.Jesús fue bautizado a los treinta años, recibiendo el “Espíritu de Cristo” Explicad ese
bautismo.
Respuesta: La tierra no ha sido siempre como es ahora. La ciencia nos dice que en un
tiempo era una nebulosa ignescente. La Biblia va más atrás todavía y habla de un tiempo
anterior a esa nebulosa cuando la tierra era brillante y luminosa como el fuego; un tiempo
en que reinaba la oscuridad.
Ha habido en total cuatro épocas o estados en ese desarrollo de la Tierra. Primeramente
hubo ese estado tenebroso que en la terminología rosacruz se denomina Época Polar.
Entonces la sustancia que ahora forma la tierra era una masa oscura, caliente y gaseosa. En
el segundo estado, llamado Época Hiperbórea, esa masa oscura se puso en ignición. Se nos
habla de que Dios dijo “hágase la Luz”, y la luz fue hecha. Entonces vino el estado cuando
el calor de la nébula ignescente, en contacto con el frío del espacio, generó humedad, y esta
humedad era más densa cerca del centro ardiente, donde se calentaba transformándose en
vapor, saliendo entonces hacia el exterior. “Dios dividió las aguas de las: aguas; esto es, el
agua densa cerca del centro del brillante vapor exterior. Finalmente se produjeron
incrustaciones, como las que se producen cuando se hace hervir agua una y otra vez, y así
se formó la corteza terrestre, la tierra seca.
Cuando la corteza se completó no había agua en la superficie de la Tierra, sino que, como
dice la Biblia, “una neblina estaba en su superficie” y ninguna hierba había crecido aún en
la superficie de la Tierra. Entonces comenzó a aparecer la vegetación y la naciente
humanidad vivió allí. Pero no era una humanidad constituida como actualmente. En
realidad, el cuerpo y el espíritu no estaban juntos del todo; los espíritus flotaban
parcialmente fuera y, por consiguiente, “los ojos del hombre no se habían aún abierto”.
En las antiguas leyendas alemanas u otras del mundo antiguo se habla de ellos como de los
Nibelungos. “Niebel” significa niebla, y “ungen” hijos. Eran, pues, los hijos de la niebla,
porque la clara atmósfera de nuestros días no existía entonces; el Sol se veía como una
lámpara de arco en la calle en un día de mucha neblina, debido a la densidad de la niebla
que sale de la tierra.
Mientras la humanidad vivió en ese mismo estado, no estaba tan avanzada mentalmente
como ahora. No podían ver las cosas fuera de sí mismos, sino que tenían una percepción
interna. Veían las cualidades anímicas de todos los que vivían en torno de ellos y se
percibían a sí mismos más bien como seres espirituales que como materiales. En ese tiempo
no había naciones absolutamente, sino la humanidad que formaba una gran fraternidad.
Todos estaban parcialmente fuera de sus cuerpos y, por consiguiente, estaban en contacto
con el Espíritu Universal, que ahora se ha oscurecido en la separatividad del egoísmo, que
hace que cada hombre se sienta distinto y aparte del resto de la humanidad; en la que se
olvida la fraternidad y reina el egoísmo.
Cuando uno ha progresado lo suficiente y ve las bendiciones de la fraternidad, cuando se
trata de abolir el egoísmo y cultivar el altruismo, puede pasar por el rito del bautismo.
Entonces entra en el agua como símbolo de su vuelta a las condiciones ideales de la
fraternidad, que existirán cuando toda la humanidad viva en el agua, por así decirlo. Por lo
tanto, vemos a Jesús, el heraldo de la Fraternidad Universal, entrar en las aguas del Jordán
para ser bautizado allí al ir a empezar su ministerio o misión. Cuando salió de las aguas el
Espíritu Universal bajó a él en forma de paloma y desde entonces ya no fue más Jesús
simplemente, sino Cristo Jesús, el salvador potencial del mundo lleno del Espíritu
Universal, que en un tiempo quitará todos los males del egoísmo y devolverá a la
humanidad todos los beneficios de la fraternidad, la que será un hecho cuando el Espíritu
Universal sea inmanente en toda la humanidad.