Un Alumno auténtico nunca manifestará al exterior lo que siente en su alma interior, sobretodo cuando él se refiere a ese Hombre que considera como su verdadero Padre Espiritual allá en lo íntimo de su corazón, siempre lo recordará externamente de la manera más simple y humilde, como: Gurdjieff o el Señor Gurdjieff...
Y ese nombre sencillo, coloca a su dios interior al nivel de un hombre tan natural como otros lo son... En cambio aquellos discípulos de "elevada reputación", forzosamente requieren para elevar su propio ego y sentir que son algo muy grande, llamar al primer "hijo de vecina" que un día les tendió su mano para robarles una moneda y hasta el germen de su posible alma, con nombes tipo Las Vegas (muy llamativos): "MAESTRO", "MI GURU", ENCARNACIÓN DIVINA"..., y nuchos otros igual de rimbombantes.
Muchos de nosotros, a pesar de estar en esta Enseñanza y de trabajar con todo involucramiento, olvidamos que todos esos logros, sólo nos fueron posibles por el poder de nuestro propio EGO, o de nuestro AMOR PROPIO...; y tarde que temprano tendremos que afrontar una lucha real a muerte contra ese Tirano Usurpador... Ahí es donde se dará la batalla auténtica entre lo falso y real de nosotros mismos, entre lo que actualmente somos, contra aquello que está más allá de mi mismo pero que es mi real realidad.
Así que Observémonos, cada día con mayor precisión, y jamás juzguemos lo que vemos en nosotros, sino aceptemos nuestra situación; pero sin dejar de recordarnos que el Trabajo también nos pide una mirada humilde hacia lo que el mismo Trabajo nos posiblita llegar a ser... Soy una Máquina, pero tengo la posibilidad, si decido comprometerme y hacerme responsable, de Llega a Ser un Hombre Equilibrado, Consciente y de Voluntad. A esa Máquina debería llamara: "Mi Maestro", y a lo que puedo Llegar a Ser sólo se le puede llamar de una manera: Carlos... La Máquina ha sido hasta el día de hoy, Mi Maestra, mi Dictador, la que me exige todo, la Comodína...Mi Padre y mi Dios; y aquello que está en mi Destino para Llegar a Ser, es tan humilde que sólo espera ser uno conmigo mismo, un Carlos sin comillas ni fanfarrias.
Carlos de la Garza P.