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EL CUARTO CAMINO DE GURDJIEFF-BENNETT
 
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General: DESTINO ¿COMO IR CONTRA EL DESTINO? - LUIS GONZALEZ
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: LUISWAYUU - ASHSHUA  (Mensaje original) Enviado: 11/02/2018 15:01

Destino ¿Cómo ir contra el destino?
El vocablo destino proviene etimológica mente del latín “destinare” que se traduce como hacer puntería o dirigir o señalar hacia un objeto, que sería una meta, o sea para el logro de una finalidad.

Pensamiento humano, que posibilita la libertad actuar contra esa fuerza que predetermina el futuro. El hombre nace con un yo predeterminado, un “Yo” irracional, pero también posee un “Yo” racional, que lo hace libre, respetando las libertades de los otros, hacia el fin del hombre que debe ser sobre todo moral, y libre de irracionalidad, aunque esto es muy difícil ya que cada uno tiende a apropiarse de la libertad ajena en busca de su destino

Pues evidentemente no podemos ir contra el destino. El destino depende del pasado y nada podemos hacer al respecto. El secreto está en que podemos pasar a través de nuestro destino de muy distintas formas. Generalmente el gene permite que el destino creado por su pasado despierte en ellos, y por lo tanto en los demás; reacciones que en verdad van a crear un destino similar en el futuro, igual que un eco produce otro eco. Esto es innecesario. De algún modo, tenemos que aceptar lo que el destino nos depara, no rebelarnos contra él, sino tragarlo y sacarle provecho. En los últimos años con Ouspensky, una de las cosas más extraordinarias era ver cómo volteaba en su favor cualquier evento negativo que el destino le traía: separación de sus amigos, distorsión de sus ideas, debilidades y dolor físico, y abandonando con gusto sus poderes y facultades normales, le era posible adquirir poderes supranormales de un valor infinitamente mayor. Era como si cada vez que la reacción normal fuera a demandar algo del mundo externo, en vez de eso él se hacía a sí mismo una demanda mayor o equivalente. De ese modo alcanzó la libertad. Hay una cosa muy interesante respecto a la ley de causa y efecto. Parece muy claro que todas las causas que hemos creado a lo largo de nuestra vida y cuyos efectos todavía no experimentamos, deben estar latentes hasta el día inesperado en que tomados por sorpresa, llamamos accidente al resultado. Tarde o temprano tendrá que concluirse todo 'asunto pendiente', y deberá hacerse el balance general. El hombre sabio trata de pagar sus deudas antes de que le sean presentadas las cuentas; trata de no dejar un cabo suelto en su vida, aunque sea en su mente, cuando le sea imposible hacerlo en realidad. Y enfrenta gustoso cada pago que la vida le exige, contento de dar un abono más. De algún modo, la comprensión de esto parece producir el deseo de aceptar todo lo que venga y no luchar en su contra. Ouspensky aceptó la enfermedad, la vejez, el dolor y la soledad de una manera muy intensa. Uno se hace libre cuando traga todo, respira profundo, toma el bocado y lo engulle. Luego, junto a la cuestión de liberarse de la propia cadena de causa y efecto, está la cuestión de someterse a una cadena de causa y efecto de una naturaleza distinta. Esto parece conectarse con la posibilidad de aceptar uno por sí mismo las causas y los efectos determinados por su maestro. A lo largo de todos esos años, Ouspensky dio incontables sugerencias respecto a las diferentes líneas de trabajo y experimento; al tomarlas en cuenta ahora, uno llega a ser parte de las causas y efectos de su vida. El o sus libros han tocado a muchas personas y han despertado cierta curiosidad, la que, debido a las circunstancias, no siempre pudo ser satisfecha por él. Si apreciamos esta curiosidad en la gente con la que nos llegamos a encontrar y la alimentamos lo mejor que podamos, nos volvemos a conectar de algún modo con su cadena de causa y efecto, lo que poco a poco tiende a superar a la nuestra. ¿Qué significaría ser libre? ¿Libre de qué? ¿Libre para qué? Y ¿Cómo lograrlo? Esa es la pregunta. En los últimos días Ouspensky pareció mostrar cómo muy claramente. Llegó a ser libre aceptando sin resistirse todo aquello que la vida y la muerte le pudieran traer. Y nosotros nos esforzamos y nos retorcemos porque no podemos ver el futuro. Si uno ve el futuro, igual que Ouspensky evidentemente lo vio, no le queda más que aceptarlo. Y al aceptarlo alcanza la libertad. Ahora empiezo a ver el significado que tiene querer ver el futuro. El hombre que ve el futuro no se desvive tratando de cambiar lo que ha de ser. Lo acepta, lo traga y de esta manera se levanta por encima de ello. Entonces todo se vuelve posible. Todas las circunstancias, buenas o malas, deben cambiar con el tiempo; y si uno puede pasar a través de ellas imparcialmente, sin haber sido demasiado ayudado ni demasiado abatido por ellas, estará preparado para el siguiente cambio. Lo que hace la diferencia entre los actores no es la naturaleza feliz o trágica de sus papeles, sino la manera en que los desempeñen. Algunos aspectos de la vida son muy difíciles. Al mismo tiempo uno no puede seguir ya deseando ser de otra manera; pues quizá sea mejor que durante algún tiempo se le pida un pago de acuerdo con el límite de sus capacidades, para que de esta manera se reduzca su deuda con la vida y pueda estar más cerca de alcanzar la libertad. Aunque no sabemos cómo sea, estoy seguro de que es esencial el pago de deudas acumuladas antes de poder recibir algo nuevo en nuestras vidas desde un nivel superior. Si uno puede aprender a aceptar el Destino, gradualmente la aceptación lo hará libre. Es muy imprudente tratar de forzar al Destino, uno sólo puede forzar algo que sea de su tamaño. Creo que al escribir uno no debe pensar para nada en resultados inmediatos. Debe seguir con lo que tenga que escribir lo mejor que pueda. Y cuando termine con eso, seguir con algo que sea todavía mejor. Después de algún tiempo parece como si hubiera una gran acumulación de páginas escritas que nadie va a leer. Pero los libros y los escritos tienen su propio e individual tiempo de gestación, y algún día y cuando uno menos se lo espera y hasta se haya vuelto imparcial hacia ellos, ellos mismos decidirán ser publicados. Nacen cuando están listos, y no antes. ¿Cómo puede uno aprender a aceptar el destino que nos trae aquello que de cualquier modo tenemos que enfrentar? No creo que esto signifique ser duro consigo mismo. Pues una y otra vez vemos que aquellos que son duros consigo mismos lo son igualmente con los demás, y aquellos que son blandos con los demás lo son igualmente con ellos mismos. Esto es cuestión de tipos, no de cambio. La salida no es por ahí. Pienso que uno debe aprender la aceptación en un sentido nuevo y más profundo, como Ouspensky lo practicó durante los últimos meses. ¿No puede aceptar todas las contradicciones en la gente, y tragarlas? La tierra lo hace, Dios lo hace; a los hombres no los parte un rayo por ser contradictorios, al menos no por el primer millón de veces. ¿Y cómo hemos de aceptar las grandes pruebas del destino si no somos capaces de aceptar las pesadas inconsistencias de nuestros amigos? Cuando alguien es aceptado en un grupo, se acepta con todo lo que es, con todo lo que ha de llegar a ser. El grupo calcula el riesgo total y lo toma. No puede decir: "Tomaremos este rasgo pero no aquél, tomaremos su cabeza pero no sus piernas." Lo toma tal como es, y se hace responsable de todos sus errores a cambio de compartir sus logros. Y se sobreentiende que cada persona que entra en un grupo realiza este trueque. Pero pienso que no sólo tenemos que aprender a aceptar a los demás de esta manera, también tenemos que aceptarnos a nosotros, con toda nuestra historia, nuestros hábitos, tendencias, esperanzas y pecados pasados, presentes y futuros. A quien le agrada admitir la derrota. Prácticamente anidien, Todos nuestros instintos naturales se revelan ante la idea de que somos impotentes. Es algo verdaderamente espantoso admitir, Solamente cuando se ha aceptado por completo el todo, puede comenzar la lenta tarea de la reconstrucción y curación. Mientras estemos tratando de hacer mutilaciones imposibles en nosotros y en los demás, no podrá haber curación alguna, pues no habrá comprensión de lo que es aceptación. A veces me parece que la píldora que el hombre astuto se tomaba, y con la que ganaba de una sola vez aquello que a los otros les llevaba años conseguir con mucho trabajo era, 'las cosas son como son y yo como soy'. Quizá todavía falte algo. ¿Cómo puede uno aceptar el destino si éste no tiene sentido? Sólo puedo decir que esta idea tomó vida en mí cuando empecé a ver el destino como la Providencia, el resultado inevitable del pasado que, al ser tragado, puede hacernos libres de ese mismo pasado. El trabajo de Dios en cada vida individual. Eso es un gran alivio. Primeramente, la mayoría de nosotros estamos muy complacidos con nosotros mismos y nos sentimos muy orgullosos de nuestros esfuerzos. Luego, después de un largo tiempo eso empieza a desmoronarse y uno se empieza a sentir avergonzado e infeliz consigo mismo. Es un periodo muy doloroso. Más tarde llega a comprender un secreto. Empieza a aceptarse a sí mismo, aprende a aceptar sus dones, sus debilidades humanas e impulsos y todo lo demás, sin culpa ni alabanza. Empieza a verse a sí mismo como un pobre diablo igual que a todos los seres humanos a su alrededor. Opositores no dispuestos a ningún acuerdo. Ellos no tienen la culpa, como tampoco la tiene el instrumento con el que tenemos que trabajar. Deben ser tratados razonablemente y con tolerancia, y respeto y dignidad al igual que su máquina. Después de eso las cosas empiezan a cambiar, pero no en la forma que uno esperaba. Es una gran fortuna ser optimista. Aunque no sé si uno sea afortunado por ser optimista u optimista por ser afortunado. De cualquier modo yo soy ambas cosas en gran medida. Lo primero que nos ayuda a eliminar viejas actitudes es la aceptación de sí mismo. (Recuerdo de sí significa aceptación, de sí mismo) de los demás y de todo lo que es. En el pasado estábamos tan preocupados de nuestros propios problemas que no teníamos tiempo ni interés por cosas reales. Ahora tenemos que aceptarnos a nosotros mismos tal como somos, y comprender que todo eso no merece mucha atención. Entonces uno estará libre para dedicarse a algo realmente interesante, el Gran Trabajo. Esta es la verdadera libertad. Debemos tratar de olvidarnos a nosotros mismos ante la gran visión de lo que tiene que ser hecho. Para quien hace girar su trompo cada vez más rápido, es muy difícil darse cuenta de que nadie más que él mismo es quien lo hace girar, en sus acciones, e impulsos



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