El perdón proporcionaba la salvación. Cuando el amor divino ha sido aceptado plenamente en el corazón humano, su belleza destruye para siempre el encanto del pecado y el poder del mal.
El Libro de Urantia, Pág. 2018
El amor es el motor que hace andar todas las cosas buenas que somos capaces de sentir y de hacer, él le da otro sentido a nuestra vida, y ella deja de ser un valle de lágrimas y se convierte en una pradera de oportunidades para crecer.
La religión de preceptos nos ayuda a no pecar por temor al castigo, en cambio la religión del espíritu, inspirada por el amor libre y volitivo hacia nuestro Padre de los cielos, no sólo impide que no hagamos el mal, sino que nos inspira a hacer el bien, por eso Jesús nos dijo: mis discípulos deben no sólo cesar de hacer el mal, sino que deben aprender a hacer el bien, debéis no solamente limpiaros de todo pecado consciente, sino también negaros a albergar los sentimientos de culpa." 1736
El amor nos enseña y nos ayuda no sólo a perdonar a nuestros enemigos, sino también a perdonarnos a nosotros mismos, porque el sentimiento de culpa es tan paralizante como el miedo, pues mientras pensamos en él, nos estamos impidiendo el ser mejores al confiar en el amor, la compasión, la misericordia y el perdón de nuestro Padre. El sentimiento de culpa es en el fondo puro orgullo, no nos perdonamos no ser tan buenos como creíamos serlo.
Cuando el amor de Dios se apodera con nuestro pleno consentimiento, de nuestra mente y de nuestro corazón, no es que no cometamos falta alguna, caemos igual en el error porque somos humanos y falibles pero no en el pecado que es el mal conscientemente aceptado y comentido en forma reiterada.
Cuando amamos a Dios desde lo profundo de nuestro ser, no dejamos de caernos...pero lo hacemos más a lo lejos y lo principal ¡aprendemos a levantarnos más rápido! no nos quedamos compadeciéndonos ni recriminándonos, sino que seguimos adelantes confiando que ¡con Dios todo es posible!
yolanda silva solano