“Esconderé mi alma para que no vea tu ausencia"
Ayer, sí, ayer, pasé un mal día. Me entristecí mucho, sabiendo que si me entristezco se me debilitan las piernas, tropiezo, deseando desesperadamente encontrar una luz, torpemente buscando sin ojos y con miedo. Intenté renunciar, como ya lo he intentado varias veces, porque el dolor no lo puedo seguir soportándolo... sin embargo no deseo, no deseo caer en esa tentación, aunque tenga que continuar mi torpe marcha entre toneladas de oscuridad. No quiero decir que todo está perdido, aunque todo me parece ausencia y adiós. Que tal vez no haya solución... y todo es dolor... el dolor de unas cadenas que me queman las muñecas. Pero había una señal que me llegaba sin necesidad que te viese ni escuchase. Te juro que no quería, que esta vez en serio quería creer en tí; que podía levantar mis ojos, que esta vez creería en mis fuerzas, pero no. Mis piernas no lo resistieron, ni mis piernas, ni mis pupilas ni mi corazón: ayer sentía que no podía más, que no había mucho más, que se acercaba el final; ayer tenía dudas, ayer tenía miedo en el mañana y en lo que iba a ser mañana.
Buscando, buscando, encontré este poema. No sé quien lo ha escrito; pero no importa, agradezco a esa persona que con su poema me ayudó.
Hoy desperté contigo y me abrazaste hasta apagar mi rayo de luz.
Yo no sé que hice para que regresaras así…
¿Tristeza porque me invades y no me dejas vivir?
Creí que te habías ido tan lejos de mí…
Pero embustera y sin avisar me atormentas en mi soledad.
Te burlas de mi nostalgia, te ríes de mí pesar,
es cuando te odio a rabiar, y te grito ¡vete!
Pero te quedas y te siento en mis venas correr,
se inundan mis ojos, de desdicha y sal.
Ya no me quedan lágrimas, ya no me queda razón,
ya perdí esta batalla, ¡me rindo! ¿Que quieres de mi?
Ilusiones no tengo, ni sueños, ni amor.
Me dejaste vacío y en mi alma sangra la desolación.
¿Que puedo más entregarte?
¿La vida acaso quieres?
¡Tristeza, no me atormentes!
La mirada tengo perdida en algún lugar,
solo vivo de recuerdos, que ya no volverán.
Veo en silencio mi dolor y testigo soy de mi destrucción.
¡Porque dueles tanto!
El cielo se nubla y me entrego a ti tristeza mía.
Nostalgia infinita calla mi canto,
silencia mis miedos, seca mi llanto.
Acorralado entre mis lágrimas
te escribo estos versos tristes.
Tristeza te quedas en mi corazón,
arraigada cual espada que hiere el alma.
Cierro mis ojos y desde las sombras
y pronuncio tu nombre…
Pero hoy, Tristeza, no te temo, ¡¡¡ no te temo !!!... porque pronuncié su nombre, ¡¡¡ sí, su nombre !!!, porque sueño, y como leí una vez, "el mundo está en manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y de correr el riesgo de vivir sus sueños..." ¡Y quiero vivir mis sueños, Tristeza, mal que te pese, los viviré! Y si tengo que correr riesgo... ¡¡¡ lo correré !!!
¡¡¡Hoy no te temo, Tristeza!!!
Cele -Celestino-
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