La finalidad de la vida de Jesús y la verdadera misión del Cristo, según las Enseñanzas Rosacruces de Max Heindel
Conferencia dictada por el Sr. Roberto Ruggiero.
El Espíritu no tiene principio ni tendrá fin y el limitado alcance de nuestras palabras terrenas
no permite definirlo, como no podemos definir a Dios. Tampoco nuestro cerebro, tridimensional,
propio para el medio físico, está lo suficientemente capacitado, por ahora, para descifrar la
divinidad del Espíritu: Él existe y se manifiesta en grados infinitos como prueba de sus
posibilidades y de su Evolución. Son las revelaciones Rosacruces las que, con inigualado
valor, nos iluminan al respecto, dándonos una orientación segura que nos encamina a
comprender la finalidad y la labor del Espíritu en el Mundo. La sublime sabiduría de Dios creó todas las condiciones necesarias para que, como
Espíritus inmortales, transitáramos por el sendero evolutivo y nos eleváramos desde
los primeros y tímidos desenvolvimientos primitivos a la bella conciencia de hoy,
como paso preliminar a un futuro de verdadera grandeza espiritual y de valor inimaginable.
Los primeros pasos en el sendero de la Evolución fueron lentos, las ayudas que Dios
nos tiene dado en forma incesante consiguieron hacer que alcanzáramos lo que ya
somos, pero como acusamos aún muchas y serias deficiencias, Dios, en Su incansable
amparo, nos extendió una nueva y bondadosa ayuda, enviándonos a Su “Hijo” bien
amado, el Cristo, para hacernos adelantar por el Amor. El Cristianismo es un paso
definido, pero su profundo significado y alcance es totalmente desconocido para la mayoría.
El Cristianismo popular, muy eficiente en su efecto para las masas, es apenas una figura
provisoria, el primer grado del impulso Crístico, que se procesó en forma esotérica desde
la crucificación en adelante y que no cesará hasta que redimiéndonos todos de
nuestros pecados, nos emancipemos del error y entonces, solamente entonces, el
Cristo dará término a su labor para con la humanidad, entregándonos al cuidado
del “Padre”, que nos conducirá después a un ulterior desenvolvimiento. La forma en que el Señor Cristo dio comienzo a su auxilio para la humanidad se
reviste de un sentido muy profundo y para tener un vislumbre de como fue ello,
es necesario llegar a conocer íntimamente como se cumplen las disposiciones
dictadas por Dios. Por mandato de Dios el “Espíritu Santo” tomó, a continuación
de los Señores de Venus, la dirección espiritual de la humanidad, la que había sido
advertida que debía seguir el buen sendero para recibir la recompensa, si no
fuera así la desobediencia traería la consecuencia correspondiente, en forma de
enfermedades, dolores y tristezas. Esa ley del “Espíritu Santo” pasó a regular la
conducta de la humanidad y continúa haciéndolo. Mas la desobediencia fue aumentando,
trayendo como resultado una acumulación de desajuste tal, que hubiera demorado
indefinidamente el progreso humano. De hecho la humanidad desenvolviendo
persistentemente la tendencia para el pecado, para el placer inferior y para el mal,
fue entorpeciendo las condiciones espirituales de la Tierra, hasta tornarla impropia
para su adelanto. Esta es la situación, en síntesis, creada por la humanidad contra
sí misma, de ahí la necesidad de una nueva ayuda. Cristo se ofreció al “Padre”
para dar esta ayuda y salvar a la humanidad de la condición penosa en que se encontraba:
la de no conseguir adelantar. Más, la armonía del sistema solar se debe al
mantenimiento riguroso de su perfecto equilibrio, con el cumplimiento de las
disposiciones emanadas del Creador, las que no pueden ser transgredidas.
Como la humanidad ya estaba debidamente dirigida desde afuera por la ley del
Espíritu Santo, el Señor Cristo, en obediencia a la ley, se dispuso a dar su nuevo
impulso, no desde afuera que hubiera traído una nota de duplicidad y de desequilibrio,
transgrediéndose la ley, sino desde dentro, desde dentro de la propia Tierra, para
desde ahí impulsar a la humanidad. Esta rigidez e inflexibilidad de las disposiciones
de Dios, imparciales para todo el sistema, mal pueden ser comprendidas por las mente
humanas en general, habituadas a lo relativo y no a lo totalmente cierto y justo o
sea a lo exacto en toda su extensión, pero fue una exigencia que debía cumplirse y
que obligó al Señor Cristo a tornarse primeramente un ser de la Tierra, para dar
comienzo, entonces, a su difícil misión salvadora. El Señor Cristo para actuar dentro de la humanidad necesitaba un cuerpo físico. Como
nunca lo había usado, pues durante la evolución los Arcángeles, en el Período Solar,
descendieron solamente hasta el Mundo de Deseos, le faltaban los dos vehículos,
vital y denso, para poder manifestarse en la Tierra. Alguien, del género humano, tenía
que prepararle éstos dos vehículos. La dificultad se presentó en la elección
del ser que sería capaz de preparar un cuerpo suficientemente puro como para ser
habitado por el Cristo. La elección recayó en Jesús. Jesús por su trayectoria espiritual,
santificada por devotísimo amor a Dios - lo que le valió ir a la vanguardia de nuestra
onda humana, era capaz de preparar los dos vehículos, en las condiciones de pureza
requeridas. Y además otros dos seres fueron cuidadosamente elegidos para servirle de
padres: María y José, que seguían dos líneas de progreso espiritual, entre los más
adelantados en la Tierra. María formaba parte de la línea devotísima cuya característica
es la fe y nació, ya predestinada, como paloma del Templo, hija de Joaquín, el Sacerdote,
y Ana, su madre; José, “hijo de la viuda”, o sea del otro linaje que se caracteriza por la
acción, que se unen, ante la venida del Salvador, María, cuidada celosamente desde
pequeña por sus padres, para la altísima misión a cumplir, era un espíritu que estaba
más allá de la necesidad de ser madre, cuando le es anunciado, con anterioridad, por
el Ángel Gabriel, que iba a serlo, responde: cómo es posible si no he conocido hombre
“Conocer” es usado en el sentido de unión. Y José, en las mismas condiciones,
cuando entre treinta y tres Iniciados es elegido, dice: estoy viejo. Pero era apenas una
expresión usada en el sentido de alma antigua y adelantada, que también seguía la
línea absoluta de castidad, más allá de la necesidad de procrear, siendo en
ese momento joven y no viejo como se cree. En el Templo Iniciático a que pertenecía José, fueron reunidos los Caballeros y
recibieron una vara cada uno. José fue el último en retirarla, ella había florecido, era
la señal de ser el elegido. Así se procesó la unión de María y José. Después de la
fecundación indispensable - porque las leyes que regulan la reproducción tenían que
ser cumplidas y las afirmaciones en contrario son apenas mal basadas en la
interpretación de las expresiones místicas usadas, para expresar el acto creador
- ellos, María y José, probaron haber hecho la unión con la pureza requerida,
quedando tan puros después como lo eran antes. Así que la expresión de
“Virgen María” es totalmente correcta: privilegio apenas de quien llega a un grado
en el , que mantiene su virginidad, a pesar del acto creador realizado, pero libre
de la pasión que caracteriza a la mayoría de la humanidad. Este relato se refiere
apenas a la parte terrena, pero fue la concretización de los hechos marcados
en los Cielos, así es que los Reyes Magos o Sabios caminaron en busca del
nuevo nacido, siguiendo la estrella que los guiaba en su camino
ya determinado el acontecimiento. Algo extraño debe de parecer lo que antecede a los que no dedicaron la necesaria
atención para conocer la existencia de los designios celestes, los cuales marcan los
acontecimientos de la Tierra. Pero quien avanza en este conocimiento se maravilla
constatando el extremo cuidado celestial con que se guían las ondas evolutivas.
Es por ello que el Antiguo Testamento ya anunciaba la necesaria venida del Salvador.
La Vida de Jesús
Como la concepción fue pura, sin pasión, realizada verdaderamente en el altar
del sacrificio en bien de la humanidad, durante todo el período de la gestación
se debe comprender que María no fue molestada en absoluto por José. De ahí nació
Jesús en la mayor pureza. Esto sorprenderá a la mayoría, que comúnmente cree
que el casamiento es un licencia para el abuso de la función creadora. Los niños nacen con los estigmas de la pasión que imprimieron los propios padres
en sus tiernos cuerpecitos durante el período de la gestación y que después
manifestarán fatalmente, como consecuencia lógica, cuando alcancen la edad
de la pubertad. Lo igual genera a su igual. Estos nuevos conceptos tienen la
finalidad de ir modificando las ideas al respecto e ir haciendo lugar a los verdaderos
principios de pureza que deben regir la concepción, que es apenas un acto para dar
oportunidad a Egos a renacer, como retribución de la vida que tuvimos cada uno de nosotros. Cuando la humanidad se ajuste a esta verdad, comenzarán a nacer generaciones
concebidas puramente, libres de las tendencias del fuego marciano pasional,
que es causa de todos los tremendos egoísmos y choque entre los seres humanos.
Solamente así podrá ser inaugurada una nueva era de paz y de buena voluntad
entre los hombres. Entonces renacerán grandes seres que esperan padres adecuados. No es de extrañar pues, que en el momento de nacer Jesús estuviera todo
debidamente preparado para recibirlo, incluso en las condiciones de mayor higiene,
siendo María tratada por Terapeutas Iniciados, de la Santa Comunidad de los
Esenios, una rama de la Gran Fraternidad Blanca del antiguo Egipto en la Palestina.
Así daban acogida al niño inmaculado que venía a cumplir tan altísima misión. Si
se dio en su tiempo una imagen del nacimiento diferente para la masa - el pesebre -,
fue por la misma razón por la que se enseña a la infancia con ilustraciones
para impresionar la tierna mente infantil. Hoy transcurridos casi 2.000 años, ésta verdad de la concepción y nacimiento de
Jesús en la más extrema pureza, será visto todavía con incredulidad por la mayoría,
pero también es verdad que muchos grupos ya están comenzando a sentir los
imperativos de la conciencia que con la Evolución va creciendo, despertándoles
sentimientos más puros y místicos y dando la debida comprensión
y convencimiento que debe ser así. Toda la vida de Jesús hasta los treinta años fue una existencia especial,
particularmente diferente, preparándose siempre para la finalidad de entregar
al Señor Cristo un cuerpo denso y un cuerpo vital lo más perfecto que era posible
hacer en la Tierra. Los anales esotéricos guardan el desenvolvimiento oculto que
aquel realizó en grandes templos de Hierofantes de inmensa luz, siguiendo la
preparación más cuidadosa. Este misterio y esta reserva fue para preservarlo.
Recuérdese, apenas como muestra de la realidad sanguinaria de la época, que
el Rey Herodes mandó a asesinar a todas las criaturas que habían nacido por esos
años, ya con el propósito de eliminar a Jesús. Las sombras bien sabían quién era
Jesús. No lo consiguieron. Si a los doce años sus padres lo presentaron en el Templo,
fue para cumplir una exigencia o reglamente de ser registrado. Sirvió para probar la
alta preparación que ya tenía, para esos cortos años, asombrando con los
conocimientos que poseía cuando fue interrogado por el sacerdocio. Después no
hay mas una palabra pública cierta de como vivió y se cultivó espiritualmente
para el bautismo en las aguas del Jordán. Se debe desechar lo que al respecto se
dice popularmente. El equívoco, en parte, es por la mala traducción de la palabra
“Teckton”, del antiguo griego, que significa constructor espiritual, grado de
José, que se interpretó equivocadamente como carpintero y por extensión se le dio a su hijo.
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