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MARIA MAGDALENA - SANTO GRIAL: MAGDALENA, SANTA MARIA DE OIA, PENTECOSTES Y NOTRE DAME DU MONT SION-PONTEVEDRA
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Respuesta  Mensaje 1 de 55 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999  (Mensaje original) Enviado: 18/05/2019 15:31
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EL LEGADO DE MARÍA MAGDALENA

MARÍA MAGDALENAEl éxito de la novela El Código Da Vinci ha convertido en tema de moda la cuestión de si existió una descendencia de Jesús. El autor de un libro de reciente aparición, titulado “El legado de María Magdalena”, ha realizado una fascinante investigación iconográfica que se saldó con importantes descubrimientos inéditos. En este artículo extractamos algunos de sus hallazgos.

Mi fuente de información me había emplazado a realizar un enigmático viaje que me llevaría a descubrir aspectos insólitos y desconocidos sobre la figura de María Magdalena, el nombre que la tradición cristiana dio a la Myriam Migdal o Myriam de Magdala en el judío original, que desempeña un papel tan relevante en el Nuevo Testamento.

Mucho se ha escrito sobre Jesús “el Nazareno”, nombre que algunos atribuyen a la aldea de Nazareth. En cambio, otros autores sostienen que indicaba su pertenencia a la secta judía de los nazaritas o nazareos, entre cuyos votos se incluía no cortarse el cabello ni la barba.

Sin embargo, muy poco sabemos con certeza sobre su vida. Los cuatro Evangelios canónicos recogen algunos momentos fundamentales de la existencia de Jesús. Pero sólo hacen referencia a su vida pública, con el objetivo de demostrar que era el Mesías prometido a Israel, y únicamente aluden de manera muy escueta a su vida privada.

Sin embargo, en los evangelios apócrifos obtenemos una información complementaria. Entre éstos destacan los descubiertos en 1945 en Nag Hammadi (Alto Egipto).

En dichos apócrifos de cuño gnóstico se habla de un Jesús íntimamente vinculado con María Magdalena, e incluso se afirma que Pedro mostraba hostilidad hacia esta mujer, negándose a aceptar que, tras su muerte, Cristo resucitado le hubiese confiado sus enseñanzas secretas y el liderazgo sobre la comunidad de sus seguidores.

Según alguno de estos apócrifos, como el Evangelio de Felipe, Magdalena era la compañera o consorte de Jesús, e incluso se menciona la existencia de una descendencia de ambos en términos aparentemente claros: “existe el misterio del Hijo del Hombre y el misterio del hijo del Hijo del Hombre”.

Más aún: este evangelio sostiene que Cristo tenía la capacidad de crear y también la de “engendrar”, para culminar sugiriendo que su unión con Magdalena fue un “matrimonio sagrado”, al que califica de “auténtico misterio” y lo diferencia del “matrimonio de poluciones” o profano. En este tema es importante que el navegante que desconoce el tema de la sexualidad sagrada visite el espacio, que está en esta misma Web, “Más allá de la materia”.

No cabe duda de que estos textos –perseguidos y destruidos por la Iglesia desde los años que siguieron al Concilio de Nicea en el siglo IV d.C.– dieron lugar a una leyenda que circuló ampliamente durante la Edad Media. Pero, ¿hasta qué punto era posible documentar la persistencia de esta tradición?

Mis primeros hallazgos se situaron en el Camino de Santiago, al que considero más apropiado llamar de Prisciliano, el “Obispo hereje”. Nacido en Galicia en el año de 340 d. C. Prisciliano predicaba una doctrina gnóstica que tuvo un notable éxito en el norte de Hispania y en el sur de la Galia.

Muchos lugares relacionados con el Camino en el sur de Francia y el norte de España están salpicados de referencias que lo vinculan con María de Magdala y el secreto del Grial en el Languedoc, situándonos en el entorno de Rennes-le-Chteau, una de las claves de esta tradición apócrifa.

Fue en el Monasterio de Santa María de Oia, en su iglesia monacal cisterciense del siglo XII, donde encontré la primera pista. Allí se halla un retablo que reproduce la venida del Espíritu Santo. Por un lado, llamó mi atención su gran parecido con el sello de los caballeros templarios de la abadía de Nuestra Señora del Monte Sión. Por otro, la figura central representa a Magdalena rodeada por los apóstoles, mientras el Espíritu Santo en forma de paloma desciende sobre ellos.

Muy cerca de donde yo vivía descubrí otro elemento significativo. Se trataba del Reial Monestir de Santes Creus, perteneciente a la orden del Císter, situado en Aiguamurcia, provincia de Tarragona (España).

Al margen de la indudable calidad artística de los diferentes estilos representados en esta iglesia monacal, atrajo mi atención una de las dos capillas dispuestas en los laterales del templo, junto a la puerta de la entrada principal.

Esta capilla, denominada de San Juan Evangelista, me iba a deparar grandes y gratas sorpresas ya que, en la imagen central del retablo, aparece la figura de un San Juan con aspecto señaladamente femenino, de largos y rizados cabellos pelirrojos, labios de color carmesí carnosos y sensuales, sosteniendo una copa o grial con la mano izquierda, a la altura del pecho.

Conforme fui contemplando con más detenimiento el retablo, realizado en madera policromada y pintada al óleo, descubrí que había siete iconos adicionales en la parte inferior del mismo y, al observarlos de cerca, vi que reproducían diferentes pasajes bíblicos sobre Jesús y María Magdalena.

Aunque la figura central del retablo pretende ser la de San Juan Evangelista, demasiados detalles contradicen esta atribución. Tradicionalmente a éste se le representa con aspecto varonil, barba poblada y edad madura, casi siempre con un libro en las manos.

Baste recordar los lienzos sobre San Juan Evangelista de pintores como El Greco, Tiziano o Velázquez. En cambio, la imagen central del retablo es indudablemente femenina.

Yo la identifiqué como María Magdalena, por la larga melena de color cobre-rojizo y el tipo de vestimenta y colorido más utilizado en las representaciones de esta santa. También por el hecho de sujetar con la mano izquierda la urna donde se guardan los óleos con que ungió a Jesús, un dato inequívoco, pues así es como se la ha representado mayoritariamente.

Como hemos mencionado, debajo de la imagen central hay siete iconografías de menor tamaño, cuatro de cuyas figuras se identifican con María Magdalena, y otras tres centrales, que representan episodios de la vida de Jesús: el nacimiento, la crucifixión y el descendimiento de la cruz. Exponer y describir en detalle lo representado en todos los iconos resultaría imposible en el presente artículo.

Pero como la principal evidencia a la que nos hemos estado refiriendo se encuentra precisamente en algunos de estas imágenes, vamos a abordar en concreto este tema resumidamente.

En el central aparece la escena de la crucifixión de Jesús, junto a los dos ladrones, y a los pies encontramos la mayor de las sorpresas: ¡María Magdalena embarazada! Contemplé la escena desde todos los ángulos posibles para excluir la posibilidad de una ilusión óptica. Pero no se trataba de ningún error de apreciación.

La Magdalena representada a los pies de la cruz de Jesús, totalmente desolada, con el cabello suelto y el pañuelo en la mano izquierda enjugándose las lágrimas, había sido evocada como una mujer embarazada, con sus pechos hinchados y su vientre abultado de forma característica.

Es un vientre muy bajo, a punto de parir, en la posición que adoptaban antiguamente las mujeres de Oriente para dar a luz. Junto a ella aparece una calavera, símbolo tradicionalmente asociado con Magdalena en la iconografía cristiana.

Para no dejar ninguna duda respecto de su embarazo, el autor del icono pintó una especie de cíngulo –tal como se hacía entonces para remarcar los pechos en las embarazadas, según me indicó Manuel de Perea, pintor, orfebre y escultor–, que va desde el hombro hasta la cintura, remarcando el pecho hinchado de Magdalena.

En esta imagen sólo aparecen las dos mujeres que, tradicionalmente, son identificadas con María la Virgen (madre de Jesús) y María Magdalena, lo que despeja cualquier duda sobre la identidad y el estado de embarazo de la segunda mujer. El tercer personaje representado es el apóstol Juan.

Esta era la prueba o evidencia definitiva que había estado buscando. ¿Sería posible que nadie antes lo hubiese advertido? ¿Durante cuánto tiempo había permanecido oculto el mensaje del retablo?

Ahora empezaban a encajar todas las piezas del rompecabezas. Pero necesitaba observar con atención el resto de la iconografía.


No tocar a los muertos

En la siguiente escena, correspondiente al icono de la derecha, podemos ver el descenso de la cruz de Jesús ya fallecido, rodeado de varios personajes.

De izquierda a derecha aparecen María, esposa de Cleofás y prima de la madre de Jesús; José de Arimatea, con barba y el turbante que llevaban algunos fariseos; Magdalena, quien aparece con la urna de los óleos en sus manos; Juan, sujetando por los brazos a la Virgen María; Juana, hermana de la Virgen María y tía de Jesús, quien aparece arrodillada, recogiendo los pies del crucificado; y por último y subido en la escalera que hay apoyada en la cruz, un personaje que bien podría ser Nicodemo.

En las imágenes del descenso de la cruz, el autor nos da un detalle de suma importancia: todos los personajes que aparecen en esta escena, por fuerza tenían que ser parientes de Jesús.

Según la Ley de Moisés no estaba permitido tocar a los muertos, a menos que fuesen parientes, como podemos confirmar en Números 19,11: “El que tocare un muerto, el cadáver de un hombre cualquiera, será impuro por siete días”, un tabú de contacto con el cadáver reiterado en Números 19, 14 y 19, 16.

En Levítico 21, 1-3, tenemos una mayor precisión: «Yahveh dijo a Moisés: ‘Habla a los sacerdotes, hijos de Aaron, y diles: Ninguno se contamine con el cadáver de uno de los suyos, excepto si es de alguno de sus parientes más próximos: su madre, su padre, su hijo, su hija, su hermano.

Podrá también hacerse impuro por el cadáver de su hermana, todavía virgen, si, por no haber pertenecido a ningún hombre, era su pariente próxima’».

Un pasaje que también corrobora Ezequiel 44, 25: “No se acerquen a una persona muerta para no contaminarse, pero por el padre, la madre, el hijo, la hija, el hermano, la hermana que no tenga marido, si podrán contaminarse”.

Como vemos, sólo estaba permitido tocar a los muertos a los familiares más cercanos. En este caso, el autor del icono dejaba claro una vez más la relación de pariente próximo que ostentaba María Magdalena con respecto a Jesús, aunque cabe objetar que entre los familiares que pueden tocar el cadáver la Biblia no menciona a la esposa.

En cualquier caso, el resto de las imágenes también hace referencia a la relación entre ésta y Jesús. De hecho, vuelve a insistir en la misma idea, como podemos ver en la imagen en la cual aparece ella con los signos inequívocos del embarazo.

Finalmente, la posible descendencia de Jesús y María Magdalena queda testimoniada por el autor del retablo en otra de las figuras, en la cual podemos observar a esta mujer acompañada ya por sus dos vástagos, en este caso dos niñas gemelas.

Por tanto, el retablo dejó constancia de una tradición antiquísima que, a pesar de la hostilidad de la Iglesia y de su notoria heterodoxia, se transmitió a lo largo de toda la Edad Media.

Básicamente, dicha tradición comunica el mensaje siguiente:

- El estatus social de María Magdalena, representada como princesa y acompañada con la inscripción de IVSTICIA.

- Esposa de Jesús, vestida de luto tras la crucifixión, con la palma de martirio, igualmente testigo del martirio al que fue sometida su memoria, al ser presentada como una prostituta, cuando no existe ninguna base firme para relacionarla con el personaje de la pecadora evangélica. Esta arbitraria identificación se consolidó en los siglos V y VI.

- Grial viviente, en calidad de portadora de la sangre de Jesús a través de su descendencia (imagen que la presenta embarazada, soportando la cruz, la carga). 

- Confirmación de la descendencia (icono con los dos niños gemelos en brazos, mostrando claramente su parecido con los progenitores).

No es posible detallar en un artículo toda la información que recabé respecto al autor del retablo –tarea que abordo en mi libro–, pero baste recordar que el Monasterio de Santes Creus pertenecía al Císter, fundado por San Bernardo de Claraval, quien a su vez intervino decisivamente en la creación de la Orden de los Caballeros Templarios.

Posteriormente, éstos llegaron hasta el Monasterio de Santes Creus, a través de la Orden Militar de Santa María de Montesa, fundada en 1319 por el monarca Jaume II de Aragón para acoger a los caballeros de la Orden del Temple que consiguieron huir de la persecución de Felipe IV “el Hermoso”.

Los caballeros templarios que lograron escapar de Francia, también se refugiaron en otras órdenes, como la de Calatrava. Con ellos llegarían los conocimientos secretos de la Orden, por los cuales habían sido acusados de herejes.

Entre estos secretos se ha destacado el de la existencia de una sangre real (Santo Grial) que reivindica una ascendencia sagrada y se remonta a Jesús y Magdalena.

El retablo que hemos examinado fue realizado en el año 1603, según consta en el mismo, utilizando el lenguaje oculto de los iniciados para transmitir de forma encubierta una tradición considerada herética, cuyos depositarios en Europa occidental habían sido los caballeros templarios y, antes, los cátaros.

Las evidencias hablan por sí solas. Más si tenemos en cuenta que se trata de un retablo de principios del siglo XVII y que, con anterioridad a esa época, ya existían diversas iconografías sobradamente conocidas de San Juan Evangelista que presentan una imagen acusadamente viril de esta figura, excluyendo que este personaje pueda corresponderse con la imagen femenina representada en el Monasterio de les Santes Creus.

Me parece increíble que aparentemente aquel retablo no hubiese llamado la atención de nadie con anterioridad. Pero como dijera “Hermes” (mi enigmático informante): “Todo tiene su momento”. Y quizá ahora había llegado el momento propicio. 

Respuesta  Mensaje 15 de 16 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 18/05/2019 11:49
Fue en el Monasterio de Santa María de Oia, en su iglesia monacal cisterciense del siglo XII, donde encontré la primera pista. Allí se encontraba un retablo que describía la venida del Espíritu Santo. Por un lado, llamó mi atención su gran parecido con el sello de los Caballeros Templarios de la abadía de Notre Dame du Mont Sion. Por otro, la figura central representaba a Magdalena rodeada por los apóstoles, mientras el Espíritu Santo en forma de paloma descendía sobre ellos. IZQUIERDA: Retablo de Maria Magdalena con los apóstoles. CENTRO: Sello templario de la abadía du Mont de Sión. DERECHA: Monasterio de Santa María de Oia (Pontevedra). Muy cerca de donde yo vivía descubrí otro elemento significativo. Se trataba del Reial Monestir de Santes Creus, perteneciente a la orden del Císter, situado en Aiguamurcia, el Alt Camp, provincia de Tarragona. Al margen de la indudable calidad artística de los diferentes estilos representados en esta iglesia monacal, atrajo mi atención una de las dos capillas dispuestas en los laterales del templo, junto a la puerta de la entrada principal.

Artículo publicado en MysteryPlanet.com.ar: El Legado de María Magdalena ¡La evidencia física definitiva! https://mysteryplanet.com.ar/site/el-legado-de-maria-magdalena-la-evidencia-fisica-definitiva/

Respuesta  Mensaje 16 de 16 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 18/05/2019 11:52
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De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 18/05/2019 12:12

Prisciliano predicaba una doctrina gnóstica, que tuvo un notable éxito en el norte de Hispania y en el sur de la Galia. Casi todos los lugares relacionados con el Camino están salpicados de referencias toponímicas a Oc.

No es casual que una a Compostela con María de Magdala y el Secreto del Grial, en el Languedoc francés, situándonos en el entorno de Rennes le Chteau, una de las claves del enigma. Fue en el Monasterio de Santa María de Oia, en su iglesia monacal cisterciense del siglo XII, donde encontré la primera pista. Allí se encontraba un retablo que describía la venida del Espíritu Santo.

Por un lado, llamó mi atención su gran parecido con el sello de los Caballeros Templarios de la abadía de Notre Dame du Mont Sion. Por otro, la figura central representaba a Magdalena rodeada por los apóstoles, mientras el Espíritu Santo en forma de paloma descendía sobre ellos.

IZQUIERDA: Retablo de Maria Magdalena con los apóstoles. CENTRO: Sello templario de la abadía du Mont de Sión. DERECHA: Monasterio de Santa María de Oia (Pontevedra).

https://revistavocesdelmisterio.wordpress.com/2014/02/07/el-legado-de-maria-magdalena-la-evidencia-fisica-definitiva/


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De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 17/01/2023 03:12


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De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 18/01/2023 03:59


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De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 22/01/2023 02:56


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De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 22/01/2023 03:44


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De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 22/01/2023 20:24


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De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 23/01/2023 03:37
Energies | Free Full-Text | Forest Management Communities’  Participation in Bioenergy Production Initiatives: A Case Study for Galicia  (Spain)

Respuesta  Mensaje 36 de 55 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 23/01/2023 03:45
Galicia (I): su idioma, tradiciones y arqueología - Your Life in Spain

Respuesta  Mensaje 37 de 55 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 23/01/2023 04:00
El Legado de María Magdalena ¡La evidencia física definitiva! El éxito de la novela El Código Da Vinci ha convertido en tema de debate la cuestión de si existió una descendencia de Jesús. José Luis Giménez, el autor del libro El legado de María Magdalena, ha realizado una fascinante investigación de documentación iconográfica que se saldó con importantes descubrimientos inéditos. En este artículo extractamos algunos de sus hallazgos. Mi fuente de información, me había emplazado a realizar un enigmático viaje. Un viaje que me llevaría a descubrir aspectos insólitos y desconocidos sobre la figura de María Magdalena, el nombre que la tradición cristiana dio a la Myriam Migdal judía, o Myriam la de Magdala, que desempeña un papel tan relevante en el Nuevo Testamento de la Biblia. Mucho se ha escrito sobre Jesús el Nazareno, nombre que algunos atribuyen a la aldea de Nazareth. En cambio, otros autores sostienen que indicaba su pertenencia a la secta judía de los Nazaritas o Nazareos, entre cuyos votos se incluía no cortarse el cabello ni la barba. Sin embargo, muy poco sabemos con certeza sobre su vida. El Nuevo Testamento recoge algunos momentos fundamentales de la vida de Jesús en los cuatro Evangelios canónicos. Pero éstos solo hacen referencia a su vida pública con el objetivo de demostrar que era el Mesías prometido a Israel, y de una manera sesgada en lo referente a su vida privada. En otros textos, conocidos como apócrifos, podemos obtener una información complementaria. Entre éstos destacan los descubiertos en 1945 en Nag Hammadi (Alto Egipto). En evangelios apócrifos de cuño gnóstico se habla de un Jesús íntimamente vinculado con María Magdalena, e incluso se afirma que Pedro mostraba cierto recelo y envidia hacia esta mujer, negándose a aceptar que, tras su muerte, Cristo resucitado le hubiese confiado sus enseñanzas secretas y el primado sobre la comunidad de sus seguidores. Según alguno de estos textos, como el Evangelio de Felipe, Magdalena era la compañera o consorte de Jesús, e incluso se menciona la existencia de una descendencia de ambos en términos claros: "existe el misterio del Hijo del Hombre y el misterio del hijo del Hijo del Hombre". Más aun: este evangelio desarrolla esta afirmación, sosteniendo que Cristo tenía la capacidad de crear y la de engendrar, para culminar sugiriendo que su unión con Magdalena fue un "matrimonio sagrado", al que diferencia del profano calificado y califica de auténtico misterio. No cabe duda de que estos textos apócrifos —perseguidos y destruidos por la Iglesia desde los años que siguieron al Concilio de Nicea en el siglo IV d.C.— dieron lugar a una leyenda que circuló ampliamente durante la Edad Media. Pero, ¿hasta qué punto era posible documentar la persistencia de esta tradición? Mis primeros hallazgos se situaron en "El Camino de Santiago", al que yo considero más apropiado llamar de Prisciliano, "el Obispo hereje" nacido en Galicia, en el año de 340 d.C. Prisciliano predicaba una doctrina gnóstica, que tuvo un notable éxito en el norte de Hispania y en el sur de la Galia. Casi todos los lugares relacionados con el Camino están salpicados de referencias toponímicas a Oc. No es casual que una a Compostela con María de Magdala y el Secreto del Grial, en el Languedoc francés, situándonos en el entorno de Rennes le Chteau, una de las claves del enigma. Fue en el Monasterio de Santa María de Oia, en su iglesia monacal cisterciense del siglo XII, donde encontré la primera pista. Allí se encontraba un retablo que describía la venida del Espíritu Santo. Por un lado, llamó mi atención su gran parecido con el sello de los Caballeros Templarios de la abadía de Notre Dame du Mont Sion. Por otro, la figura central representaba a Magdalena rodeada por los apóstoles, mientras el Espíritu Santo en forma de paloma descendía sobre ellos. IZQUIERDA: Retablo de Maria Magdalena con los apóstoles. CENTRO: Sello templario de la abadía du Mont de Sión. DERECHA: Monasterio de Santa María de Oia (Pontevedra). Muy cerca de donde yo vivía descubrí otro elemento significativo. Se trataba del Reial Monestir de Santes Creus, perteneciente a la orden del Císter, situado en Aiguamurcia, el Alt Camp, provincia de Tarragona. Al margen de la indudable calidad artística de los diferentes estilos representados en esta iglesia monacal, atrajo mi atención una de las dos capillas dispuestas en los laterales del templo, junto a la puerta de la entrada principal. Esta capilla, denominada de San Juan Evangelista, me iba a deparar grandes y gratas sorpresas ya que, en la imagen central del retablo, aparece la figura de un San Juan Evangelista con aspecto señaladamente femenino, de largos y rizados cabellos pelirrojos, labios de color carmesí carnosos y sensuales y que sostiene una copa o grial con la mano izquierda, a la altura del pecho. JUAN EVANGELISTA. Obsérvese el color pelirrojo del cabello. Conforme me fui acercando y contemplando con detenimiento el retablo, realizado en madera policromada y pintada al óleo, descubrí que había siete iconos adicionales en la parte inferior del mismo y, al observarlos con detenimiento, vi que reproducían diferentes pasajes bíblicos sobre Jesús y María Magdalena. Aunque la figura central del retablo pretende ser la de San Juan Evangelista, demasiados aspectos lo contradecían. Tradicionalmente a éste se le representaba con un aspecto varonil, barba poblada y edad madura, casi siempre con un libro en las manos. Baste recordar los lienzos sobre San Juan Evangelista de pintores como El Greco, Tiziano o Velázquez. En cambio, la imagen central del retablo era indudablemente femenina. Yo la identifiqué como María Magdalena, por la larga melena de color cobre-rojizo y el tipo de vestimenta y colorido más utilizado en su representación, con predominio del rojo. También por el hecho de sujetar en la mano izquierda la urna donde se guardan los óleos con que ungió de Jesús, un dato inequívoco, pues así es como se la ha representado mayoritariamente. Como hemos mencionado, debajo del icono central hay siete iconografías de menor tamaño, cuatro de cuyas figuras se identifican con María Magdalena, y otras tres centrales de mayor tamaño, que representan episodios de la vida de Jesús : el nacimiento, la crucifixión y el descendimiento de la cruz. Exponer y describir en detalle lo representado en todos los iconos resultaría imposible en el presente articulo, por la gran cantidad de datos y fotografías. Pero como la principal evidencia a la que nos hemos estado refiriendo se encuentra precisamente en algunos de estos iconos, vamos a referirnos en concreto a estos últimos resumidamente. En el icono central aparece la escena de la crucifixión de Jesús, junto a los dos ladrones y a los pies encontramos la mayor de las sorpresas: ¡María Magdalena embarazada! Contemplé la escena desde todos los ángulos posibles para excluir la posibilidad de una ilusión óptica. Pero no se trataba de ningún error de apreciación. La Magdalena representada a los pies de la cruz de Jesús, totalmente desolada, con el cabello pelirrojo suelto y el pañuelo en la mano izquierda enjuagándose las lágrimas, había sido evocada como mujer embarazada, con sus pechos hinchados, remarcando los pezones y su vientre abultado en la forma característica de la preñez. Es un vientre muy bajo, a punto de parir, en la posición que adoptaban antiguamente las mujeres de Oriente para dar a luz. Junto a ella aparece una calavera, tradicionalmente asociada a Magdalena en la iconografía. Para no dejar ninguna duda respecto de su embarazo, el autor del icono pintó una especie de cíngulo —tal como se hacía entonces para remarcar los pechos en las embarazadas, tal como tuvo a bien indicarme mi amigo Manuel de Perea, pintor, orfebre y escultor y por tanto capacitado para aportar tales referencias—, que va desde el hombro hasta la cintura, remarcando claramente el pecho hinchado de la Magdalena. María Magdalena embarazada al pie de la cruz. En el icono solo aparecen las dos mujeres que tradicionalmente son identificadas con María la Virgen (madre de Jesús) y María Magdalena, lo que despeja cualquier duda sobre la identidad y el estado de embarazo de la figura representada. El tercer personaje representado es el apóstol Juan. Esta era la prueba o evidencia definitiva que había estado buscando. ¿Sería posible que nadie antes lo hubiese advertido? ¿Durante cuanto tiempo había permanecido oculto el mensaje del retablo? Ahora empezaban a encajar todas las piezas del rompecabezas. Necesitaba observar con atención el resto de la iconografía, desafiando el tiempo transcurrido desde su ejecución hasta este triunfal momento. Un momento que nunca habría podido ni imaginar. En la siguiente escena, correspondiente al icono de la derecha, podemos ver el descenso de la cruz de Jesús ya fallecido, rodeado de varios personajes. De izquierda a derecha aparecen María, esposa de Cleofás y prima de la madre de Jesús; José de Arimatea, con barba y el típico turbante que llevaban algunos fariseos; Magdalena, quien aparece con la urna de los óleos en sus manos; Lázaro-Juan, sujetando por los brazos a la Virgen María; Juana, hermana de la Virgen María y tía de Jesús, quien aparece arrodillada, recogiendo los pies del crucificado; y por último y subido en la escalera que hay apoyada en la cruz, un personaje que bien podría ser Nicodemo. Icono del descenso de Jesús de la cruz. En la iconografía del descenso de la cruz, el autor nos da un detalle de suma importancia: todos los personajes que aparecen en el icono, por fuerza tenían que ser parientes de Jesús. Según la Ley de Moisés no estaba permitido tocar a los muertos, a menos que fuesen parientes, como podemos confirmar en Números1 9,11: "El que tocare un muerto, el cadáver de un hombre cualquiera, seré impuro por siete días", un tabú de contacto con el cadáver reiterado en Números 19, 14 y 19 : 16. En Levítico 21, 1-3, tenemos una mayor precisión: "Yahveh dijo a Moisés: 'Habla a los sacerdotes, hijos de Aaron, y diles: Ninguno se contamine con el cadáver de uno de los suyos, excepto si es de alguno de sus parientes más próximos: su madre, su padre, su hijo, su hija, su hermano. Podrá también hacerse impuro por el cadáver de su hermana, todavía virgen, si, por no haber pertenecido a ningún hombre, era su pariente próxima'". Un pasaje que corrobora Ezequiel 44, 25: "No se acercaran a persona muerta para no contaminarse, pero por el padre, la madre, el hijo, la hija, el hermano, la hermana que no tenga marido, si podrán contaminarse". Como vemos, sólo estaba permitido tocar a los muertos a los familiares más cercanos. En este caso, el autor del icono dejaba claro una vez más la relación de pariente cercano que ostentaba María Magdalena con respecto a Jesús. El resto de la iconografía también hacía referencia a la relación entre ésta y Jesús. De hecho, vuelve a insistir en la misma idea, como podemos ver en otro icono donde aparece ella con los signos inequívocos del embarazo. Finalmente, la posible descendencia de Jesús y María Magdalena quedó testimoniada por el autor del retablo en otro de los iconos, donde podemos observar a Magdalena acompañada ya de sus dos vástagos, en este caso, de dos niñas gemelas. IZQUIERDA: María Magdalena embarazada con la cruz. DERECHA: Iconografía correspondiente a Magdalena con las dos niñas gemelas, llevadas de la mano y en brazos. ¿La evidencia de la descendencia de Jesús y María Magdalena? Este retablo dejó constancia, en forma iconográfica, de una tradición antiquísima que, a pesar de la hostilidad de la Iglesia, se transmitió a lo largo de toda la Edad Media. Básicamente, recogía el mensaje siguiente: Estatus social de María Magdalena en el icono de la princesa, con la inscripción de IVSTICIA. Esposa de Jesús, vestida de luto tras la crucifixión, con la palma de martirio, igualmente testigo del martirio al que fue sometida su memoria, al ser presentada como una prostituta, cuando en La Biblia no existe ninguna base para identificarla con el personaje de la pecadora evangélica. Esta arbitraria identificación se consolidó en los siglos V y VI, proyectando una imagen de descrédito que veló su verdadero valor y significado histórico. Grial viviente en calidad de portadora de la sangre de Jesús, a través de su descendencia (icono que la presenta embarazada, soportando la cruz, la carga). Confirmación de la descendencia (icono con los dos niños gemelos en brazos, mostrando claramente su parecido con los progenitores). No es posible detallar en un artículo toda la información que recabé con respecto al autor del retablo —tarea que abordo en mi libro—, pero baste recordar que el Monasterio de Santes Creus pertenecía al Císter, la Orden fundada por San Bernardo de Claraval, quien a su vez intervino de manera decisiva en la creación de la Orden de los Caballeros Templarios. Posteriormente, éstos llegaron hasta el Monasterio de Santes Creus, a través de la Orden Militar de Santa María de Montesa, fundada en 1.319 por el rey Jaime II de Aragón para acoger a los Caballeros de la Orden del Temple que consiguieron huir de la persecución del Rey Felipe IV el Hermoso de Francia, con el beneplácito del Papa Clemente V. Los Caballeros Templarios que consiguieron huir de Francia, se refugiaron en otras órdenes, como la de Montesa o la de Calatrava. Con ellos también llegarían los conocimientos secretos de la Orden, por los cuales habían sido acusados de herejes. Entre estos secretos siempre se ha destacado el de la existencia de una sangre real (Santo Grial) que reivindicaba una ascendencia sagrada y se remontaba a Jesús y Magdalena. El retablo que hemos examinado fue realizado en el año 1.603, según consta en el mismo, utilizando un lenguaje oculto del iniciado para transmitir de forma encubierta una tradición considerada herética, cuyos depositarios en Europa occidental habían sido los Caballeros Templarios, y anteriormente los cátaros. Sinceramente, creo que las evidencias hablan por sí solas. Más si tenemos en cuenta que se trata de un retablo de principio del siglo XVII y que, con anterioridad a esa época, ya existían diversas iconografías e imágenes sobradamente conocidas de San Juan Evangelista, entre éstas las ya citadas de Tiziano, El Greco y Velázquez, por poner sólo algunos ejemplos, que proyectan sin excepción una imagen acusadamente viril de esta figura. Esta tradición excluye que dicho personaje pueda corresponderse con la imagen femenina representada en el retablo de la iglesia del Monasterio de les Santes Creus. Me parecía increíble que aquel retablo no hubiese llamado anteriormente la atención de nadie (por lo menos, no tengo constancia de ello). Pero como dijese Hermes (mi enigmático informante): "Todo tiene su momento". Y quizá ahora había llegado el momento propicio. Extraído del libro El Legado de María Magdalena, de José Luis Giménez.

Artículo publicado en MysteryPlanet.com.ar: El Legado de María Magdalena ¡La evidencia física definitiva! https://mysteryplanet.com.ar/site/el-legado-de-maria-magdalena-la-evidencia-fisica-definitiva/

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De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 23/01/2023 04:04
El Legado de María Magdalena ¡La evidencia física definitiva!

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De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 24/01/2023 17:47


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De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 25/01/2023 02:57



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