Los mortales tan sólo aprenden la sabiduría a través de la experiencia de las tribulaciones.
El Libro de Urantia, Pág. 556
Todos sin excepción, tenemos una Maestra que nos enseña lo que necesitamos para nuestra evolución, la Vida se encarga de darnos a cada uno lo que precisamos para crecer en amor, en sabiduría y en la espiritualidad que nos permitirá algún día, ser perfectos como lo es nuestro Padre de los cielos.
Los padres y las madres sabemos que educar a nuestros hijos y a nuestros nietos no es nada fácil, por mucho que los amemos, en más de una ocasión tenemos que emplear la disciplina y negarles muchas de las cosas que nos piden, si es que en verdad queremos que sean personas de valores y principios. Lo mismo le pasa a la Maestra Vida, muchas veces nos da tribulaciones y problemas, porque sabe muy bien que es la mejor manera de que crezcamos y saquemos esas fuerzas ocultas que sólo se manifiestan cuando llegamos a situaciones límites.
El sufrimiento no es un castigo de Dios, ni menos mala suerte, porque ella no existe ya que "mucho de lo que un mortal llamaría buena suerte puede en realidad ser mala suerte, la sonrisa de la fortuna que dona tiempo no ganado y riqueza no merecida, puede ser la mayor de las aflicciones humanas, del mismo modo que la crueldad aparente que acumula tribulaciones sobre el mortal sufriente, puede ser en realidad fuego templador que está transmutando el hierro blando de la personalidad inmadura en el acero del verdadero carácter."1305
Aprender de las dificultades y de los sufrimientos es el mejor camino hacia la evolución espiritual, al igual que los deportistas deben ejercitar su cuerpo para poder realizar su deporte favorito, nosotros debemos entrenar nuestra mente, para saber sortear los obstáculos que se nos presentan en el camino. El primer ejercicio debe ser aprender a no quejarnos, ni mucho menos culpar a terceros por lo que nos pasa, porque las lecciones que la Vida nos da son siempre personalizadas y están programadas para que rindamos más como seres humanos y como hijos de Dios.
"El mortal consciente de Dios, sabe como soportar valientemente los sufrimientos, no se queja al enfrentarse con las dificultades inevitables, porque sabe que ellas inflaman el ardor del amante de la verdad, mientras que los obstáculos sólo sirven de reto a los esfuerzos del constructor intrépido del Reino." 1740
El sufrimiento es el crisol que purifica nuestra alma, porque nos acerca a nuestro Padre y aprendemos a confiar en él como tal, pues "a través de cada prueba, frente a cada penuria, las almas nacidas del espíritu están sostenidas por esa esperanza que trasciende todos los temores, porque el amor de Dios se esparce a todos los corazones a través del Espíritu divino."382
yolanda silva solano