos de aclarar ese punto.

Independientemente de lo que surja de ese tópico, el abogado debería explicar a qué se debió el fuerte cruce que tuvo ayer con Fein. ¿Qué es lo que la fiscal se resistía a entregarle? Todo un enigma.

 

La estrategia de la jueza 

Como anticipó este medio, Arroyo Salgado juega a “federalizar” el expediente judicial y lograr que aterrice en el juzgado de su par “amigo” Luis Rodríguez.

Se trata de un juez que, al igual que ella, fue promovido para llegar a su cargo por un sector de la exSIDE, específicamente el que comandaba el entonces director de Contrainteligencia Antonio Stiuso.

Los investigadores sospechan que la aparición de un punto negro dibujado en la frente de Nisman en la tapa de revista Noticias —poco antes de que muriera este— es parte de la estrategia ad hoc. El razonamiento es casi lineal: si la muerte del fiscal especial fue un “magnicidio”, debería pasar al fuero federal.

Al mismo tiempo, ese expediente debería recalar en donde ya hubiera alguna causa conexa. En la actualidad, quien investiga lo del “punto negro” es Rodríguez, por lo cual sería el juez natural donde caería la causa Nisman. 

¿Y si el círculo en la revista Noticias fue puesto adrede por la pareja de Arroyo Salgado, Guillermo Elazar, para forzar esta situación? Es la pregunta que se hacen los investigadores en estas horas. Por ello es que han decidido llamarlo a declarar en sede judicial.

Mientras tanto, la jueza avanza de manera sinuosa: intenta quedar bien con el gobierno —al que le debe no pocos favores—, con su propia familia y, principalmente, con su “padrino”, el esquivo Stiuso.

¿Será verdad que en otro expediente —el que investiga a hackers y periodistas— Arroyo Salgado está por cobrar venganza contra los enemigos de este último, principalmente el aún poderoso espía Fernando Pocino? Apenas otra digresión.

Como sea, sorprende que la jueza haya declarado en secreto contra Lagomarsino. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué teme? Para más suspicacias, la exesposa de Nisman solicitó que su testimonio fuera preservado en una caja de seguridad y que no quedara constancia del mismo en la causa judicial. Más misterio.

Todo indica, finalmente, que las próximas horas serán definitorias en varios sentidos, principalmente en lo ateniente a la persona de Lagomarsino.

Si se comprobara que fue él quien ingresó remotamente a la computadora de Nisman, tendrá serios problemas. Hasta ahora, su testimonio fue errático y, si bien aclaró algunas cuestiones, dejó puntuales baches que hasta ahora no quedan del todo claros.

Sobre su figura, el gobierno y Arroyo Salgado albergan las mismas dudas: ¿Es Lagomarsino un sicario contratado por alguien más, presumiblemente espías eyectados de la exSIDE? ¿Son estos quienes pagan los honorarios de su costoso abogado? ¿Cuál era específicamente su trabajo para Nisman, por el cual cobraba la friolera de 40 mil pesos por mes? ¿Es verdad que en el allanamiento que hicieron en su domicilio, los sabuesos encontraron ropa manchada?

No son los únicos interrogantes: ¿Por qué la empleada doméstica de Nisman conocía a Diego Lagomarsino como "Luis"? ¿Por qué dijo que era el único que entraba al departamento?

Las preguntas se acumulan y nadie atina a responderlas con claridad. Tal es el grado de confusión, que se ha decidido contratar un perito foráneo para hacer una nueva junta médica que analice los resultados de la autopsia de Nisman.

Mientras tanto, la prueba más importante, la que podría ayudar a resolver todos los misterios, sigue acumulando polvo en sede judicial. Se trata de los teléfonos y computadoras del fiscal especial de la causa AMIA.

De manera inentendible, Arroyo Salgado pidió demorar su análisis, sumando un nuevo enigma a su ya misteriosa conducta. Todo parece invadido repentinamente por la prosa de Thomas Carlyle: “El misterio... sí, un misterio profundo nos envuelve. Cuanta más luz, más misterio”.

- See more at: http://periodicotribuna.com.ar/16485-por-que-lagomarsino-es-el-culpable-perfecto-para-todos.html#sthash.mzQWeyx1.dpuf

EL PACTO ARROYO SALGADO-CFK

 

Misteriosa e impredecible. Así califican quienes la conocen a Sandra Arroyo Salgado, la lacónica exesposa de Alberto Nisman, aquel fiscal que apareció muerto de manera aún no del todo esclarecida el tribulado domingo 18 de enero, horas antes de exponer contra Cristina Kirchner en el Congreso Nacional.

La mujer es un enigma en sí mismo: cuando parece que va a tomar un rumbo, cambia abruptamente hacia el opuesto.

A poco de abonar la mesura más extrema, estalla en hipótesis que contraponen la línea oficial. Lo hace sin dobleces ni eufemismos: “A Nisman lo mataron”, jura públicamente. 

La sociedad la observa con más admiración que juicio. Especula que, si habla de asesinato, lo hace con conocimiento de causa. ¿Por qué lo haría sino? ¿Cuál sería la conveniencia de asegurar algo tan drástico y explosivo?

Para entender qué pasa por la cabeza de Arroyo Salgado, no hay que prestar atención a sus dichos, sino más bien a sus silencios. Por caso, ¿por qué jamás menciona al gobierno nacional en sus cavilaciones? ¿A qué se debe su mutismo respecto de la figura de Cristina Kirchner y/o el verborrágico Aníbal Fernández? ¿Avala con su silencio las barbaridades que refrendaron uno y otro públicamente?

Sorprende que la exesposa de Nisman se haya animado a “poner en caja” a la oposición y el periodismo cuando declaró en el Parlamento, pero nada mencione respecto de los desaciertos del gobierno. ¿Cómo se explica semejante conducta?

Si esa actitud pudiera asombrar a alguno, ¿cómo calificar entonces las lineales coincidencias entre la estrategia de Arroyo Salgado y el oficialismo de turno?  

Uno y otro han elegido al enemigo perfecto para culpar por la muerte Nisman: el informático Diego Lagomarsino.

Para el kirchnerismo, es el inevitable culpable desde el día número uno. Para la impenetrable jueza, es quien más cuadra para acomodar la escena del crimen que ella misma quiere ver en torno a la muerte de su exmarido.

“Al doctor Nisman lo mataron por dinero”, dijo Arroyo Salgado ante una sorprendida Viviana Fein, fiscal de la causa. ¿Debía dinero su exesposo o le debían a él?

En realidad, desde el entorno del juzgado que investiga este voluminoso expediente, dieron a entender que la mención refiere a un killer o sicario, alguien que asesina por plata. Ello explicaría la frase.

En ese contexto, Arroyo Salgado apuntó contra Lagomarsino, no solo por ser el dueño del arma que acabó con la vida de Nisman, sino además por sospecharlo de ser el que ingresó de manera remota a su computadora el domingo 18 de enero, horas después de —supuestamente— haber muerto.

A ese respecto, amerita una digresión por un dato que se conoció en las últimas horas: la jueza de la causa, Fabiana Palmaghini, asegura que no fue ese día cuando la computadora de Nisman ingresó a Internet, sino el lunes 19 a las 7.36.

Para sostener esa afirmación, la magistrada reveló que ello fue consignado en el acta labrada por los peritos en la División Apoyo Tecnológico. ¿Un error humano, tal vez de tipeo?

Para echar más confusión a la confusión, el perito de parte de Arroyo Salgado, Gustavo Presman, también habría refrendado esa misma fecha. Por ahora, un misterio.

Por lo pronto, Maximiliano Rusconi, abogado de Diego Lagomarsino, aseguró que este miércoles al mediodía se presentará en la fiscalía de Fein con su propio especialista informático a efectos de aclarar ese punto.

Independientemente de lo que surja de ese tópico, el abogado debería explicar a qué se debió el fuerte cruce que tuvo ayer con Fein. ¿Qué es lo que la fiscal se resistía a entregarle? Todo un enigma.

 

La estrategia de la jueza

Como anticipó este medio, Arroyo Salgado juega a “federalizar” el expediente judicial y lograr que aterrice en el juzgado de su par “amigo” Luis Rodríguez.

Se trata de un juez que, al igual que ella, fue promovido para llegar a su cargo por un sector de la exSIDE, específicamente el que comandaba el entonces director de Contrainteligencia Antonio Stiuso.

Los investigadores sospechan que la aparición de un punto negro dibujado en la frente de Nisman en la tapa de revista Noticias —poco antes de que muriera este— es parte de la estrategia ad hoc. El razonamiento es casi lineal: si la muerte del fiscal especial fue un “magnicidio”, debería pasar al fuero federal.

Al mismo tiempo, ese expediente debería recalar en donde ya hubiera alguna causa conexa. En la actualidad, quien investiga lo del “punto negro” es Rodríguez, por lo cual sería el juez natural donde caería la causa Nisman.

¿Y si el círculo en la revista Noticias fue puesto adrede por la pareja de Arroyo Salgado, Guillermo Elazar, para forzar esta situación? Es la pregunta que se hacen los investigadores en estas horas. Por ello es que han decidido llamarlo a declarar en sede judicial.

Mientras tanto, la jueza avanza de manera sinuosa: intenta quedar bien con el gobierno —al que le debe no pocos favores—, con su propia familia y, principalmente, con su “padrino”, el esquivo Stiuso.

¿Será verdad que en otro expediente —el que investiga a hackers y periodistas— Arroyo Salgado está por cobrar venganza contra los enemigos de este último, principalmente el aún poderoso espía Fernando Pocino? Apenas otra digresión.

Como sea, sorprende que la jueza haya declarado en secreto contra Lagomarsino. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué teme? Para más suspicacias, la exesposa de Nisman solicitó que su testimonio fuera preservado en una caja de seguridad y que no quedara constancia del mismo en la causa judicial. Más misterio.

Todo indica, finalmente, que las próximas horas serán definitorias en varios sentidos, principalmente en lo ateniente a la persona de Lagomarsino.

Si se comprobara que fue él quien ingresó remotamente a la computadora de Nisman, tendrá serios problemas. Hasta ahora, su testimonio fue errático y, si bien aclaró algunas cuestiones, dejó puntuales baches que hasta ahora no quedan del todo claros.

Sobre su figura, el gobierno y Arroyo Salgado albergan las mismas dudas: ¿Es Lagomarsino un sicario contratado por alguien más, presumiblemente espías eyectados de la exSIDE? ¿Son estos quienes pagan los honorarios de su costoso abogado? ¿Cuál era específicamente su trabajo para Nisman, por el cual cobraba la friolera de 40 mil pesos por mes? ¿Es verdad que en el allanamiento que hicieron en su domicilio, los sabuesos encontraron ropa manchada?

No son los únicos interrogantes: ¿Por qué la empleada doméstica de Nisman conocía a Diego Lagomarsino como "Luis"? ¿Por qué dijo que era el único que entraba al departamento?

Las preguntas se acumulan y nadie atina a responderlas con claridad. Tal es el grado de confusión, que se ha decidido contratar un perito foráneo para hacer una nueva junta médica que analice los resultados de la autopsia de Nisman.

Mientras tanto, la prueba más importante, la que podría ayudar a resolver todos los misterios, sigue acumulando polvo en sede judicial. Se trata de los teléfonos y computadoras del fiscal especial de la causa AMIA.

De manera inentendible, Arroyo Salgado pidió demorar su análisis, sumando un nuevo enigma a su ya misteriosa conducta. Todo parece invadido repentinamente por la prosa de Thomas Carlyle: “El misterio... sí, un misterio profundo nos envuelve. Cuanta más luz, más misterio”.

 

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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 20/04/2015 06:13

EL PAIS › DIEGO LAGOMARSINO, EL HOMBRE QUE LE PRESTO SU ARMA A NISMAN, EXPLICA LOS MOTIVOS QUE LE DIO EL FISCAL PARA PEDIRSELA

“Me contó que Stiuso le dijo que se cuidara”

A través de una jueza, hizo llegar su versión a Página/12. Asegura que Nisman le dijo que “el día anterior lo había llamado Stiuso”, cuyo nombre aparece así por primera vez señalado por un protagonista directo.

 Por Raúl Kollmann

El último hombre que vio con vida a Alberto Nisman, Diego Lagomarsino, se conectó a través de otra persona –una magistrada– con Página/12. “No soy un agente de Inteligencia, no tengo nada que ver ni jamás conocí a Jaime Stiuso”, mandó a decir. El técnico informático relató que el sábado lo llamó Nisman y le pidió la pistola prestada: “Me dijo que era por seguridad. Que el día anterior lo había llamado Stiuso y le dijo que se cuidara de la custodia y que, además, tuviera precaución con la seguridad de sus hijas”. Lagomarsino llegó a la torre Le Parc de Puerto Madero, lugar al que iba habitualmente; la guardia consultó al fiscal, éste lo hizo pasar y no hubo revisación de ningún tipo. Hoy en día, recapitulando lo sucedido, asegura que siente culpa porque en ese momento no se le ocurrió pensar que no debió prestarle una pistola a alguien en esa situación de presión.

La versión de Lagomarsino fue transmitida a este diario a través de una jueza amiga desde hace años de la familia del técnico informático. “Es un pibe joven, casado y con hijas chicas. Tiene mucho trabajo: le decimos ‘Cerebrito’, porque arregla todos los problemas en las computadoras. Yo le creo”, sostiene la jueza. Como es obvio, este diario no tiene elementos para creer o descreer de la versión del técnico informático.

Si fuese cierta la versión que transmite Lagomarsino a Página/12, por primera vez aparece nombrado directamente Antonio Stiuso en relación con los hechos de la última semana. El ex director de Contrainteligencia de la Secretaría de Inteligencia, despedido en diciembre pasado cuando la Presidenta decidió cambiar la cúpula del organismo, mantuvo en los últimos años una estrecha relación con el fiscal Nisman, que el juez Rodolfo Canicoba Corral definió la semana pasada como de subordinación del funcionario judicial al de los servicios de inteligencia. Desde la presentación de la insólita denuncia del fiscal, en la Justicia todos vieron la mano del espía en la iniciativa, como una forma de venganza por su despido, y señalaron a Stiuso como posible responsable del abrupto regreso de Nisman de sus vacaciones para presentar al día siguiente su escrito. Pero la versión de Lagomarsino lo coloca en estrecha relación con el fiscal hasta el último momento.

Página/12 se asentó en hechos objetivos que convierten a Lagomarsino en un personaje extraño pero protagonista esencial en la historia de la muerte del fiscal:

- Es el último que lo vio con vida.

- Le facilitó la pistola de la que salió el disparo que le produjo la muerte. En eso no hay dudas: el plomo encontrado en el cráneo del fiscal se corresponde con la vaina encontrada en el baño y esa vaina salió de la pistola Bersa, calibre 22.

- Tenía un contrato altísimo en la fiscalía, de 40 mil pesos por mes. Los fiscales consultados por este diario se sorprendieron con semejante cifra: “Por esa plata, ese contrato no es lo que parece ser”, afirmaron.

- Iba pocas veces a la fiscalía.

- En la mayor parte de las ocasiones, se veía con el fiscal en su vivienda, últimamente en el edificio Le Parc.

La versión de Lagomarsino, según lo manifestó la jueza que habló con este periodista, es que en la Unidad Especial AMIA había otros contratos altos, del mismo valor. Lagomarsino asegura que se dedicaba a copiar y desbloquear archivos y que realizaba backups de archivos que le pedía Nisman.

–¿No es una cifra desmesurada para ese trabajo?

–Diego dice que a veces el fiscal lo citaba a la una de la mañana de un sábado. Que debía estar listo todo el tiempo. Es cierto que iba poco a la fiscalía. El afirma que la mayor parte del trabajo lo hacía de forma remota: le mandaban los archivos y él los desbloqueaba o copiaba o hacía los backups. Diego dice que nunca conoció el contenido de esos archivos.

–¿Y cómo consiguió ese trabajo tan bien remunerado?

–Un juez de San Isidro tenía problemas en la computadora de su casa y recurrió a Diego. Como siempre suele suceder, Diego arregló los problemas. Le aseguro que es un tipo genial. Nisman también tuvo problemas en la computadora y este juez se lo recomendó. Así empezó la relación. Después Nisman le preguntó si no quería un contrato en la fiscalía. El no era monotributista sino responsable inscripto. Diego dice que en la Unidad AMIA había otros contratos de ese nivel.

Consultados por Página/12, en la procuración insisten con que semejante contrato es de lejos el más alto en la Unidad AMIA, que manejaba el fiscal Nisman, y en todas las fiscalías en general. Destacan que, en el momento de su inicio, Lagomarsino sólo tenía el secundario completo.

–¿Cómo fué que le prestó el arma?

–Diego cuenta que Nisman lo llamó por teléfono y, como declaró ante la fiscal, le pidió prestada el arma. Le dijo en esa conversación que Stiuso lo había llamado el viernes y le había dicho que debía tener cuidado. Que desconfiara de su custodia y que les pusiera seguridad a sus hijas. Eso es lo que le contó Nisman a Diego para justificar que le pedía el arma. Hoy en día, Diego llora todo el día. Está destruido y se siente culpable.

–¿Por qué?

–Básicamente porque no pensó en ese momento. Se pregunta cómo no se dio cuenta de que Nisman debía tener facilidad para conseguir un arma y no evaluó por qué se la pedía a él. También piensa ahora que era raro que le pidiera algo por seguridad cuando tenía semejante custodia. Pero, claro, Stiuso supuestamente le había recomendado que desconfiara de los custodios. Aun así, se pasa el día llorando. Hoy en día, cree que Nisman tenía tomada la decisión (de suicidarse) el sábado a la noche cuando Diego le llevó la pistola.

–¿Tiene miedo?

–Diría, más que todo, angustia. Se pasa el día llorando. Cuando se enteró a la mañana temprano del lunes, pidió consejo a otro juez, porque no me encontró a mí. Ese juez le aconsejó presentarse de inmediato. Fue solo a declarar el lunes a las 9 de la mañana. Estaban la fiscal Fein y el juez Manuel de Campos. Diego lloró durante toda la declaración.

–¿Usted sabe cuál era la relación de Lagomarsino con el fiscal?

–No en detalle. Diego siempre dijo que tenía una relación de confianza, pero que siempre el fiscal le hacía sentir que él era el jefe. Quizás dé una pauta que, en los últimos meses, Nisman contó que había dejado terapia y que había optado por respaldarse en El Arte de Vivir (nombre del grupo de autoconocimiento, yoga y meditación fundado por el gurú Sri Sri Ravi Shankar, nacido en India).

–¿Cómo fue el último encuentro, cuando le entregó el arma?

–Diego contó que no fue muy largo. Como era habitual, lo hizo entrar por la puerta de servicio. Nisman estaba solo en el departamento y lo invitó a tomar un café. Le llamó la atención que se lo tuvo que preparar él mismo. Estuvieron sentados en la mesa y Diego dice que lo vio tranquilo. Al ratito se fue, pero esta vez por la puerta principal, algo que no era usual. También recuerda que la despedida fue sin darse la mano porque justo se abrió el ascensor, donde había unas mujeres, y no le dio tiempo.

–¿Relató algún encuentro anterior?

–Creo que dijo que el anterior fue justo el día en que el fiscal iba a hacer la denuncia, el 13. Y ese día le llamó la atención una frase de Nisman: “Yo esto lo tengo que hacer, no tengo alternativa”.

Los investigadores consideran que Lagomarsino no tuvo relación directa con la muerte de Nisman en el sentido de que no estaba en el edificio cuando la autopsia fija el horario de la muerte, entre las 14 y las 15 del domingo. El técnico informático fue a entregarle el arma a las 20 del sábado y se retiró del edificio un rato más tarde. Su ingreso y egreso quedaron registrados en la guardia. Su participación, por lo menos en lo que hasta ahora hay en la causa, consistió en prestarle la pistola. Esa es la razón por la que la fiscal Fein no lo acusa de ningún delito.

Tras su declaración del lunes, Lagomarsino le prometió a la fiscal que no hablaría con los medios, razón por la cual no fue posible dialogar con él en forma directa. Sin embargo, recurrió a una magistrada conocida de su familia, para salir al cruce de la versión del martes que le adjudicaba un posible vínculo con algún servicio de inteligencia. En la procuración ayer le entregaron a la fiscal los detalles de los contratos sucesivos que firmó, pero más allá de eso, no tienen datos, porque Lagomarsino dependía directamente de Nisman.

raulkollmann@hotmail.com


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 20/04/2015 06:14

WikiNismanLeaks: ¿Fiscal mártir antikirchnerista o corrupto ...

artepolitica.com/.../wikinismanleaks-fiscal-martir-antikirchnerista-o-corru...
19 de mar. de 2015 - Cada día que pasa trasciende más el verdadero perfil y la trayectoria ... La cuenta en Nueva York y el rol de Lagomarsino. .... En los dos meses que lleva la causa por su muerte se hicieron más ... reintegro fue el usado por Nisman hace siete años cuando le hizo la ..... Si te sale mal, te mandan un arma.


 
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