Tú, que observas hacía el firmamento exponencial... Que te detienes un momento fijamente ante lo cotidiano, tú que describes lo que a la vista persiste y que se envuelve con el delicado aroma mundano. Explícale a los 4 vientos que te acarician... Lo que sabes: qué tú no estás listo para pronunciar el ferviente sentido del amor...
Pero que persiste tu necesidad conjunta del capricho simple de querer ser querido. Escasea tu necesidad, requieres del recuerdo para arroparte levemente en una transfusión ingenua y perseverante... Con el aroma y significado de tu connotación... Desviada por un estruendo que atraviesa la vista por la mente, eres inocente en la emoción, pero firme en tu razón... Presencia que no puedes tocar...
Sientes que el tiempo amordaza y clava sin reproche tu obstinado pensamiento. Y sé, que lo que me rodea me exige afirmación perfecta... Considerable de todos los sentidos, de la ya vivida experiencia amorosa, derribada por una insignificante razón... Razón que ya no existe pero que inhibe en el presente... Me duele la escéptica arrogancia... Y me enseño a mí mismo la plenitud expresiva... El diario martirio que ahogado tengo en mi ser...
Entrañas que me rasgan, arrugan y expira mi fe... Quiero un amor necesitado de mí... y de mí necesito un amor completo y no plasmado en el deleite estético. Posiblemente cansado y sin fuerza quedaré... Sin embargo, espero con la simpleza de mi poco amor llegues un día y me expliques mil cosas, al menos con una respuesta... Y expires mi marcado desamor interior.