Entrevista
"LOS PROBLEMAS DE LAS MUJERES SE TACHAN DE PSICOSOMÁTICOS"
Carme Valls, presidenta del Centro de Análisis de Programas Sanitarios. La especialista denuncia el sesgo de género que existe en la realización de ensayos clínicos
Óscar Menéndez - Barcelona - 17/10/08.
Carme Valls Llobet (Barcelona, 1945) es médica y preside el Centro de Análisis y Programas Sanitarios (CAPS). Aunque fue diputada por el Partido Socialista en el Parlament de Catalunya entre 1999 y 2006, su verdadera lucha pasa por la investigación de las diferencias de género en la medicina. En su libro Mujeres invisibles, Valls denuncia el sesgo de género que afecta a los ensayos clínicos.
¿Es más difícil ser enferma que ser enfermo? ¿Afecta el género cuando una persona acude al médico?
Sí. El diagnóstico se hace diferente a hombres y a mujeres. Los problemas de las mujeres se etiquetan de forma más habitual como problemas psicosomáticos. Y se les trata también más normalmente con psicofármacos desde la primera consulta. A un hombre, lo más probable es que se le manden alguna prueba diagnóstica y al especialista.
¿Tiene que ver esa actitud con la edad de la paciente?
Sí, aunque cada vez vemos a más chicas jóvenes a las que se diagnostica como de los nervios o se trata directamente con psicofármacos. Ha habido tres etapas históricas en este asunto. En primer lugar, se diagnosticaba de neurastenia y se recetaban ansiolíticos; fue la época del Valium. Después, todos lo problemas se achacaban a la menopausia. Y ahora todo el malestar se diagnostica como fibromialgia, aunque se trata igualmente con psicofármacos. Hay un encarnizamiento terapéutico, porque no se diagnostica con precisión el malestar que se siente, independientemente de que las causas sean fisiológicas, psicológicas o sociales.
¿Por qué esta discriminación?
El problema de género más grave que ha habido se ha producido por la ausencia de mujeres en los grupos objeto de investigación. En el asunto del dolor no se han analizado las condiciones de vida de las pacientes y eso, por ejemplo, ha impedido investigar correctamente la fibromialgia.
Los organismos de los hombres y las mujeres son diferentes, pero no se han investigado de forma diferente. Ese es un problema de género añadido a la hora de ser mujer y paciente, ¿no?
La sorpresa más grande vino en la medicina cardiovascular, un campo en el que se supuso que las mujeres no sufrían enfermedades. Pero las dolencias cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte femenina, aquí a partir de los 45 años, y en países como Estados Unidos en casi todos los tramos de edad.
¿Cuál fue la causa de este error?
En los años ochenta y noventa no se incluía a las mujeres en los estudios sobre infartos de miocardio. Por ello, no se sabía que las mujeres presentan diferencias en los síntomas de, por ejemplo, los infartos de miocardio y las anginas de pecho. Y tampoco se conocía que algunos tratamientos tienen diferente efecto en el cuerpo de la mujer y en el del hombre, como la bomba de potasio o la aspirina.
¿La aspirina previene el infarto en las mujeres?
No se ha podido demostrar, al menos en personas de menos de 65 años. Pero sí hay evidencias de que puede provocar más hemorragias digestivas o derrames cerebrales que en los hombres.
¿Por qué existía esa confusión?
Era un sesgo inconsciente de género. Se daba por hecho que los estrógenos protegían frente a las trombosis, cuando fisiológicamente son trombogénicos.
Las mujeres apenas han estado presentes en los equipos que investigaban y siempre se ha pensado que eso era un problema. Ahora vemos también que el problema empieza porque tampoco se realizan ensayos clínicos sobre mujeres.
Es verdad que lo peor es que no se investigue bien y que no se incluyera a mujeres como objeto de los ensayos. En Estados Unidos, desde 1993, las mujeres están de forma obligatoria en los estudios, al menos en los subvencionados...
¿Qué porcentaje de ensayos de cardiología se ha hecho desde entonces contando con pacientes femeninas?
Sólo en un 25% de los casos.
¿Y en otras patologías?
Curiosamente, las especialidades que con más mortalidad -como oncología, cardiología o salud laboral-, todavía tienen un alto índice de hombres en sus estudios científicos.
Es curioso que, sin embargo, las mujeres vivan más que los hombres.
Está establecido que las mujeres viven más, pero con peor calidad de vida. Son diez años más de vida, pero los estudios concluyen que son exactamente diez años los que las mujeres viven peor.
"LOS PROBLEMAS DE LAS MUJERES SE TACHAN DE PSICOSOMÁTICOS"
Carme Valls, presidenta del Centro de Análisis de Programas Sanitarios. La especialista denuncia el sesgo de género que existe en la realización de ensayos clínicos
Óscar Menéndez - Barcelona - 17/10/08.
Carme Valls Llobet (Barcelona, 1945) es médica y preside el Centro de Análisis y Programas Sanitarios (CAPS). Aunque fue diputada por el Partido Socialista en el Parlament de Catalunya entre 1999 y 2006, su verdadera lucha pasa por la investigación de las diferencias de género en la medicina. En su libro Mujeres invisibles, Valls denuncia el sesgo de género que afecta a los ensayos clínicos.
¿Es más difícil ser enferma que ser enfermo? ¿Afecta el género cuando una persona acude al médico?
Sí. El diagnóstico se hace diferente a hombres y a mujeres. Los problemas de las mujeres se etiquetan de forma más habitual como problemas psicosomáticos. Y se les trata también más normalmente con psicofármacos desde la primera consulta. A un hombre, lo más probable es que se le manden alguna prueba diagnóstica y al especialista.
¿Tiene que ver esa actitud con la edad de la paciente?
Sí, aunque cada vez vemos a más chicas jóvenes a las que se diagnostica como de los nervios o se trata directamente con psicofármacos. Ha habido tres etapas históricas en este asunto. En primer lugar, se diagnosticaba de neurastenia y se recetaban ansiolíticos; fue la época del Valium. Después, todos lo problemas se achacaban a la menopausia. Y ahora todo el malestar se diagnostica como fibromialgia, aunque se trata igualmente con psicofármacos. Hay un encarnizamiento terapéutico, porque no se diagnostica con precisión el malestar que se siente, independientemente de que las causas sean fisiológicas, psicológicas o sociales.
¿Por qué esta discriminación?
El problema de género más grave que ha habido se ha producido por la ausencia de mujeres en los grupos objeto de investigación. En el asunto del dolor no se han analizado las condiciones de vida de las pacientes y eso, por ejemplo, ha impedido investigar correctamente la fibromialgia.
Los organismos de los hombres y las mujeres son diferentes, pero no se han investigado de forma diferente. Ese es un problema de género añadido a la hora de ser mujer y paciente, ¿no?
La sorpresa más grande vino en la medicina cardiovascular, un campo en el que se supuso que las mujeres no sufrían enfermedades. Pero las dolencias cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte femenina, aquí a partir de los 45 años, y en países como Estados Unidos en casi todos los tramos de edad.
¿Cuál fue la causa de este error?
En los años ochenta y noventa no se incluía a las mujeres en los estudios sobre infartos de miocardio. Por ello, no se sabía que las mujeres presentan diferencias en los síntomas de, por ejemplo, los infartos de miocardio y las anginas de pecho. Y tampoco se conocía que algunos tratamientos tienen diferente efecto en el cuerpo de la mujer y en el del hombre, como la bomba de potasio o la aspirina.
¿La aspirina previene el infarto en las mujeres?
No se ha podido demostrar, al menos en personas de menos de 65 años. Pero sí hay evidencias de que puede provocar más hemorragias digestivas o derrames cerebrales que en los hombres.
¿Por qué existía esa confusión?
Era un sesgo inconsciente de género. Se daba por hecho que los estrógenos protegían frente a las trombosis, cuando fisiológicamente son trombogénicos.
Las mujeres apenas han estado presentes en los equipos que investigaban y siempre se ha pensado que eso era un problema. Ahora vemos también que el problema empieza porque tampoco se realizan ensayos clínicos sobre mujeres.
Es verdad que lo peor es que no se investigue bien y que no se incluyera a mujeres como objeto de los ensayos. En Estados Unidos, desde 1993, las mujeres están de forma obligatoria en los estudios, al menos en los subvencionados...
¿Qué porcentaje de ensayos de cardiología se ha hecho desde entonces contando con pacientes femeninas?
Sólo en un 25% de los casos.
¿Y en otras patologías?
Curiosamente, las especialidades que con más mortalidad -como oncología, cardiología o salud laboral-, todavía tienen un alto índice de hombres en sus estudios científicos.
Es curioso que, sin embargo, las mujeres vivan más que los hombres.
Está establecido que las mujeres viven más, pero con peor calidad de vida. Son diez años más de vida, pero los estudios concluyen que son exactamente diez años los que las mujeres viven peor.