Hola mis amados:
Cuando nos vemos en situaciones diversas, solos, afligidos, en angustia o temor, no hay mejor lugar que los brazos del Señor Jesús, allí encontramos reposo, paz y al mirarle a los ojos podemos sentirnos en confianza y descansar de todo eso que nos llena de peso y nos hace sentir menos que nada, en Él nos renovamos y tomamos la fuerza que necesitamos para seguir adelante.
VEN A VERME
Nuestra hija Ariana paso de ser un bebe a ser una niñita, y como todas, solía golpearse y rasparse las rodillas cuando jugaba. En estas ocasiones, extendía mis brazos y le decía "Ven a verme". Cuando trepaba en mi regazo, la mimaba y le preguntaba "¿Eres mi niñita?" En medio de sus lágrimas, asentía. "¿Mi linda niñita Ariana?" Asentía esta vez con una sonrisa. Por último, le decía: "¡Y te amo siempre, por siempre, pase lo que pase!" Con una risita y un abrazo partía preparada para su próximo reto.
Ariana ahora tiene cuatro años y medio. Hemos continuado jugando a "Ven a verme" cuando se raspa las rodillas o hieren sus sentimientos, para los "buenos días" y las "buenas noches".
Hace unas pocas semanas tuve "uno de aquellos días". Estaba fatigada, de mal humor y agotada de cuidar una niña de cuatro años y dos muchachos adolescentes y un negocio en casa. Cada llamada telefónica o llamada a la puerta significaba trabajo para un día entero, que debía ser despachado ¡de inmediato! En la tarde ya no pude soportarlo y me marche a mi habitación para llorar a mis anchas.
Ariana pronto se me acerco y me dijo: "Ven a verme". Se acostó a mi lado, coloco sus suaves manitas en mis mejillas húmedas y pregunto, "¿Eres mi mamita?" entre lágrimas, asentí. "¿Mi linda mamita?" Asentí, y sonreí. "¡Y te amo siempre, por siempre, pase lo que pase!" Con una risita y un fuerte abrazo, partí preparada a afrontar mi próximo reto.
Fuente: Jeanette Lisefski. Sopa de Pollo para El Alma de la Madre
Salmos 54:4 He aquí, Dios es el que me ayuda; El Señor está con los que sostienen mi vida.
DIOS PREMIA LA OBEDIENCIA
Leer | Lucas 5:1-11
Un pescador común y corriente se convirtió en uno de los principales forjadores de la iglesia primitiva, gracias a su obediencia. Simón Pedro hizo el compromiso definitivo de seguir a Jesucristo, y como resultado recibió muchas bendiciones.
En Lucas 5 vemos a un Pedro cansado y desanimado después de una noche improductiva en el mar. Cuando Jesús le pide a Pedro que eche sus redes para pescar, Pedro lo hace pensando que era un error. Sin embargo, su obediencia le produjo un inmenso beneficio económico. Pero mejor aún, reconoció a Jesús como lo que Él era: el Señor.
Así como sus redes se ensancharon con la desbordante pesca, la fe de Pedro se hizo más grande ese día. Confiaba tanto en el poder de Jesús, que dejo las herramientas de su oficio para convertirse en un “pescador de hombres” (vv. 10, 11). Y siguió recibiendo bendiciones: como discípulo de Cristo, Pedro pasaba tiempo con el Señor y realizaba milagros en su nombre (Hch. 9:33-42).
La obediencia era el estilo de vida de Pedro; cuando el Señor le ordenaba hacer algo, no le daba largas (Mt. 16:16). Sabía quién era Jesús, y lo ayudo a establecer la iglesia sobre el sólido fundamento del mesianismo de Jesús. Pedro predico en Pentecostés (Hch. 2:14-36), abrió el cristianismo a los gentiles (Hch. 11:1-18) y escribió dos cartas pastorales; todas estas fueron bendiciones adicionales por su fidelidad.
A veces, los creyentes evitan obedecer a Jesús, pensando: ¿Cómo puede El utilizar a alguien como yo? Pero la vida de Pedro es una prueba de que el Señor prepara a quienes El llama. Y cuando un creyente común y corriente obedece con fidelidad, Dios lo premia.
Cuando somos padres de familia nos da regocijo ver cuando nuestros hijos nos obedecen, saber que prestos van a ejecutar la orden que les dimos nos llena de complacencia, cuanto más nuestro Padre Celestial se goza de ver que la disposición de Sus hijos es igual, El espera que lo hagamos siempre sin justificación o impedimento, que se goce de ver que somos obedientes siempre.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA