Hola mis amados:
La verdad es la bandera del seguidor de Cristo, puesto que Él es la verdad nos debemos caracterizar por manifestarla siempre, no importa la situación no dejemos que la tentación de mentir nos haga caer en esa trampa, de todo lo que digamos debemos dar cuenta al Señor y Él es el oyente silencioso de cada conversación, por tanto no podemos engañarle jamás, que Él se sienta complacido porque en nuestra vida todo lo hacemos con la verdad.
¡DIGA LA VERDAD!
Una maestra de escuela dominical una vez le dijo a su clase de adultos: "El próximo domingo voy a dar una lección muy importante. Quiero que todos lean el capítulo 17 del Evangelio de San Marcos anticipadamente". Los alumnos asintieron.
El domingo siguiente la maestra les dijo: Por favor, los que leyeron el capítulo 17 del Evangelio de San Marcos levanten la mano. Casi todos la levantaron.
Entonces la maestra dijo: "Es muy interesante. El Evangelio de San Marcos tiene sólo 16 capítulos. Pero al menos sé que mi lección va a dar en el blanco. Hoy voy a enseñar sobre lo que dijo Jesús de mentir".
Quizá el mayor castigo por mentir no sea que una persona sea agarrada mintiendo, sino el castigo "escondido" para un mentiroso es que nunca realmente cree lo que dice otra persona.
¡Diga la verdad! A la larga sufrirá menos bochornos y será más saludable emocionalmente. Aunque el decir la verdad le traiga dolor temporal, Dios honrará su valor y le bendecirá por hacer lo correcto.
El problema con decir la verdad a medias es que se está apto para que le descubran.
Proverbios 19:5 El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras no escapará.
COSMÉTICOS ANÓNIMOS
"Solamente he encontrado lo siguiente: que Dios hizo perfecto al ser humano, pero este se ha complicado la vida". (Eclesiastés 7.29).*
Imaginando posibilidades, se me ocurrió una idea: fundar la Sociedad de Cosméticos Anónimos. Espacio de encuentro catártico por excelencia, buscará constituir un ámbito en el que los maquillajes y ungüentos, las pomadas y cremas puedan relatar sus experiencias y hallar algo de sosiego en medio de sus tribulaciones.
Hasta me aventuro a pensar en los diálogos y casi puedo escuchar lo que se dirá durante algunas de las sesiones: la base en polvo quejándose del abuso cotidiano de la que es víctima, el corrector de ojeras insistiendo que su capacidad para encubrir los desvelos ha colmado su paciencia, el delineador para labios comentando el fastidio que le da ser cómplice de la conspiración de las sonrisas falsas, y la máscara para pestañas negándose a seguir proyectando ilusiones.
Por supuesto, al término de cada encuentro recitarán la Oración del Cosmético: “Que pueda tener la tranquilidad que proviene de saberme un mero elemento de uso, la valentía para enfrentar los excesos que se cometen en mi nombre, y que mis usuarios sean lo suficientemente listos como para reconocer la diferencia entre utilizar y abusar”.
Y así, luego de cada encuentro, los Cosméticos Anónimos regresarán a sus quehaceres tal vez un poco más aliviados, sabedores de que son miembros de una cofradía cuyos integrantes comparten los mismos pesares, pero libres del sentimiento de culpa al darse cuenta de que el problema no está en ellos, sino en quienes se extralimitan en el empleo de sus servicios.
Tal vez más cerca de la ficción que de la realidad, los seres humanos nos movemos por esta vida como si se tratara de un juego de imágenes y pareceres: una escenificación en la que el personaje tarde o temprano fagocitará a la persona y la conducirá en forma indefectible por el sendero de la dualidad.
¡Por eso reclamo un poco de piedad para la Sociedad de Cosméticos Anónimos! Porque…
…¿quién podría pensar que una apariencia feliz equivale a un estado permanente de felicidad?
…¿a quién se le ocurriría imaginar que un collar de logros externos implica verdadera realización?
…¿quién deduciría que detrás de un rostro radiante quizás se esconda un vendaval de frustración?
En su excelente libro “El Médico de Sefarad”, César Vidal escribe: “La verdadera liberación siempre comienza por el interior de cada uno y el exterior es algo secundario que si carece de lo esencial se queda en nada”.**
Al fin y al cabo, ¿quién sería tan tonto como para pensar que una cosmética superficial de la vida será suficiente para cubrir los fracasos, disimular las tristezas, reducir las asperezas del corazón y tapar el vacío existencial que envejece nuestro espíritu?
Está claro: se necesita Algo más…
CRISTIAN FRANCO
No hay nada más tremendo que la hipocresía, que no seamos fachada, sino transparentes para que noten que somos hijos de Dios, Él es Santo y Sus hechos y características lo demuestran, de igual manera nosotros, que luzcamos pero Su luz, Su amor, Su gracia, Su sabiduría y Su paz insondable para que los demás anhelen ser como El, seamos Sus voceros con nuestros hechos.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA
MAGNOLIA
MÉTELA EN TU CORAZÓN
Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo. Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-
"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"
Salmo 119:11
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