Revisando los cajones
descubri aquellas cartas
que en tardes de frio invierno
mis manos acariciaban.
Cuarenta cartas guardadas
y hoy sin querer
fueron de nuevo encontradas.
Tu cantaste las cuerenta
y yo canté la traviata
te pillaste tal mosqueo
que te fuiste pa la cama
y alli esperabas mi cante
y de cante no hubo nada.
Ahora no quieres jugar
ni al tute ni a la tranka
y en el ricon del salon
espero siempre impaciente
que vuelvas a jugar conmigo
y que me cantes las veinte.
Con amor.
Bella.