22 de Noviembre 2018.
La senda es expresada de la mejor manera en la vida cotidiana cuando
con ella hay una entrega espontánea y abnegada a la voluntad de lo
Esencial.
Al orar y al meditar descubrimos en nosotros un tipo de
entrega a lo Esencial que nos hace sentir que lo Esencial y nosotros
somos esencialmente uno.
Se
menciona que Maya es ignorancia, su poder es esconder y distorsionar la
realidad, es la misma realidad interpretada erróneamente.
La
variedad de múltiples objetos que vemos a nuestro alrededor conformando
el mundo, son como las imágenes de una película proyectada en una
pantalla.
Aunque haya luz, sin esta pantalla no se puede ver la película.
De igual modo, en la conciencia Esencial se reflejan las imágenes como
en un espejo, las imágenes no permanecen si no está el espejo, eso sería
la conciencia.
Hay versiones teóricas orientales que dicen que todo es un juego de lo Divino.
Estas creencias manifiestan que todas las formas son relativas y
cambiantes, que el mundo de la ilusión cambia continuamente, y se ve a
lo Divino como una obra dinámica.
Maya no es solo negativa, como
una confusión de las cosas, sino que es positiva también, porque esta
ilusión es la fuerza de la obra que es causativa, reaccionaria, y
permite el reconocimiento del flujo del universo como experiencia de la
manifestación.
El mundo no tiene existencia independiente, es un atributo de lo Absoluto.
La entrega absoluta lo Esencial es la única fuerza que puede ayudar al
aspirante a luchar con todos los problemas internos y externos en la
vida.
No entregamos nuestra identidad; entregamos únicamente
nuestra individualidad limitada, terrenal, la individualidad que nos
ata, la que dice «yo» y «mío» en lugar de «nosotros».
Y lo que
hacemos es desarrollar nuestra identidad consciente con la comprensión y
con la voluntad de la comprensión, para lograr la unicidad inseparable
con lo Divino, que está en todo.
R.Malak.