Hoy llueve como ayer y antes de ayer. Hace tres malditos días que llueve y nosotros acá, encerrados- decía mientras miraba por una ventana y la lluvia caía fuertemente contra la pobre cabaña que habíamos alquilado.
- Tranquilo por lo menos tenemos comida- me decía Diego al tiempo que se acercaba con una bandeja llena de bocados.
- No, gracias. No tenemos TV, no tenemos nada excepto esta lluvia- le contesté mientras tiraba una pelotita de goma.
- Bueno por lo menos nos tenemos- decía Martín mientras se tiraba en la cama y se preparaba para dormir.
- Ey, Oscar, vamos a dormir tal vez mañana no llueva- decía Rafael y se iba a su cuarto.
- Mirá, tus viejos nos prestan la cabaña para pasar el fin de semana y llueve, nosotros cinco solos en la cabaña y llueve ¿qué queres que haga?- seguía diciéndoles.
- ¿Vas a dormir o ver como llueve?- me lo preguntó Ismael, el cuarto de mis amigos, por supuesto tenía más pero hoy no vinieron.
- No, no tengo sueño, que duerman bien.
Todas las luces se apagaron y sólo quedó la mía, la de mi habitación, pasé la siguiente hora mirando la lluvia que caía con fuerza sobre el suelo; hasta que me aburrí y me fui a acostar.
De repente, caí en lo más profundo de mis sueños y me encontré en una cabaña, entré a una habitación para ver que había y encontré un largo camino de sangre que iba a la cama y en la cama había un pequeño bulto y por curiosidad comencé a caminar hacia allí agarré la sábana y cuando estaba por tirar de ella, me detuve ¿y si ahí había algo?¿Y si la había, que me iba a pasar? Total, en los sueños no te pueden lastimar, sólo es un pensamiento cuando estás dormido, pero tal vez es eso lo que uno piensa como cuando vas a operarte y decís “no me pasa nada” pero a veces pasa algo. Junté toda la valentía y comencé a tironear.
- ¿Qué haces acá?- me di vuelta para ver quien me hablaba, no podía verlo bien tenía toda la cara llena de sangre y en la mano llevaba una lanza también llena de sangre- ¿No te había matado? Bueno eso no importa ahora si vas a morir.
- ¿Quién sos?- preguntaba con miedo pero no hubo respuesta. Se limitó a atacarme dándome en el corazón y riendo mientras me quedaban pocos segundos de vida. Cuando cerré los ojos, ya al borde de la muerte, vi el número uno lleno de sangre y con unas palabras; también había un hombre vestido de negro con una manta que lé cubría toda la cara y me decía que tenía dos más...
- Aahh- me sobresalté y comencé a ver a mi alrededor y me encontré en mi habitación y al lado mío estaba Rafael.
- Disculpa que te haya asustado, ¿Te levantas? Vamos a desayunar- me decía mientras subía la persiana.
- Está bien, sólo tuve una pesadilla. Una pregunta ¿Hay algo por acá cerca?
- Sí, hay dos cabañas más; una en la que vive un hombre llamado, me parece que, es Juan Pablo un muchacho que trabaja en su pequeño campo, creo que vivió siempre solo y en la otra no vive nadie porque... este por nada- y se fue corriendo de mi pieza.
- ¿Qué pasó?- no hubo respuesta, sólo el ruido del horno.
Con dificultad me desperté y me cambié con algunos tropiezos. Cuando salí de mi habitación, estaban todos en la mesa esperándome para desayunar.
Después de desayunar, Rafael fue a su habitación a escuchar la radio; Diego se fue a estudiar; Ismael comenzó a lavar los platos y Martín a barrer. Yo fui a la pieza de Rafael, cerré la puerta y comenzamos a hablar:
- Ahora decíme ¿Por qué en la cabaña no vive nadie y quien es ese tal Juan Pablo?- mientras me sentaba en la silla media rota.
- Bueno, pero juráme que no le vas a decir a nadie- y asentí con un gesto de la cabeza- eso espero, hace unos cuantos años la casa permaneció solitaria. Un hombre se atrevió, ya que había habido unas extrañas muertas pero de eso hacía unos cien años, se decía que era un científico pero una noche pasó algo; se escuchó un grito pero cuando traté de ver qué era, por todas las ventanas había sangre y no se podía ver nada, sólo se escuchaban gritos. Traté de llamar a la policía pero el teléfono estaba roto y no podía ir a la comisaria por que no tenía auto. Me fui a mi casa ya que no se podía entrar, me quedé despierto toda la noche.
< Al otro día Juan Pablo fue a la cabaña para ver qué había sucedido y encontró al dueño colgado del techo con una soga alrededor del cuello y con cortaduras bastantes profundas. Por cada una corría sangre, después llegó la policía pero no encontró ninguna prueba o indicio de quién pudo haberlo matado.
< Después de unos dos años, yo volvía acá una vez por semana. Una familia se mudó aquí; pasaron un mes bien, pero exactamente en la misma fecha en que había muerto el muchacho, pasó algo. Yo no estaba, por eso no te puedo decir qué pasó, pero me contó Juan Pablo que en la noche, mientras él dormía, se escucharon unos golpes seguidos de unos gritos. Él trató de salir pero no podía abrir la puerta y dice que cuando se dio vuelta vio “algo” estaba todo cubierto por sangre y le dio un golpe en la cabeza con una especie de lanza haciéndole un corte en la cabeza. Él quedó en el suelo sangrando; después la criatura desapareció y cuando pudo levantarse vio a través de la ventana de la puerta al hijo corriendo hacia su cabaña pero detrás de él estaba el padre con un hacha y le dio en la cabeza; el padre volvió, con el cadáver de su hijo, adentro de su casa.