Desafortunadamente no todo pudo quedar en familia con el matrimonio entre Boris Golovska y Katarina,
39 años mayor que él, pese a que el amor entre nieto y abuela superó las fronteras
del cariño maternal y llegó hasta el altar,
uniéndolos sin importar su segundo grado de consanguinidad.
Y no todo quedó en esos afectos, pues la justicia local debió intervenir para evitar que
la aprobación del complejo de Edipo como práctica legal y consolidada,
aunque en este caso estuviera elevada al cuadrado y separada por varias décadas.
De hecho, el matrimonio fue anulado y las autoridades investigan para determinar
bajo qué circunstancias se dio cabida a semejante unión,
de la cual habrían nacido -si la naturaleza aún se lo permitiera- nietos y hermanos.