Sentir la inmensidad de la cálida noche y el misterio que ella guarda bajo la sombra de la luna, es como el sentir la suavidad y el calor de tus manos y el querer descubrir el silencio que se queda encerrado en tus labios.
Es el quererme perder en tu mirada y poder descubrir los deseos más profundos del alma.
Es la necesidad de poder secar el sudor de tu cálida frente, la ansiedad de mis manos de recorrer y explorar la frescura de tu piel.
El poder disfrutar el sabor de tu boca, el enloquecerme con tu forma de amar. El de amarte a cuerpo y alma tan sólo por mi voluntad.
Amar a la persona que me hace prisionera con el suave roce de sus labios; con el calor de sus brazos y con la inocencia que guardad su mirada.
El perder mi libertad, para ser feliz, para vivir su vida y perder la mía, pues ya no vivo en mí, sino en él.
Tener la dicha de perderme en su pensamiento, el de poderme adueñar de sus sueños, de sus besos, de su corazón.
Es el querer sus lágrimas para limpiar sus tristezas, el ser el agua para humedecer sus labios, el ser sus prendas para poder cubrir hasta la más íntima parte de su cuerpo.
Ser su sendero para seguir sus pasos, ser la luna para cuidar sus noches, convertirme en su sombra para estar siempre a su lado.
Es el amarlo a pesar de su ausencia que mata y que además, me ha hecho enemiga de la distancia y el tiempo.
Amarlo con tal locura que me lleve hasta la muerte.
Amarlo hasta el final de mis días, y el querer, en el último de mi existencia; nuevamente, probar el dulce sabor de sus labios...
Desconozco el autor
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