Ayer le tocó limpieza general a una las decenas de lugares de mi inmensa casa donde van quedando mis recuerdos, sobre todo los de Trabajo. Encontré cientos de escritos, fotos y hasta pequeñas cosas intercambiadas (parecido a ese sombrero Ecuatoriano que mi hermano Homero me hizo llegar...).
De entre todos esos escritos, hay uno que nació de un intercambio libre y abierto entre una linda mujer argentina, como de 70 años en aquél entonces, y yo. Llegó de Argentina y yo fui su anfitrión por 20 días. Puedo decirles que no quedo piedra por remover, ni montaña por escalar y respirar, ni desierto por recorrer de mi semi-desértica tierra, que hasta un gran peyote tuvo el privilegio de viajar enmasacarado hasta la amada Argentina.
Ella, mi amada Giovanna, no es una mujer ordinaria, ya que era de las únicas autorizadas por la Santa Sede del Vaticano para tratar psicológicamente a las monjas de la Sede que sufrieran diversos trastornos. Y "en sus tiempos libres" se dedicó a plazmar su creaciones para crear imágenes a base de diversos tipos de maderas, en diversas iglesias y capillas de su terruño (el mísmo Gaudí las envidiaría)
Giovanna, como todos aquellos que de manera auténtica que recorremos este Camino, nos reconocemos al instante y con nuestro Eneagrama interno de inmediato comprendemos el nivel de ser de cada uno. Así que esa relación es libre y espontánea, no se permiten fraudes ni máscaras.
Giovanna y yo hicimos una pajeja totalmente contrastante, ella bajita, un poco encorvada por cargar tantos años, yo alto y erguido; pero al presentarse un frío tardío en mi tierra, y cubrir a Giovanna con un abrigo de piel color dorado como el sol, vaya que veían una pareja contrastante pero sobre todo, como de dos amantes.
Decidí compartir abiertamente aquí en la Comunidad, una carta que recibí de Giovanna, simplemente para que se aprecie en qué está comprometida la gente que tiene a este Trabajo por Dios..., y quizá hasta algunos de ustedes logren intuír el porqué de esta Comunidad y de los Experimentos que se realizan...
Y para ti mi Giovanna amada, chingo de besotes y de abrazos cargándote, y que tu alma continue unida a la mía...
Carlos de la Garza P.
giovanna.doc