Hola mis amados:
A la mayoría de las personas les sucede esto, temor a las malas noticias, y es que cuando llegan nos toman por sorpresa y ahí es cuando no sabemos que hacer, por eso cuando la confianza esta puesta en el Señor y sabemos que tiene el control de todo, pueden llegar y damos gracias por ellas pero seguimos de Su mano sabiendo que tiene el control y por eso no tememos.
¿MALAS NOTICIAS??
Hace varios años, antes de que los teléfonos móviles se hicieran comunes, un líder de seminario preguntó a su auditorio: -Si alguien viniera a esta reunión, llamara su nombre y dijera: Tiene una llamada telefónica, ¿asumiría usted que son buenas o malas noticias?. La mayoría del auditorio admitió que pensarían que son malas noticias, aunque no estaban seguros por qué. Esto destaca una carga común que mucha gente lleva: el temor de malas noticias. Puede ser una inquietud natural por la seguridad de los que amamos, pero se puede convertir en un temor irracional de que ocurra una tragedia. Cuando más miedo tenemos es cuando más necesitamos confiar en Dios. El Salmo 112 habla de una persona que teme al Señor, se deleita en sus mandamientos y es generosa con los demás. Pero tal vez lo más impresionante sea que: No temerá recibir malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor. Un himno de Frances Havergal nos recuerda que un corazón que confía es la respuesta a una mente preocupada: Descansando en Cristo, siempre paz tendré; en Dios confiando, nada temeré. La Biblia no promete que nunca recibiremos malas noticias. Pero sí nos asegura que no tenemos que vivir cada día con un temor que nos torture de lo que podría pasar. No temerá recibir malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor. Salmo 112:7
SUS ERRORES DEL AYER QUEDARON EN EL PASADO Por: Fernando Alexis Jiménez
Un recuerdo de mi lejana niñez todavía me asalta con frecuencia. Lo constituyen las escenas de un indigente al que –en Vijes, mi patria chica-- le hicieron parte de la familia. Solo sabíamos su nombre: Camilo. Otros le decían “Saco viejo”. Era gracioso, como si hubiese sido tomado de una caricatura o de los dibujos animados. Risueño. Y permanecía en el parque principal, al amparo de una enorme Ceiba. Los parroquianos se turnaban alimentarlo. Pero también, proveerle vestido. Y aunque era poco amigo de bañarse, todos sentían un sano orgullo cuando le veían bien presentado. Sin embargo los días tranquilos del hombre se tornaban tristes y tormentosos cuando alguno de los adolescentes, que solía pasar frente a la silla en la que veía morir el tiempo, le gritaba: “Esa ropa no es tuya, sino mía”. Inmediatamente abandonaba el mundo de fantasía en el que vivía, mudaba su semblante y, con rabia, se deshacía de cada una de las prendas. Era dramático. Le hacían sufrir. ¿Le ha ocurrido alguna vez? Igual que Camilo puede ocurrirle a usted. Justo cuando se siente más entusiasmado porque experimenta cambios en su comportamiento, le embarga un extraño sentimiento de frustración y desasosiego. Recuerda su pasado. Es como una sombra que le sigue a todas partes. ¿Ha vivido esa situación? Es frecuente. Y pone obstáculos al propósito de cambio. Es una de las armas eficaces de Satanás y sus aliados. Es la forma como detiene cualquier avance espiritual. Siembra desánimo y frustración. Sin embargo se trata de una mentira. La más infame porque desde el momento en que usted y yo aceptamos a Jesús como Señor y Salvador, todos nuestros pecados fueron borrados. El apóstol Pablo escribió: ”Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, quitándola de en medio y clavándola en la cruz... ”(Colosenses 2:13-14).
No debemos vivir encadenados al pasado, vivir el presente y disfrutarlo porque lo que se vivió ya no vuelve y el futuro solo lo conoce el Señor, además entender que El llevo toda nuestra maldad y pecado en la cruz y nos redimió de todo esto, es una razón poderosa para vivir intensamente agradecidos por Su amor inefable.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA
MÉTELA EN TU CORAZÓN
Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo. Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-
"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"
Salmo 119:11
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