|
Experimento “Yo Soy” - Jeanne de Salzmann
No sé si ustedes ven que el problema que tenemos es el del sentimiento. Empezamos a ver la pobreza de cualquier emoción, sentimos la necesidad de un sentimiento más puro, más penetrante. Pero no llegamos en nosotros a la profundidad donde puede tener lugar una transformación. No abandono mis ídolos. Se despierta en mí un anhelo de ser más completamente yo mismo, de abrirme a una parte muy alta de mí mismo donde habita una fuerza emocional que conoce. Necesito escucharla. Para esto necesito alcanzar una profundidad de silencio donde mi sentimiento ya no esté atado a mi egoísmo habitual. Sólo en ese silencio esa fuerza es verdad.
Quiero estar presente, mantenerme presente. Pero me siento impotente. Siento que no puedo querer, no puedo ser. No tengo un deseo fuerte, un querer fuerte. Necesito ayuda, necesito una fuerza de otra calidad. La ayuda me viene bajo la forma de un sentimiento más activo, dotado de más convicción; un sentimiento que viene del centro emocional superior. Conozco en ese momento una nueva posibilidad en mi Presencia que me sitúa diferentemente en relación con lo que me rodea y me da el sentido de mi Presencia.
Pero no conozco esa ayuda y sólo recibo esa fuerza cuando experimento la necesidad imperiosa de ella. Ese llamado viene de la visión, cuando siento mi impotencia tal como soy. Entonces hay algo justo, algo verdadero en la conciencia que tengo de mi situación, y puedo desear la ayuda de esa fuerza, otra posibilidad de ser, y querer someterme a esa ley. Le doy un lugar en mí, atento de conformar la actitud de todas mis partes para recibirla. Mientras le dé el primer lugar, puedo recibir su ayuda. Pero ese sentimiento de impotencia es demasiado esquivo. De nuevo creo que puedo, tal como soy, y regreso a la imaginación de mi yo, a mi ceguera.
¿Cómo comprender la experiencia del sentimiento? Sabemos lo que es sentir algo, el contacto interior. Experimentar, sentir profundamente, pide otra calidad. El sentimiento no tiene nada que ver con “amar” o “no amar” y sin embargo se trata de la emoción. Experimento la tristeza y la felicidad. El sentimiento siempre se eleva; prende y se apaga. Y experimento, siento profundamente, “Yo Soy”. El sentimiento puro no tiene objeto. Sólo puedo comprenderlo si soy capaz de ver sin una idea, de estar en contacto con “lo que es”.
Empiezo a ver que el mundo en el que vivo es un mundo de ficción. No es un mundo real. La visión que tengo de mí mismo no es la de mi propia realidad. Me veo a través de mi mente ordinaria, perdido en la imaginación que tengo de mí mismo. Solo por breves instante toco algo real de mí mismo: tengo el sentimiento de que “YO Soy”. El sentimiento que tengo de mí mismo me hace conocer mi realidad. En ese momento, y solamente en ese momento, sé que yo soy. Estoy en la fuente. Tengo ahora una medida de mi realidad que es la realidad en sí misma más que mi estado habitual con mi percepción ordinaria. Esa realidad siempre está allí. Necesita volverse el centro de atracción de mi sentimiento.
Gurdjieff dio el ejercicio “Yo Soy” para trabajar sobre el sentimiento. En un estado de recogimiento experimento el sentimiento “yo”; después tengo la sensación en mí pierna derecha: “soy”. Después, tengo un sentimiento, pierna derecha; sensación, pierna izquierda; sentimiento, pierna izquierda; sensación, brazo izquierdo; sentimiento, brazo izquierdo; sensación, brazo derecho. Y cuando he hecho esto tres veces, cada vez con el sentimiento “yo” y la sensación “soy”, siento todo el cuerpo: “yo” y siento el cuerpo “soy”, como sensación. El sentimiento es una calidad más intensa de sensación. Este ejercicio puede también ser practicado en canon empezando por la pierna derecha, pierna izquierda y así sucesivamente. De la misma manera, “Yo Soy” puede ser remplazado por:
“Señor…, Ten piedad”.
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 2 de 2
Siguiente
Último
|
|
El Sentimiento permite una relación. Jeanne de Salzmann
Todas las posibilidades están en mi y sin embargo puedo pasar toda mi vida sin que nada cambie. En mi existe la energía mas alta, de la cual nacen todas las demás. Es una parte de mí. El asunto no es hacerla aparecer, sino dejarla pasar. Mientras más me esfuerzo, más estrecho se vuelve el pasaje y nada puede ya pasar por èl. Debo aprender a someterme voluntariamente a la influencia de esa energía mas alta. Siempre hay en nosotros una fuerza activa y otra pasiva. Pero las dos fuerzas solas no son suficientes. No se relacionan. Tiene que aparecer una tercera fuerza, una fuerza conciliadora, un cierto sentimiento que transforma todo porque permite una relación.
Si uno pudiera ver la acción de esa ley de fuerzas, comprendería mejor por qué es tan difícil estar presente y quedarse allí. Estoy presente al mismo tiempo a dos partes de mi mismo, sintiendo la necesidad de una fuerza de conciliación entre las dos. Un sentimiento nuevo debe aparecer, el sentimiento de “mi” vuelto hacia una realidad de la que participo y, al mismo tiempo, atraído por el mundo en el que vivo. El llamado de esos dos mundos me obliga a estar presente para comprender que no puede existir uno sin el otro y que uno debería ser espiritualizado por el otro. Una relación consciente debe aparecer.
La relación es un contacto, un contacto directo sobre el mismo nivel, con la misma intensidad. Tengo diferentes tipos de contacto: unas veces siento, otras veces tengo la sensación, otras veces veo. No hay conciencia sino cuando la intensidad es la misma en los tres centros. Sin embargo, la relación no puede venir del pensamiento viejo que se identifica con las imágenes y no tiene el poder de vislumbrar lo desconocido. No puede aparecer una nueva dimensión cuando el viejo pensamiento está activo. Cuando uno descubre la limitación, la incapacidad de ese viejo pensamiento, ese descubrimiento es la inteligencia misma. En el momento del descubrimiento hay un movimiento totalmente diferente, que es una liberación. Y sólo cuando funciona esa inteligencia la nueva dimensión puede operar a través de ella.
Puedo descubrir que hay una energía en mi que no esta libre, que mi pensamiento moldea el estado en el que me encuentro. En cuanto veo cómo estoy, sugestionado por el menor de mis pensamientos, mi interés se despierta. Pero debo ir mucho mas alla, debo ir a la raíz, verlos levantarse. Sin dar nada por sentado, con precaución, observo silenciosamente las causas y los movimientos de mis pensamientos y su influencia, se relaja. La energía liberada encuentra su propio movimiento y mi cuerpo se somete para entrar en una relación justa a lo que mira. Ya no hay un observador y un objeto. Soy lo que mira y lo que es visto.
Cuando me abro enteramente a mi Presencia, cuando “Yo Soy” entro en un mundo diferente donde ni el tiempo ni el espacio existen, Soy uno, un Todo. Los pensamientos cesan, la razón desaparece. Siento el “Yo”. El sentimiento es el instrumento esencial del conocimiento.
|
|
|
|
|