Hace unos años atrás conducía en mi auto, iba solo y eran mas o menos las 22hs. Me detuve cerca del centro. Cuando llego a mitad de cuadra sale un niñito de la parte delantera de una pick-up que estaba estacionada, al ser tan grandes estos vehículos no pude ver que adelante de esa camioneta venía un niñito de apenas 4 añitos de edad corriendo junto a su hermanita al verlo no pude hacer nada pues venía corriendo y yo pasaba a escasos 80 cm. de la camioneta, siento el impacto y el grito de su hermanita en ese momento sentí una sensación de pánico y muchas ganas de llorar y exclamé . . .
¡Dios mío que he hecho! me baje del auto temblando mis piernas no me respondían tuve que apoyarme en el capot del auto para seguir adelante y vi al niñito que estaba como en posición fetal y su hermanita llorando frente a el.
Como siempre pasa la gente se aglomera, los primeros en acercarse se dirigieron a mi diciéndome toda clase de improperios incriminándome sobre este desgraciado hecho, yo veía como en cámara lenta a estas personas que venían a mi y el niñito aun seguía allí tirado junto a su hermanita. Nadie iba a ver como estaba, parecía que era más importante recriminarme diciéndome que mal conducía y cosas por el estilo. Cuando me di cuenta ya estaban frente a mi. Me quedé mudo escuchando a estas personas.
En ese momento frena un móvil policial y uno de los uniformados se interpone entre esas personas y yo, justo que sale la abuela del niño, en ese momento lo levantan y lo llevan en auto al hospital de urgencias a unas 5 cuadras del lugar.
Esta señora estaba a unos 6 metros de mi, corrió hacia mí, gritando desesperada. Yo estaba entregado, pues era el responsable de este accidente, al llegar ella, el policía la detiene pero ésta trata de escapar seguro para pegarme.
Yo estaba en un estado de shock y no hubiera ofrecido ninguna resistencia a esos golpes, en esa confusión siento que apoyan la palma de una mano en mi espalda, podía sentir los cinco dedos pues estaba bien extendida y como si fuera magia me invade una sensación de calma y paz, y pienso "ojalá que el policía deje su mano un buen rato en mi espalda" porque me hacia sentir bien.
Estuvo un buen rato esa mano extendida en mi espalda, aparte de hacerme sentir muy bien me invadió un sueño muy intenso que trataba de evitar, al pasar unos minutos los policías calmaron a las personas diciendo que nadie quiere atropellar a un niño. Se calmó la abuela y la gente en ese momento. Me doy vuelta para agradecer al policía que me ayudó a pasar ese mal momento y me encuentro con la sorpresa de estar a unos 20 cm. de una pared. Nadie estaba allí, era imposible que alguien estuviera en ese lugar ya que no había espacio.
No le di importancia ya que los acontecimientos pasaban muy rápido y solo quería saber como estaba el niño, me llevaron a la comisaría y me hicieron sentar en un banco, yo no dejaba de preguntar por el niño porque no sabia que habia pasado; si estaba fracturado o mal herido. Al cabo de 1/2 hora que me parecieron días un policía se acerca y me dice que el niño estaba bien, solo tenia unos golpes y moretones pero nada mas que eso.
No puedo explicar la alegría que sentí en ese momento di muchas gracias a Dios y ya no me importaba nada mas.
Todo terminó bien, al día siguiente fui a visitarlo al hospital en donde estaba la abuela, una señora bastante robusta, me paralicé al verla, pero su rostro esta vez dejaba asomar tímidamente una sonrisa. No pude contener el llanto y ella tampoco, era un llanto de felicidad porque el niño estaba bien. Nos hicimos muy buenos amigos y hasta ahora cuando paso por la casa, si están en la puerta los saludo y ellos también. Todo termino bien pero hay que pasar por un momento de estos.
Pasados unos meses me puse a pensar en el momento en que sentí una mano en mi espalda justo en el peor momento de mi vida, se lo consulté a mi madre y me dijo sin titubear y como si fuera lo mas natural del mundo . . . fue tu ángel de la guarda . . . en ese momento sentí algo inexplicable comparable a cuando florece un capullo de una rosa, porque en ese momento nació en mi no solo un inmenso amor hacia mi ángel de la guarda, un profundo respeto hacia Dios y toda su creación.
Cristian Martin